ARTÍCULOS Y OPINIONES



EL PADRE DE LOS HOBBITS


Autor: Miguel Gomez

El 3 de enero de 1892 en la ciudad de Bloemfontein (Sudáfrica) nació el creador del universo, la figura del cambio en la literatura fantástica, una imagen inolvidable para los lectores que hoy en día aún disfrutamos. Se trata de John Ronald Reuel Tolkien, hijo del prestigioso gerente de banco Arthur Reuel Tolkien y Mabel Suffield. A la edad de tres años tras la que parte con su madre y su hermana a Inglaterra, dejando a su padre en Sudáfrica, quien muere un año más tarde. La suerte no sonrió en exceso a Tolkien en su infancia ya que en 1904 muere su madre a causa de la diabetes quedándose huérfano junto con su hermana menor, Hilary.

No tardó demasiado en encontrar al amor de su vida, Edith Bratt, que inspiró mucho más adelante algunos de sus poemas que se encuentran tanto en libros de narrativa como en libros específicamente de poesía. En 1910, ingresó en Oxford estudiando filología inglesa hasta que en 1916 se casa con Edith y embarca a Francia para combatir como subteniente del 11º batallón de los Lancashire Fusiliers. Sin embargo, las desgracia de la Gran Guerra pudieron con él y en noviembre de ese mismo año regresó a Inglaterra enfermo de "fiebre de trincheras".

Fue entonces y justo entonces cuando comenzó la historia del Tolkien que nos interesa, del Tolkien creador de un universo y un mito, del Tolkien que nos llega a la mente si pensamos en el género fantástico. Fue entonces cuando comenzó a escribir El Libro de Los Cuentos Perdidos, donde escribió toda la mitología que desde hace años había concebido, inspirada en viejas leyendas finesas y nórdicas, como el Kalevala y la historia de Kullervo; libro que más tarde se convertiría en El Silmarillion.

Tras numerosas éxitos personales y el nacimiento de sus dos hijos, junto E.V. Gordon comenzó a trabajar en su edición de Sir Gawain and the Green Knight, traduciéndolo al inglés moderno, llevando a las manos de todo el mundo el libro de caballería más excelso de la literatura inglesa.

En 1930 Tolkien empieza a escribir El Hobbit, el cual fue aceptado para su publicación seis años más tarde, y por fin en el otoño de 1937 es publicado por Allen & Unwin. El Hobbit surgió como un cuento para niños y de ahí la facilidad de lectura comparándolo con "El Señor de los Anillos". Supuestamente era independiente del mundo y de la mitología que había creado, pero que en última instancia, tuvo cabida en la historia de la Tierra Media. "El Hobbit o Historia de Una Ida y Una Vuelta" incursionó en el mundo literario con la aparición del simpático hobbit Bilbo Bolsón (Baggins), quien se lanza a una emocionante aventura con un grupo de enanos exiliados y el reconocidísimo mago Gandalf, en busca del tesoro de los enanos de Erebor, y la restauración del Reino Bajo la Montaña.

EL CREADOR DE UNA LEYENDA


Como recomendación por el gran éxito de "El Hobbit", Tolkien comienza a escribir su continuación, que luego se convertiría en El Señor de Los Anillos. Tras publicar uno de sus cuentos, "Egidio, el granjero de Ham". En 1954, son publicados los dos primeros volúmenes de El Señor de Los Anillos, y un año más tarde, el tercero. El Señor de los anillos es un historia épica que recoge muchos de los aspectos mitológicos del universo creado por Tolkien años atrás y los evoca a lo largo de las aventuras de los hobbits y la Comunidad del Anillo como recuerdos de épocas pasadas.

Seguramente, con estos tres libros ("La Comunidad del Anillo", "Las Dos Torres" y "El Retorno del Rey") estamos ante la cumbre narrativa de J.R.R. Tolkien, demostrándonos su habilidad a la hora de las descripciones de los lugares y paisajes de la Tierra Media, con un estilo prácticamente impecable aunque quizás algo lento en algunos pasajes.

En los siguientes años, se publicaron otras de sus obras, cuentos cortos y algo aislados de su obra primordial: Las aventuras de Tom Bombadil (una colección de poemas sobre este enigmático y a su vez divertido personaje) en 1962, Árbol y Hoja (que incluye su ensayo "Sobre los cuentos de hadas" y el cuento breve "Hoja de Niggle")en 1964, y El herrero de Wootton Major (quizás el mejor de todos estos cuentos que narra, como especie de Autobiografía, la historia de El Hijo del Herrero, quien se traga una estrella mágica que lo lleva al mundo de Fantasía) en 1967.

Antes de morir, Tolkien recibió un doctorado honoris causa y una condecoración nacional. Todos reconocían en él al gran académico y filólogo. Su esposa murió en 1971 y el gran creador nos abandonó en el triste 2 de septiembre de 1973, a la edad de ochenta y un años. Sobre su tumba, en el cementerio de Wolvercote en Oxford, hizo grabar los nombres de los dos enamorados que protagonizan su mejor poema de amor: "Beren y Lúthien".

Su hijo menor, Christopher, ordenó sus escritos inéditos y publicó el libro en el que su padre había trabajado toda su vida, "El Silmarillion", y agregó algunos apéndices a "El Señor de los Anillos". A cien años del nacimiento de esta figura única en la literatura, como lo denominó el periódico "Guardián" a su muerte, la obra de J.R.R. Tolkien atesora valores permanentes cuando exhibe la fantasía como la mejor arma para derrotar un racionalismo que se hace asfixiante en la sociedad actual.

Sin duda, pese a los gustos literarios de cada uno, su proeza es haber creado narrativamente un mundo completo que vive por sí sólo. Es mucho más impresionante si se piensa en la manera de escribir de Tolkien, quien no inventó primero ese mundo para luego aplicarlo a una novela, sino que opero más bien al revés. Por ejemplo, el mundo de los hobbits y la novela "El hobbit" se originaron cuando, casi distraídamente, Tolkien escribió en una hoja en blanco: "En un agujero de la tierra vivía un hobbit". Sólo después de la invención de la palabra se puso a averiguar qué eran lo hobbits. Y aún más: primero inventó como filólogo un idioma completo, el élfico, y sólo en una segunda instancia comprendió que el lenguaje presupone una mitología que lo justifique, y se puso a inventarla. No puede darse una estructura más poética que esta: primero el idioma, luego su mitología y luego la historia posterior a esa mitología. Con esto consigue que cada hecho narrado en sus obras tome una importancia realmente histórica.

Una lectura más concienzuda de las obras de Tolkien podría mostrarnos algunos de sus fallos. Por ejemplo la pobre descripción de las expresiones de los rostros: Todo se queda en ojos brillantes o tez clara, pero no hay nada más allá de eso, a diferencia de la descripción de la luz: todo es luz, de plata, de oro, del sol, de la luna... todo es muy rico en luces, llegando en ciertos momentos a que sus narraciones tomen el curso tedioso de una descripción detalladísima de los paisajes, de los viajes (muchas veces excesivos).

Pero Tolkien es Tolkien y ha conseguido crear un mito pese a sus limitaciones. Si pensamos en un mago rápidamente el nombre de Gandalf llega junto con el de Merlin a nuestros labios... ¿la diferencia? el mago artúrico ha sido fruto de la historia de un pueblo y del transcurrir de mil años mientras que "el gris" es algo reciente, de este siglo.

En fin, a pesar de su escasa productividad literaria (producto de su desorganización y pereza) nos han llegado bastantes libros del autor, una obra que llega a nuestra imaginación mientras nos adentramos en las Tierras de Mordor entre hobbits, orcos y elfos para buscar junto al protagonista un anillo para gobernarlos a todos, un anillo para encontrarlos, un anillo para atraerlos a todos y atarlos a las tinieblas.

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