El
misterioso efecto placebo, un recurso que funciona
En textos de Hipócrates ya se menciona su utilización
Pese
a que la medicina no acepta usarlo, a menudo se indican preparados sin
principios activos
Suelen ser eficaces en personas que sufren enfermedades psicosomáticas
NUEVA
YORK. (The New York Times).- La mayoría de la gente escuchó
hablar del efecto placebo: a los pacientes se les suministran píldoras
de azúcar y éstos se sienten mejor porque piensan que
han tomado un remedio. Pero a pocos les gustaría ser los que
lo reciben: alguien que solicita un analgésico desea recibir
algo indicado para su mal.
La
profesión médica, por lo menos oficialmente, no está
de acuerdo con prescribir placebos porque supone mentir; implica falta
de respeto y puede afectar la confianza en los médicos. Algunos
hospitales prohíben su utilización, excepto en ensayos
clínicos.
Un
nuevo estudio, sin embargo, sugiere que la profesión no siempre
practica lo que predica. En el informe, de un total de 89 médicos
y enfermeras de Israel, el 60% afirmó haber dado placebos a sus
pacientes.
Entre
los enfermos a los que se les suministra esta "falsa medicina"
suelen incluirse parturientas y personas con dolores, ansiedad, agitación,
vértigo, problemas de sueño, asma y síntomas de
abstinencia a las drogas. La mayoría no sabía que estaban
recibiendo placebos. Entre los que los prescribían, el 68% decía
a sus pacientes que estaban recibiendo medicinas verdaderas; el 17%
no decía nada; el 11% manifestaba que la medicina era no específica
y el 4% les confiaba la verdad.
Al
preguntárseles por qué los prescribían, el 43%
manifestó que los pacientes solicitaban medicinas injustificadamente;
el 28% lo había hecho para probar si los síntomas del
paciente eran reales o imaginarios; el 15% esperaba así ganar
tiempo entre dosis y dosis de medicina real, y el 11% afirmó
que su razón era lograr que el paciente dejara de lamentarse.
"Esta
es, aparentemente, una práctica habitual", afirmó
el doctor Pesach Lichtenberg, psiquiatra del Herzog Hospital y de la
Hadassah Medical School de Jerusalén.
La
noción del efecto placebo data por lo menos de la época
de Hipócrates, quien observó que ciertas personas gravemente
enfermas parecían recuperarse cuando estaban contentas con sus
médicos. Pensando que la mente podía curar el cuerpo,
más tarde los médicos intentaron ayudar al proceso dando
píldoras o polvos inertes a los enfermos a los que no podían
ayudar de otra manera.
Hoy
algunos investigadores estudian el efecto placebo; otros dudan hasta
de su existencia.
El
doctor Lichtenberg afirmó que creía que el efecto placebo
era real, que a veces podía ayudar y que lo lograba de manera
más segura que muchas drogas.
"Pienso
que el placebo tiene un lugar legítimo en el tratamiento médico",
aseguró, pero agregó que estaba mal mentir a los pacientes.
"Existen
algunas cuestiones éticas", continuó. "¿Se
le dice a un paciente al que se le está dando un antibiótico
o un analgésico cuándo no es así? ¿O se
le dice: «Usted está recibiendo un agente que ha demostrado
ser efectivo y que lo ayudará a sentirse mejor, a pesar de que
no sabemos cómo actúa»? ¿Se dice algo por
el estilo?"
Lichtenberg
manifestó que comenzó a estar interesado en el efecto
placebo porque lo había ayudado a él mismo. Había
sufrido durante años de repetidas infecciones en la garganta
y consultó a un amigo que practicaba medicina alternativa.
"Me
habló durante cinco horas", agregó, y esto lo ayudó
a asociar su dolor de garganta con que en su niñez era forzado
a cantar. El amigo le dijo que empeoraría un poco y que luego
se recuperaría. Eso es exactamente lo que sucedió.
La
experiencia lo convenció de que "algo" había:
"Creo que el mensaje del efecto placebo es que hay otras maneras
de brindar confort y socorro al que sufre".
Denise Grady
Traducción: María Elena Rey, La Nacion, 2 de octubre de
2004