Aunque las Edades del Sol son el núcleo principal de prácticamente todas las historias de Tolkien,
este astro no surge en el cielo hasta la trigésima edad valariana o lo que es lo mismo,
30.000 años humanos después de la Creación de Arda. Al final de la Guerra del Anillo y de la Tercera Edad habrán
transcurrido 7.063 años humanos.
En las primeras cronologías de los "Anales de Valinor",
Tolkien nos cuenta que 29.980 años humanos después de la Creación de Arda, Melkor y la Gran
Araña Ungoliant pusieron fin a las Edades de los Árboles en Valinor y extinguieron su luz para
siempre. Pero las Valar Yavanna, Dadora de Frutos, y Nienna, la Plañidera, consiguieron extraer
de sus restos arruinados una única flor de plata llamada Isil la Refulgente y un único fruto dorado
llamado Anar el Fuego de Oro. Fueron colocados en grandes recipientes forjados por Aulë el Herrero
y, en el año 30.000 (cronología humana) de la Creación de Arda, estos brillantes recipientes fueron
llevados a los cielos. Eran el Sol y la Luna y a partir de entonces iluminaron todas las tierras
de Arda.
Igual que el Renacimiento de las Estrellas significó el Despertar de los elfos, el Amanecer
del Sol señaló el Despertar de los hombres. Cuando la primera luz de la mañana penetró en los ojos
de los hombres, despertaron a una nueva edad. Porque Ilúvatar, igual que había creado la raza inmortal
de los elfos en el principio de los tiempos y la había escondido en la laguna de Cuiviénen, también
había creado la raza mortal de los hombres y los ocultó en el este de la Tierra Media, en un lugar
llamado Hildórien, la "tierra de los seguidores", al otro lado de las Montañas del Viento.
Este nuevo
pueblo no podía compararse con los elfos en cuanto a fuerza de cuerpo y alma. Eran mortales y su vida
era breve, incluso comparada con la de los enanos. Compadecidos, los elfos enseñaron a estas gentes
enfermizas todo lo que pudieron, pero terminaron descubriendo que en su mortalidad residía una fuerza
secreta. Porque esta raza resultó ser más adaptable a las exigencias de un mundo cambiante y, a pesar
de morir fácilmente y en gran número, también se reproducían más rápido que cualquier otra raza con
excepción de la de los orcos. Las tribus de este pueblo nómada vagaron por todas las regiones de la
Tierra Media. Pero los mejores y los más fuertes de ellos fueron los edain, aquellos que llegaron
primero a los reinos eldar de Beleriand.
La Primera Edad del Sol fue la Edad Heroica que comenzó
con la llegada de los Altos elfos noldor procedentes de Eldamar, quienes perseguían a Melkor, a
quien llamaban Morgoth, el Enemigo Negro. Porque Morgoth no sólo había destruido los Árboles de
la Luz sino que también atacó la fortaleza élfica de Formenos, mató al Gran Rey de los noldor y
se apoderó de las joyas mágicas llamadas los Silmarils. Estas tres gemas eran el mayor tesoro
de los noldor, puesto que las habían creado a partir de la luz de los Árboles de los Valar.
La pugna por la posesión de estas joyas desembocó en la Guerra de las Grandes Joyas y le
proporcionó a Tolkien el tema de El Silmarillion.
Esta conflagración duró seis siglos y en
ella destacaron seis grandes batallas. Morgoth acabó con los Árboles de la Luz, se apoderó
de los Silmarils y huyó a Angband unos veinte años humanos antes del inicio de la Primera Edad
del Sol. Las Guerras de Beleriand comenzaron una década después,
cuando Morgoth envió sus legiones
de orcos contra los elfos de Beleriand. Aquélla fue la Primera Batalla,
en la que las hordas de
orcos fueron derrotadas al fin y rechazadas a Angband.
La Segunda Batalla
tuvo lugar cuatro años
humanos antes de que surgiera el Sol y recibió el nombre de "Batalla bajo las
Estrellas",
Dagor-nuin-Giliath. Las fuerzas de Morgoth salieron al encuentro de los recién llegados elfos
noldor en Beleriand noroccidental. A pesar de ser inferiores en número, los noldor lucharon
ferozmente durante diez días. Mataron a todos los que les plantaron cara y obligaron a los demás
orcos a retirarse a Angband.
En el año 56 de la Primera Edad del Sol, las fuerzas de Morgoth
habían recuperado la suficiente potencia como para enviar un ejército mayor que los dos anteriores
juntos. Esta Tercera Batalla recibió el nombre de
Batalla Gloriosa, Dagor Aglareb, porque los elfos,
además de vencer a las legiones orcas de Morgoth, les cortaron la retirada y las aniquilaron.
La victoria fue tan completa que, durante casi cuatro siglos, los elfos sitiaron Angband.
Durante este período se produjeron incursiones de orcos en Hithlum y, en el 260, Glaurung
el Dragón intentó un ataque, pero durante casi todo el tiempo reinó la paz en Beleriand.
Pocos siervos de Morgoth se aventuraban a ir al sur de las Montañas de Hierro.
Cuando Morgoth rompió por fin la Larga Paz, estaba verdaderamente preparado. En el año 455,
sus legiones de orcos estaban mandadas por balrogs y dragones con aliento ígneo. Ésta fue la
Cuarta Batalla, que se llamó Batalla de la Llama Súbita, o Dagor
Bragollach.
Fue seguida por
la Quinta Batalla, la Batalla de las Lágrimas
Innumerables, o Nirnaeth Arnoediad.
Estas dos batallas terminaron con una victoria aplastante de Morgoth y significaron la
destrucción de todos los reinos élficos de Beleriand. Nargothrond fue saqueada en el 496.
Poco después fue arrasada Menegroth, y el 511 vio la caída de Gondolin, el último reducto élfico.
Durante casi un siglo, Morgoth retuvo su férreo control de la Tierra Media.
Los Valar
y los Maiar no pudieron tolerar más su maldad y en el año 601 llegaron por tercera y última
vez para hacer la Sexta guerra al Enemigo Negro en un cataclismo que
recibió el nombre de Guerra de
la Ira y Gran Batalla. El conflicto fue tan terrible que no sólo Angband fue destruida sino
que con ella desaparecieron las hermosas tierras de Beleriand. Y, aunque Morgoth recurrió a
todos sus monstruos y demonios, e incluso a una legión de dragones de fuego, fue vencido y arrojado
para siempre al Vacío.
Esta victoria tuvo un precio. Beleriand quedó arrasada.
Las Montañas de Hierro y las Montañas Azules fueron desgarradas y dejaron paso a las aguas del mar.
Toda Beleriand quedó inundada y se hundió por fin bajo el Mar Occidental. Así terminó la Primera
Edad del Sol.