"El Perdón"


Qué fácil es hablar de perdón, pero que difícil es darlo.
Algunos han dicho que es un don el saber que estamos equivocados y que podemos ser perdonados; 
pero ¿qué pasa con los que se equivocan y nos hacen daño?

Algunas veces deseamos castigar a dicha persona, pero quienes salimos más castigados somos nosotros mismos y para liberarnos es necesario renunciar a esos sentimientos dolorosos que no son nuestros, sino que son de quien nos hizo daño, y hay que dejarlos ir.

Cuando sucede esto, me pregunto, ¿qué hubiera yo hecho en lugar de la otra persona que me hizo daño, si yo hubiera estado en la misma situación y circunstancias?

Casi siempre concluyo que en ese momento, lo que hizo esa persona fue su mejor opción para él, aunque no para mí, y lo que la otra persona hizo fue sólo protegerse, no fue su intención hacerme daño.

¿Acaso no hice sentir yo alguna vez a otra a otra persona de la misma manera?

O ¿estaré pensando que mis sentimientos valen más que los de la otra persona?

Y de ahí viene la siguiente reflexión:

Me siento herido, pero eso no significa que la otra persona sea mala o en verdad quiera hacerme daño. Simplemente la otra persona no conoce toda mi vida ni mi pasado, igual que yo no conozco el suyo, y no sabe lo que traigo guardado en mi historia personal.

El perdón no se pide, se da ...
Y la razón más importante para darlo es que me libero de una gran carga.


¿Qué prefieres? ¿Ser feliz o creer que tienes  la razón? 

                            




Uno de los impedimentos más comunes para arribar al perdón es la venganza. Soñamos y vivimos en pos de dar lecciones o enseñar a otros que estuvieron equivocados y que la razón era sólo mía. Idealizamos situaciones en las cuales quien nos hizo daño llegue a nuestra puerta de rodillas, a pedir perdón y a reconocer que se equivocó. Son más las veces que sin querer nos destruimos para recordarle a alguien el daño terrible e irreparable que nos causó.

La venganza es un deseo muy fuerte por querer tener la razón. La paz comienza cuando dejamos de querer tener la razón. La razón es otro de los bastiones poderosos del miedo. Esto nos lleva a un verbo clave en la liberación, que es el soltar. Esta es la acción clave de saber con certeza que al mundo no lo mueve la razón, lo mueve el amor, y éste no necesita razones. ¡Basta! es hora de entrar al perdón, liberarnos y sentirnos en paz.

El perdón es un juego divino. Hay múltiples formas de abordar el perdón, aunque cabe repetir que es un verbo y necesita acción. A veces una reconciliación hecha con juegos amorosos funciona para perdonar sucesos que no nos hayan permitido fluir en nuestro pasado.

 Cabe un ejemplo maravilloso de una amiga, quien en su cumpleaños número cuarenta decidió sanar, de una vez por todas, sus quince años. Esta amiga tenía quince años, se le preparaba una fiesta maravillosa, con cuadrilla, agencia de festejos, trajes largos, etc. A lo que veinte días antes de su anhelada celebración le llegaron las notas del colegio al padre, cuando se dio cuenta de que traía tres materias aplazadas, en un ataque de furia, la llamó y le dijo que delante de él ella iba a llamar a todos los invitados, agencia de festejos, orquesta y les diría: «Se acaba de suspender la fiesta porque soy floja y mala estudiante».

 Y así sucedió, entre lágrimas cumplió con la tarea impuesta por el papá. Ahora a los cuarenta, revisó minuciosamente su escaparate de rencores y encontró el suceso, a lo que no se quedó con eso, habló con sus padres, pidió ayuda a amigos, alquiló la sala, la agencia de festejos, la orquesta, desempolvó la lista, armó la cuadrilla, y con la ayuda de sus padres, revivió, en su cumpleaños número cuarenta, sus quince primaveras y con ellas el perdón a ella misma, a papá y a todos los involucrados.

Como verán son múltiples los caminos hacia el perdón, lo que no es productivo es que te quedes con una venganza o en la común mentira de que no tienes a nadie a quien perdonar y cuando lo ves u oyes de él te erizas.

El perdón es fuente inagotable para una mayor y mejor calidad de vida. Solo la paz es la cantera de la creatividad, del amor; y de allí todo sale. Recuerda que el perdón es el máximo regalo. ¡Úsalo!. El perdón libera, el perdón construye, te devuelve a tu ser y te conecta directamente con tu poder ilimitado.

Carlos Fraga

 

 

 

 

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