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El Planeta
Rodríguez de hoy no debería haber sido, y esto, en dos sentidos.
El primero porque debería haber habido otro: una historia sin nada
en particular, pero lamentablemte cotidiana; extraordinariamente brutal
en sí misma.
El viernes por la tarde tuvimos oportunidad de sorprendernos al escuchar
una entrevista efectuada de «Radio 10» a una intérprete
de folklore de modesta e incipiente trascendencia en ciertos circuitos.
Ella es joven y atractiva y tiene el singular atractivo de aquellas personalidades
que desconocen lo que es pasar desapercibida y tiene además, la
seducción del timbre de su voz y el estilo de su canto, afortunadamente
descubierto y difundido en el cada vez más desolado y hostil mercado
de voces nativas.
Durante la misma, la joven se deshizo en loas y agradecimientos hacia
su piagmalión y, especialmente a su ciudad de origen, Brandsen.
En determinado momento, la intérprete recordó, como al pasar,
su desafortunado paso por una peña de General Rodríguez:
"no me dejaban ir a Cosquín" y para no dejar lugar
a dudas de su explotación agregaba: "me pagaban 20 pesos por
noche...".
Nadie
discute el hecho de que cualquiera recuerde amargas experiencias laborales
durante una entrevista.Lo sorprendente consistió en dejar clara
la impresión en miles y miles de oyentes de asociar a General Rodríguez
solamente por una imagen negativa.
No hubo ni una palabra de agradecimiento hacia la gente de General Rodríguez,
que la respaldó y mucho, en su todavía incipiente trayectoria.
Ni una sola palabra de agradecimiento hacia los modestos medios locales
(incluso también de Luján y tantos otros lugares) que difunden
generosamente sus melodías. Porque si la joven cobra cada gorjeo
de su privilegiada voz, no es menos que a los que difunden -de onda, para
darle una mano- sus interpretaciones les cuesta y mucho cada minuto de
radio, cada centímetro de papel.
Los calores
del éxito parecen haber derretido el cobre de los delgados fusibles
de esta refulgente estrella, "explotada" y "exclavizada"
por una modesta e ignota peña del Lejano Oeste que conspiraba contra
ella intentando malograr su resplandenciente trayectoria.
Una joven intérprete de folklore, sí, pero sin las agallas
de una Pastorutti que siempre recuerda que alguna vez, junto a su familia,
pasó hambre.
Cualquiera
que la hubiera visto entonces diría que fue una estupenda actriz,
recién llegada y sin un cobre en los bolsillo, que desbordaban
sí, de anonimato y hambre de hacer y dedicarse a lo suyo.
Prima
donna, prima donna... desagradecida con los vivos, desagradecida con los
muertos...
Porque
podemos disculpar -ocurre tantas veces!- que el envanecimiento le haga
olvidar a aquellos que alguna vez le fueron útiles, pero no podemos
disculpar que olvide al público de General Rodríguez, que
"olvide" -y desprecie con este olvido- a la localidad que fue
su trampolín para que hoy pueda estar saboreando su éxito;
y que merece solo mencionarse para resaltar su "prisión"
artística.
Prima
donna...desagradecida con los vivos, desagradecida con los muertos...
Recuerda,
la próxima vez, antes de volver a abrir tu encantadora boquita,
no solo respetar y agradecer a los vivos, sino también respetar
a aquellos que no pueden defenderse y recuerda sobre todo, el calor de
aquellas mejillas, ahora tan heladas como este invierno, que alguna vez
se te ofrecieron brindándote la bienvenida, cuando no eras nadie
y recuerda agradecer el plato de comida que tantas noches te tendieron,
sin preguntarte de donde venías y sí para saber a donde
ibas.
Acción,
23 de julio de 1999 |
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Valdrá
la pena extenderse un poco más en este "Planeta Rodríguez"
tanto para explicar a nuestros amigos lectores (de extra muros rodriguenses)
de qué se trata, como para contar algunos acontecimientos posteriores.
Los artistas, se sabe, suelen ser muy sensibles, tanto al aplauso y elogios
como para la crítica... o la indiferencia. La nota en cuestión
desató la ira de su promotor artístico, E.M quien abrigaba grandes
esperanzas en Tamara Castro (porque de ella se trata).
En un programa dedicado al folklore de una radio local indujo a sus conductores,
unos pobres jovencitos cuya educación es tan elevada como sus rebuznos,
a atacar a este periódico con el único argumento de su brutal
entendimiento: la burla grosera. Los propietarios de la emisoria disfrazada
de "comunitaria" (dado que es tan comercial como cualquier
otra) avalaron su proceder con tanta brutalidad como los autores.
Tamara Castro
había llegado a General Rodríguez junto a una troupe de más
o menos valorables intérpretes, aficionados los más, llenos
de voluntad y deseos de cantar. Estos cantantes, en su mayoría, deambulan
lejos de sus lugares de origen, suelen vivir malamente durmiendo donde los
sorprenda la noche. Buena gente, con ojo vivaz para vislumbrar oportunidades
o ventajas que el entorno pueda ofrecerles, no tienen, por cierto una vida
muy regular o lo que entendemos como "ordenada", ni les hace
falta.
El caso es que la troupe supo recalar en la peña "Lo del Negro"
de General Rodríguez y a la que hacía referencia nuestra prima
donna. Allí estuvieron durante mucho tiempo, lógicamente las
cosas no estaban bien económicamente, asi que no podemos afirmar que
los cachets de estas estrellas fueran pagados religiosamente y acordes a sus
dignísimos talentos. Lo cierto es que de aquella peña, un estupendo
sitio dedicado al folklore, nadie salió rico (en realidad, de ninguna
peña se sale así).
Puede que a Tamara le resultara seductor presentarse en radio como mártir
o víctima, sensibilizando a su auditorio; lo cierto es que encontró
abrigo y refugio durante mucho tiempo en ella. Si hubiese dicho eso en General
Rodríguez, donde su historia era conocida, habría generado una
carcajada tan sonora que su cinismo habría enmudecido. La historia
de haber estado "esclavizada" por el contrato leonino de
un pobre propietario de una peña suburbana que le impedía asistir
a Cosquín al filo del 2000 resultaba francamente graciosa. "Esclavizada"
o no, Tamara residió (suponemos sin cadenas a la vista) durante largo
tiempo en estas latitudes.
El dueño de la peña, Rafael Navarro, había sido asesinado
en ocasión de un robo en enero de ese mismo año, dejando a su
esposa con un hijo y embarazada de su hija. Fue él quien le había
brindado (bien o mal, porque la dulce Tamara podía haberse ido) un
lugar a esta muchachita media muerta de hambre, llamada "Tamara".
El caso es que, pasados los meses y ya transcurriendo el 2000, esta maravilla
en la cual ER, su pigmalión, mecenas, representante artístico
y celoso defensor cifraba sus esperanzas de catapultarse a los grandes circuitos
decidió que ya era hora de darle un brusco vuelco a su carrera y abandonó
en un solo día a su representante que quedó sumergido en una
profundísima depresión (pero profundísima en serio) luego
de haberle dedicado tantos años de su vida profesional, y de la que
apenas se ha repuesto. A fines de abril de 2001, una especie de minisolicitada
firmada por los deslenguados conductores del programa folklórico anunciaban
en los medios su retiro de la emisora, en malos términos, claro, trasladándose
a una radio de un distrito vecino. En definitiva, terminaron todos destrozándose
entre ellos. Incapacitados para reeducarse en el lenguaje del respeto, continuarán,
seguramente, sembrando discordias y groserías.
¿Y
la prima donna? ¿que ha sido de la prima donna?
La hemos visto recientemente (verano del 2001) en el festival de Jesús
María; radiante, cerrando ella sola la noche en un escenario frente
a miles de personas: realmente era su noche, gloriosa y contundente; tan contundente
como la rolliza humanidad estrenada y que bamboleaba arriba del escenario
entre los haces de luz, que tanto encandilan a las estrellas y, a veces, derriten
sus cobres, aunque ahora, con el estómago un poco más lleno.
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