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DÁIN I
RAZA: Enano.
Nació en el año 2440 de la Tercera Edad del Sol y se convirtió en rey de las Montañas Grises en el
año 2585. Poco después, los dragones invadieron
el reino enano y Dáin I, con su hijo Frór resultó muerto por un dragón del frío
mientras defendía las puertas de su propio palacio.
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DÁIN II
RAZA: Enano.
Se le llamaba Dáin Pie de Hierro. Nació en 2767 de la Tercera Edad del Sol,
en las Colinas de Hierro. Ganó fama de gran guerrero al matar a Azog, rey
orco de Moria, en la Batalla de Azanulbizar, en 2799. Seis años más tarde se convirtió en Señor
de las Colinas de Hierro. En 2941, llevó a su ejército a la Batalla de los Cinco Ejércitos
y fue uno de los comandantes victoriosos. Como Thorin Escudo de Roble murió a consecuencia de
las heridas recibidas durante la batalla, Dáin Pie de Hierro fue elegido como su heredero legítimo
y pasó a ser rey bajo la Montaña. Gobernó hasta la Guerra del Anillo, en 3019, cuando resultó
muerto en la Batalla de Valle.
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MONSTRUOS DEMONÍACOS
LOS BALROGS
Eran espíritus Maiar que se pusieron al servicio de Melkor,
el Enemigo Oscuro, y se transformaron en demonios. En el idioma de los Altos elfos se
los llamaba los valaraukar, pero en la Tierra Media se los denominaban balrogs, los
demonios de poder.
Eran demonios de aspecto humanoide, enormes y pesados, con crines de fuego y narices por las que brotaban
llamas.
Parecían moverse dentro de nubes de sombras negras y sus miembros tenían el poder constrictor de las
serpientes. Su arma principal era el látigo de fuego de múltiples colas y aunque también
llevaban la maza, el hacha y la espada flamígera, era el látigo lo que más temían sus enemigos.
Esta arma era tan terrible que el vasto mal de Ungoliant, la Gran Araña que ni siquiera los Valar
pudieron destruir, fue expulsado del reino de Melkor por sus feroces latigazos.
El más infame
de la raza de los balrogs era Gothmog, Señor de los balrogs y Gran Capitán de Angband. En las
Guerras de Beleriand fueron tres los grandes señores elfos que cayeron bajo su látigo y su
negra hacha. En cada uno de los alzamientos de Melkor y en cada una de sus batallas, los balrogs se
encontraban entre sus principales campeones, y así, cuando el holocausto de la Guerra de la Ira puso
fin para siempre al reino de Melkor, también acabó casi por completo con los balrogs como raza.
Se cuenta que algunos huyeron de aquella última batalla y se enterraron en lo más profundo de
las montañas. Transcurrieron muchos miles de años y nada más se supo de aquellos malvados
seres por lo que la mayor parte de la gente creyó que habían abandonado la Tierra para
siempre. Sin embargo, durante la Tercera Edad del Sol, los enanos que minaban en Moria cada
vez a mayor profundidad, liberaron accidentalmente a un demonio sepultado. Una vez libre,
el Balrog mató a dos reyes enanos y reuniendo a orcos y trolls para que lo ayudaran,
expulsó a los enanos para siempre de Moria. Su dominio no se vio cuestionado durante
diez siglos, hasta que fue arrojado desde lo alto del pico de Zirak-zigil por el Mago Gandalf,
después de la Batalla en el Puente de Khazad-dûm.
LOS HOMBRES GUSANOS
Cuentan las leyendas de los hobbits que en el Último Desierto, en la Tierra Media oriental,
vivía una raza de hombres gusano. Aunque ninguna historia de la Tercera Edad del Sol hace
referencia a estos seres, los hombres gusano eran comparados con los dragones y las serpientes.
Quizás eran para los hobbits recuerdos de las criaturas que acecharon en la Tierra durante las
Guerras de Beleriand.
EL KRAKEN
El Libro Rojo de la Frontera Oeste narra que, cuando un feroz balrog fue liberado
en el reino enano de Moria, otro ser surgió de las oscuras aguas que se encontraban bajo
la montaña. Se trataba de un gran kraken, de muchos tentáculos y enorme tamaño.
Era luminoso y verde y de su inmundo cuerpo surgía un repugnante hedor a tinta.
Después de muchos esfuerzos, acabó llegando a las aguas transparentes del río Sirannon.
Allí construyó un gran muro en el lecho del río y se hizo para sí una oscura laguna,
horrible y quieta. El kraken era el guardián de la Puerta del Oeste y nadie podía
pasar sin enfrentarse a él. Por esta razón se lo llamó el Guardián del Agua.
LOS LICÁNTROPOS
En la Primera Edad del Sol llegó a Beleriand una raza de espíritus atormentados, que eran siervos
de Melkor. No se conoce su origen, pero es seguro que estos
espíritus malignos adoptaron la forma de lobos por medio de la brujería. Eran una raza temible
y sus ojos brillaban con una ira aterradora. Hablaban tanto la Lengua Negra como el idioma de
los elfos. En las largas Guerras de Beleriand el mayor número de estos licántropos fue, bajo
el estandarte de Sauron, a la torre noldorin en el río Sirion que cayó en su poder. La torre
recibió el nuevo nombre de Tol-in-Gaurhoth, la isla de los licántropos, y allí gobernó Sauron.
Debajo de Tol-in-Gaurhoth existían profundas mazmorras y en sus defensas acechaban los licántropos.
En la Búsqueda del Silmaril, Huan el perro lobo de los Valar, llegó a Tol-in-Gaurhoth y mató a muchos
licántropos. Uno llamado Draugluin, padre y señor de la raza de los licántropos, entró en
combate con Huan. Hubo una gran pelea y Draugluin acabó huyendo a la torre, al trono de Sauron,
donde murió. Entonces Sauron, el cambiante, se convirtió a su vez en licántropo. Era más grande
y más fuerte que Draugluin, pero aun así Huan defendió el puente y cogió a Sauron por el
cuello
y éste no consiguió liberarse por ningún acto de magia o de fuerza. Terminó entregando la torre
a Beren y Lúthien, a quienes servía Huan el perro lobo. El encantamiento maligno desapareció de
Tol-in-Gaurhoth, y los temibles espíritus perdieron su aspecto de lobos. Sauron huyó con
la forma de un gran murciélago vampiro y el poder que sostenía el dominio de los licántropos
en Beleriand quedó roto para siempre.
LOS VAMPIROS
Ninguna historia nos dice si Melkor crió al malvado murciélago chupador de sangre de la Tierra
Media a partir de un ave o de un animal. Pero se cuenta que en la Primera Edad del Sol,
los espíritus vampiros -bajo esta forma alada, de gran tamaño y armados con garras de
acero- entraron al servicio de Melkor, el Enemigo Oscuro. En la Búsqueda del Silmaril,
Thuringwethil, la mujer de la sombra secreta, era una poderosa vampira y la principal
mensajera que viajaba entre Angband y Tol-in-Gaurhoth, donde Sauron gobernaba a los licántropos.
Cuando cayó Tol-in-Gaurhoth, el propio Sauron tomó la forma de vampiro para huir.
Una vez deshecho su poder hechicero, también se disiparon otros encantamientos malignos.
La capa que le daba a Thuringwethil la capacidad de adoptar la forma de murciélago se
le cayó, y el temido espíritu de la vampira huyó.
LAS ARAÑAS
Entre los seres más horribles que jamás habitaron Arda se encuentran las Grandes Arañas.
Eran malvadas y llenas de envidia, codicia y el veneno de la malicia. El mayor de todos
los entes que adoptaron la forma de araña fue Ungoliant, un espíritu poderoso y malvado
que entró en el mundo antes de la creación de los Árboles de los Valar. En la región
desolada de Avathar, entre las montañas Pelóri y el triste mar gélido del sur, Ungoliant
vivió sola durante mucho tiempo. Era terrible y vil, y poseía una telaraña de oscuridad,
llamada la No-Luz de Ungoliant, que ni siquiera los ojos de Manwë podían atravesar.
La Gran Araña Ungoliant fue la más infame de las criaturas, puesto que llegó a Valinor
con Melkor y destruyó los Árboles de los Valar. Y, al igual que devoró la Luz de los
Árboles, Ungoliant intentó atrapar también a Melkor para devorarlo. De no haber sido por los
demonios de fuego llamados balrogs, que acudieron y la azotaron con sus látigos de llamas,
habría acabado devorando al mismísimo Señor de las Tinieblas. Pero los balrogs ahuyentaron
a Ungoliant. Y así llegó a Beleriand y entró en el lugar
llamado Nan Dungortheb, el "valle de la muerte terrible", donde habitaban otros monstruos
de su raza. Aunque no eran tan grandes ni tan poderosas como Ungoliant, estas arañas eran
de todas maneras inmensamente fuertes, porque Melkor las había criado largo tiempo atrás
junto con los otros monstruos que aparecieron antes de que se creara la Luz de los Árboles.
Ungoliant se reprodujo con ellas y pocos fueron los hombres o elfos que se atrevieron a
penetrar en ese valle.
Con el tiempo viajó más allá de Beleriand, a las regiones meridionales, persiguiendo todo aquello
que podía devorar, y se dice que en su hambre insaciable acabó devorándose a sí misma en los
desiertos del sur. En Nan Dungortheb, sus muchas hijas vivieron durante los años de la Primera
Edad del Sol, pero, cuando la tierra se hundió en la Guerra de la Ira, pocas pudieron salvarse
de las aguas. Pero entre esas pocas, una de sus hijas mayores, llamada Ella-Laraña, y algunas
de las arañas menores, cruzaron las Montañas Azules y encontraron refugio en las Montañas
de la Sombra que encerraban el reino de Mordor. En los desfiladeros de esta maligna región,
las arañas volvieron a ser fuertes y en la Tercera Edad del Sol llegaron a Bosqueverde el
Grande. Lo convirtieron en lugar maldito con sus emboscadas de telarañas y Bosqueverde se
oscureció y fue llamado el Bosque Negro. Aunque las arañas del Bosque Negro eran pequeñas
si se las comparaba con sus antepasados, eran muy numerosas y sabias en el arte maligno
de atrapar víctimas. Hablaban tanto la Lengua Negra como la lengua común de los hombres,
pero a la manera de los orcos, con muchas palabras malignas y una rabia que deformaba
la pronunciación. Después de la Primera Edad del Sol, tan sólo Ella-Laraña se acercó
a la majestad de Ungoliant; moraba en un lugar llamado Cirith Ungol, el desfiladero
de la araña, en las Montañas de la Sombra. Vivió en aquel paso durante dos edades y,
aunque fueron muchos los guerreros elfos y dúnedain que llegaron a sus dominios,
ninguno pudo vencerla, los devoró a todos. Aunque era grande y fuerte, la larga
vida de Ella-Laraña terminó antes de que la Tercera Edad finalizara. Encontró la
muerte de manera inesperada a manos del hobbit Samsagaz Gamyi, el menos importante
de todos los que la desafiaron. Tras la herida mortal que recibió Ella-Laraña,
Mordor y Dol Guldur fueron destruidos y las arañas de las Montañas de la Sombra
y del Bosque Negro perecieron.
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