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Historia
fantástica, más digna de la contratapa (1) que de esta sección,
pero está aquí, por decisión de los hombres, creadores
de sus propios fantasmas.
Historia fantástica en este Planeta Rodríguez, donde se revuelven
mentiras, desesperación, necesidad, locura y muerte.
Descarada
farsante, autoritaria, alcohólica, incesante generadora de influencias
y entornos, temida y amada, arbitraria o generosa; capaz de negar unos litros
de leche a los hijos de quienes no simpatiza y capaz de defender como una
fiera a quien decida ayudar. Encaramada en una intrincada red de contactos
de insospechables alcances, absuelve o condena, da o quita. Historia fantástica
de esta mujer que del simple puesto de vigiladora en la Sala 7 del Hospital
Vicente López y Planes pasó con el tiempo a ser llamada con
reverente respeto 'la doctora'. Para ello debió quedar atrás
un primer marido en Las Malvinas de cuyo recuerdo solo perduran dos hijos
y un turbulento derrotero que le sumó otros tantos 'recuerdos', hasta
poder, al final del laberinto, reinar todopoderosa en sus dominios.
De aquellos
oscuros años de celadora, aprovechó el tiempo y supo absorber
conocimientos primarios de primeros auxilios y un sinnúmero de
amigas leales que serían de decisiva importancia en sus ambiciosos
planes: Más de una vez, pudo conseguir medicamentos y lograr que
se entregaran -en silencio y sin preguntas- a sus malogrados pacientes
que habían entrado en su 'consultorio' de a pie y salido de urgencia
en camilla.
Y allí
están aquellos deshauciados uno atrás del otro, desde temprano
y por horas, a veces toda la noche a la intemperie; arrugando con sus
manos crispadas el billete de 10 pesos; el inexorable precio que significará
la salud, o la resiganción. Como resignadamente recibió
la muerte dos años atrás aquella madre de cuatro hijos cuyo
marido, amigo de 'la doctora' no quería el quinto. Luego de ser
atendida por un aborto disfrazado de "cáncer" en una
clínica rodeada de piadoso silencio.
Sondas
en el útero, vaciamientos e infecciones... por años los
únicos que se animaron a descubrir sus intimidades fueron los perros
hambrientos que sabían revolver los desechos de su profesión.
Umbandista
frenética, magnánima manzanera, pródiga en distribuir
pañales, frazadas, colchones y alimentos cuando als circunstancias
lo requieran recorriendo en una ambulancia las miserias de su entorno:
mujeres que solo esperan de la vida más hijos, fantasmas de hombres,
casillas de chapa, basura y promiscuidad y el olor acre de la pobreza.
Miseria sin misericordia.
Y una
hija loca que andaba por las calles vendiendo a sus hijos por 300 pesos,
rescatados luego por su no menos loca abuela... dos hijos de distinto
padre y ahora un tercero, de otro...
Poderosa
en sus dominios, temida y violenta; experimentada lobbista y poseedora
de contactos, influencias y protecciones que un político (o mafioso)
envidiaría; asistente social y gestora de subsidios; sacerdotisa
y maga; canal de ilusiones y alucinaciones: Angel del cielo o monstruo
vomitado por el infierno, todo depede de las circunstancias.
Pero ay!
aquellos dioses tutelares invocados en aquellas exaltadas y enajenadas
noches de embriagadora locura mística, parecen no haber descendido
esta vez hacia su hija dilecta.
Parecía
un "tratamiento" de rutina: sondas, alcohol, raspar la carne
hasta desprenderla... apenas 50 pesos y algo de sufrimiento separaban
a aquella desesperada chica que huía de la verguenza o de quien
sabe qué.
Pero esta vez, ya ni las invocaciones ni las nubes de incienso llegaron
a los dioses protectores, y las manos de "la doctora" dejaron
paso a las de los doctores de Luján, y luego a las manos de la
Justicia.
Acorralada entre ésta y el silencio que se le exigía, decidió,
ya que ella misma había condenado a su hijo, a arriesgarse a condenarse
ella misma, y con ella, a la dadora de vida y muerte que se había
atrevido a desafiar a los dioses.
(1) Nos
referimos a las "Historias de Fantasmas", relatos de viejas
leyendas de la zona que por entonces se publicaban en la contratapa
Acción,
22 de enero de 1999 |
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