|
|
"Es
a través del lenguaje visual y del surgimiento de ideas gráficas, que el
artista procesa la estructura generatriz de un proyecto. Este fenómeno acontece
cuando el espíritu creador se adueña del imaginario en la raíz del sentimiento
que le dió origen. El arquitecto Gustavo Navone, es el ejemplo de esta pasión
creadora. Es a partir de la década de los noventa que logró proyectar en
imágenes un «locus» o espacio, cuyo recorrido es vivenciado por multitudes
fervorosas.
Nacido en
Luján, cerca de la Basílica, percibe esta estructura espacial significada
en la concreción de una utopía ideada por Pb. Jorge María Salvaire (1847-1899).
En su recinto sagrado se recibe diariamente la visita de los peregrinos promesantes.
Las diversidades de ex-votos con sus variadas iconografías corporales, aluden
al milagro y a la protección ejercida por la gran madre: La Virgen de Luján |
|
|
|
|
|
|
Al cumplir
siete años visitará otro espacio emblemático, junto a «Nuco», su padre,
y participará del ritual mágico de un juego milenario llamado fútbol. Situada
en el barrio de la Boca, la «Bombonera» denominada así por los boquenses
era el espacio arquitectónico donde las camisetas azules y doradas refulgían
en una especie de lid con algo de ballet, maratón y destreza corporal. Fue
el descubrimiento del ingenio que se expresa en la improvisación creativa
de una «jugada», un cabezazo, un saque al raco, o el tiro que se dirige a
la red empujando una pelota con la fuerza de un Maradona o de un Palermo,
que transformaron este juego en un paradigma de la pasión argentina. Más tarde
este ejercicio creativo lo va a ejecutar Gustavo Navone a través de lápices,
pinceles, y acrílicos de colores hasta plasmar un tiempo vivo, sitiendo el
calor de un espacio de nido protegido y guardado por sus fieles. Fue «Nuco»
el personaje padre que lo inicia en ese rito, cuando marchaban al estadio
desde Luján, en una peregrinación hacia el templo de la Bombonera. |
|
|
 |
|
|
En 1974 Gustavo
interrumpe su itinerario. «Nuco» se ausenta de su vida en 1985, y él
tardará veinte años hasta retornar a ese sitio. Ahí comienza la verdadera
hsitoria artística de Gustavo Navone, cuando pudo proyectar en el papel, en
la tela, en el espacio, el espíritu de esa especie de caja materna como un
útero que encierra a los fervorosos hinchas de Boca. Gana en 1993 el Primer
Premio en la Bienal Internacional de Arquitectos, realizada en Buenos Aires
en la especialidad Dibujos de Arquitectos. Ahí reluce la «Bombonera»
con un estallido de luces; Iluminada por el poder imaginario del dibujante
arquitecto, su imagen interna pudo concretarse. Luego de la remodelación realizada
por el arquitecto Justo Solsona en el año 1995, las series dibujadas y pintadas
siguen surgiendo a lo largo de nueve años, creando un modelo, un arquetipo
del estadio. Esta imagen ocupa un lugar de privilegio en los espacios expositivos
consagrados de Buenos Aires. Establecido en General Rodríguez desde su infancia,
la formación del lenguaje plástico de Gustavo Navone tiene sus influencias,
en la niñez, la del conocido dibujante Gianni Dalfiume. Más adelante se recibe
de arquitecto en la Universidad de Morón. En General Rodríguez cumple una
importante labor cultural e inicia un período efervescente donde proyecta
ideas gráficas a través de estudios preliminares.
Su arte es
conceptual, tiene un proceso lento y al mismo tiempo nervioso y vivo, sus
ideas son generadas en el papel o en la «maquette» en el oden de una vibración
emotiva que lo impulsa a fijar sus signos en el espacio. ¿Qué otra cosa no
es la Basílica de Luján pintada mil veces por él? o la iconografía de la Virgen
que flota en el cielo como una imagen que nos guía? Su peregrinación por toda
la Provincia de Buenos Aires, con la serie «El cielo de Luján», así
lo ha demostrado. Su pintura se convierte en un estandarte religioso, la imagen
pintada de «La Bombonera» está en cada sitio de la Boca, la han hecho
suya y apropiado con la espontaneidad con que en otro tiempo Molina Campos
y sus gauchos eran exhibidos en las láminas del famoso almanaque de Alpargatas.
Existe en
estas imágenes de Gustavo Navone el arquetipo que responde a la necesidad
profunda del hombre de la calle, del pueblo, del imaginario social que él
encarna. El dibujo gestual espontáneo tiene su antecedente en la admiración
que le profesa al arquitecto Clorindo Testa, quien representa en nuestro país
el paradigma del artista creador. De Pérez Celis toma el ejemplo de la fuerza
cromática y la capacidad laboral; trabajaron juntos en los murales dela Universidad
de Morón y luego en el estadio boquense. En su pintura -varias veces laureada-
vemos esa caligrafía de arquitecto-pintor. El resplandor de sus imágenes se
presentan consolidadas en formas pregnantes, en un enjambre de líneas entretejidas
con tramas movibles que respiran como seres orgánicos. El artista encarna
en la tela el espíritu estallante y energético que se asoma en la masa arquitectónica.
Cuando Jorge
Glusberg dice que su obra se inscribe en los ochenta se refierre a que procede
de la pintura-pintura con respecto al arte pictórico de esa década,
y conceptual, porque esta obra responde a un proceso, a las series que anteceden
al modelo elegido, como material valioso del discurso de su lenguaje plástico
La culminación
de este fenómeno creativo se concreta como un sueño: llegar a «la Bombonera»
y colocar ahí sus creaciones. Esta muestra que presenta el artista en
el «hall» del estadio es un logro de la fuerza mítica que esta arquitectura
provocó en uno de sus fieles creyentes. Esta muestra la resignifica. A
ambos lados del camino central sembrado de estrellas hallamos las versiones
de las mil y una imagen de la «Bombonera»."
|
|
|
|
|