La
Objetividad es el valor de ver el mundo como es, y no como queremos que sea.
Los seres humanos somos una compleja mezcla de sentimientos, raciocinio,
experiencia y aprendizaje. Todos estos elementos pueden brindar a una persona
una percepción de la realidad que puede estar equivocada.
Cuando una persona no es objetiva, se centra en las circunstancias y no en los
problemas. Observa las cosas superficiales, pero no el fondo. Probablemente
todos conocemos a alguien que comete un error al no juzgar correctamente la
realidad: la persona desilusionada porque había idealizado a su pareja, el
muchacho que reprobó el examen porque pensó que sería más fácil de lo que
esperaba, el trabajador que no juzga correctamente las circunstancias y pone en
peligro a los demás, las personas que discuten porque uno de ellos se aferra a
su propia visión.
Ser objetivo es un reto importante, porque exige de nosotros ver los problemas y
las situaciones con un enfoque que equilibre adecuadamente emoción y
razonamiento. Esto por supuesto es complicado cuando las conclusiones se basan más
en los sentimientos. Por ello el valor de la objetividad es tan importante,
porque nos permite dar su justo peso a los acontecimientos y obrar de una forma
coherente.
Una de las formas más eficientes de vivir el valor de la objetividad es viendo
los problemas y las situaciones desde todos los puntos de vista. En este proceso
el escuchar la opinión de gente madura y desinteresada nos permite observar las
cosas con menos apasionamiento y con mayor objetividad. En ocasiones estamos tan
inmersos en los problemas que no logramos ver la solución, por obvia que
parezca. En otras ocasiones nos aferramos a nuestro orgullo o a un juicio
equivocado por no contar con toda la información necesaria.
La objetividad nos permite tomar decisiones más eficientes, mejora nuestras
relaciones humanas, lo que conlleva a tener un impacto positivo en la familia. La objetividad nos
permite ser más justos con quienes nos rodean y siempre nos abren las puertas.
La lucha por ser objetivos implica el ceder un poco ese “Yo” que a veces nos
pesa tanto. En ocasiones no es orgullo, ni soberbia, sino que simplemente
tenemos una tendencia natural a creer que tenemos la razón. Si evaluamos
siempre que existe la posibilidad de estar equivocados, nos permite ser más
certeros y apreciar todo con mayor objetividad.
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