CAPÍTULO II

Marco Teórico

1.  La óptica de la ciencia política sobre los petro-estados del mundo

Eifert, Gelb y Tallroth (2003) mantienen una explicación que abarca el comportamiento de los petro-estados del mundo, afirman que así como las tradiciones políticas determinan el uso de los ingresos provenientes del petróleo, son los  propios ingresos los que determinan la economía política de los países exportadores de petróleo. Los flujos derivados del “oro negro” pueden financiar la inversión productiva de índole física o social, o propiciar auges insostenibles del consumo y precipitar, en última instancia, una crisis fiscal; pueden elevar los niveles de bienestar público a través de mecanismos transparentes de distribución, crear espacios excepcionales para competir, o apuntalar cleptocracias.  La ciencia política revela aspectos del funcionamiento del Estado que repercuten en la gestión económica y fiscal de los países exportadores de petróleo. La teoría de la búsqueda de renta económica demuestra cómo ésta desvía los incentivos económicos hacia la competencia por el acceso a los ingresos petroleros, alejándolos de las actividades productivas, especialmente en entornos no transparentes caracterizados por la arbitrariedad política y la ambigüedad en materia de derechos de propiedad.

¿Que es la renta económica?

 

Eifert, Gelb y Tallroth (2003) definen la renta económica como la cantidad adicional que se paga (por encima de lo que se pagaría por el mejor uso alternativo) por algo cuya  oferta es limitada, bien por naturaleza o por causa del ingenio humano. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) es un cártel que mantiene la oferta de crudo en niveles artificialmente bajos en comparación con el potencial de producción mundial, con lo cual aumenta el precio del petróleo. El costo adicional para los consumidores es renta económica. La búsqueda de renta económica mediante limitaciones artificiales es una actividad en auge, especialmente en las economías petroleras.

 

 
 

 

 

 

 

 

 


La ciencia política permite agrupar a los países exportadores de petróleo en cinco categorías básicas: democracias maduras, democracias partidistas, autocracias paternalistas, autocracias depredadoras y autocracias reformistas. Estas categorías —extraídas de varios estudios sobre el tema (véase  cuadro)— reflejan las diferencias cualitativas en cuanto a la estabilidad del marco político y de los sistemas de partidos, el grado de consenso social, la legitimidad de la autoridad y los mecanismos mediante los cuales los gobiernos (o los que aspiran a gobernar) se aseguran y mantienen el respaldo, y la función de las instituciones estatales para sostener los mercados y distribuir o utilizar de forma equitativa los ingresos petroleros.

Estas características políticas e institucionales promueven las diferencias respecto a la longitud de los horizontes políticos, los niveles de transparencia, la estabilidad y la calidad de las políticas, el poder político de los sectores que producen bienes exportables distintos del petróleo y el poder de los intereses directamente vinculados al gasto público.

 

 

 

 

El objeto de estudio en esta investigación, centraría su atención en dos de estos subgrupos de clasificación representados en el cuadro anterior: Democracias Maduras y Democracias Partidistas.

1.1. Democracias maduras

Eifert, Gelb y Tallroth (2003) concluyen que los países y las unidades subnacionales encuadrados en esta categoría se distinguen por tener sistemas de partidos relativamente estables, instituciones electorales sólidas y políticas asentadas en un amplio consenso social, lo que incentiva a las autoridades a pensar en el largo plazo, dado que la reputación del partido y los resultados económicos  se convierten en el eje de la pugna por el poder. Las políticas se basan, en general, en una información transparente; los derechos de propiedad están bien definidos, y los cambios de gobierno rara vez conllevan un reajuste radical de las prioridades. La burocracia es competente y relativamente independiente; el profesionalismo de los sistemas judiciales fomenta el funcionamiento despersonalizado de los mercados y una estabilidad razonable de las reglas. La competencia política por los resultados económicos significa que la inversión estatal y la provisión de bienes públicos complementan la productividad del sector privado, lo que consolida un fuerte apoyo de la ciudadanía en pro de una gestión económica prudente. En estas condiciones, la influencia de los ciudadanos puede ser un sólido contrapeso frente a los grupos de intereses que se benefician de los contratos y el gasto públicos. Noruega, el estado de Alaska y la provincia canadiense de Alberta son casos representativos de esta categoría.

 

1.1.1. Noruega: Un dinero bien empleado

Eifert, Gelb y Tallroth (2003) toman como modelo de administración y logros lo que Noruega hace con sus recursos a partir de la renta petrolera.  En comparación con otros países exportadores de petróleo, Noruega ha sabido aprovechar sus instituciones parlamentarias sumamente orientadas al consenso, así como la participación de grupos que representan intereses comerciales y laborales, para conciliar las diferentes demandas respecto a los ingresos del petróleo con los objetivos a largo plazo y las metas de estabilización. Este logro es aún más admirable si se tiene en cuenta que, desde que se convirtió en exportador de petróleo, Noruega ha tenido varios cambios de gobierno y ha pasado por períodos de débiles minorías gubernamentales. Sin embargo, al ser un país pequeño que depende del comercio, existen grupos de electores muy favorables  a la estabilización —empleados, líderes sindicales y empresariales— y votantes cuyo bienestar depende de los sectores de bienes exportables no petroleros y que comprenden bien la necesidad de restringir el gasto público y evitar la volatilidad de los desembolsos. En Noruega, contrariamente a lo que ocurre en la mayoría de los otros países, las diferencias políticas son pequeñas y prevalece un sistema de valores igualitario. El alto grado de transparencia de los procesos político y burocrático reafirma la confianza general en la integridad de los políticos y en la capacidad  profesional de los funcionarios públicos; pocos noruegos cuestionarían la aptitud del gobierno para gestionar los ingresos del petróleo con honradez y eficiencia. Tal vez por esta razón Noruega no ha distribuido los dividendos del petróleo directamente a sus ciudadanos, como se hizo en la más individualista Alaska. Como reflejo de estas características, las medidas de política en Noruega son estables, a pesar de los cambios de gobierno, y su formulación es a largo plazo. Sin embargo, últimamente, el cambio de signo del presupuesto —de déficit a superávit estructurales— y la rápida acumulación de activos en el Fondo Gubernamental del Petróleo han hecho que se recrudezcan las presiones políticas para que se gaste un mayor volumen de los ingresos derivados del petróleo y han dificultado la austeridad. Además, los compromisos de gasto aumentarán en las próximas décadas —especialmente por el envejecimiento de la población y el consiguiente aumento de los pagos por pensiones— y se prevé una disminución de dichos ingresos. Estas cuestiones han creado inquietud respecto a la capacidad de Noruega para seguir administrando con éxito su riqueza petrolera.

 

1.2. Democracias partidistas

 Los países incluidos en esta categoría presentan varias características que los diferencian de las democracias maduras. La distribución del ingreso es desigual y el consenso social difícil de alcanzar. Los partidos políticos suelen ser débiles y se aglutinan en torno a líderes carismáticos; las instituciones electorales son frágiles y no es raro que se produzca una intervención militar en la política. Los gobiernos son, en general, inestables o, si no lo son, un solo partido ejerce su dominio sobre instituciones teóricamente democráticas. En ambos casos, el respaldo político se deriva del clientelismo. La política a corto plazo de lucha por el poder y por los recursos que asigna el Estado conduce a una falta de estabilidad de las políticas y de transparencia en los mecanismos de distribución de los ingresos petroleros. El rendimiento económico del gasto público suele ser escaso, dado que las estrategias obedecen a razonamientos políticos y reflejan la provisión de bienes privados a intereses particulares. Las elites burocráticas y políticas, los sindicatos del sector público y el ejército logran, a menudo, que se les asignen partidas directamente. Países como Ecuador, Venezuela y Colombia pertenecen a esta categoría.

Eifert, Gelb y Tallroth (2003) nuevamente eligen un modelo de conducta para este grupo de naciones,  en este caso: Venezuela.  En el país, los ingresos procedentes del petróleo han moldeado la política durante décadas y han creado un estado acosado por el clientelismo y el partidismo, cuyas lealtades dependen directamente del gasto público alimentado por el dinero del petróleo. Los resultados económicos se han visto afectados por la volatilidad de los ingresos petroleros y por políticas de avance intermitente, con los consiguientes ciclos de auge y caída. A pesar de que las exportaciones de crudo de Venezuela desde los años setenta se calculan en US$600.000 millones, aproximadamente, el ingreso real per cápita se redujo en un 15% entre 1973 y 1985, y la pobreza ha aumentado en los últimos 20 años.

 

2.  La Enfermedad Holandesa: orígenes,  definición, consecuencias

Devlin y  Lewin (2004) remarcan que el pobre desempeño económico de los piases ricos en hidrocarburos ha guiado la noción que semejante abundancia, idealmente una bendición, es frecuentemente un “recurso de maldición” que atrofia en lugar de promover crecimiento económico y bienestar en la sociedad. Igualmente señalan que la explicación de este fenómeno puede ser dividido en dos categorías.  La primera de ellas, muy estudiada por Karl (1997), Eifert, Gelb y Tallroth (2003), enfatiza en asuntos de gobierno (incluyendo búsqueda constante de renta, corrupción y un estado sobredimensionado); la segunda  se enfoca en los efectos económicos a saber: la “Enfermedad Holandesa” y volatilidad, profundamente vistos por Gelb y Asociados (19989), Corden y Neary (1992), Aizenmann y Marion (1993), Gavin (1997), Hausmann y Rigobon (2003).

La “Enfermedad Holandesa”, ocurre entonces cuando cualquier comercialización de recursos naturales ofrece ingresos repentinos  de fondos en un sector especifico de la economía, de tal manera que no se incrementa el ingreso de fondos en cualesquiera otros sectores (tal como ocurrió  con el gas en Holanda, que casi desestabilizo el esquema económico de esa nación, y de donde el nombre tiene su origen).  Cuando sucede el fenómeno, se aprecia un crecimiento desproporcionado en un sector mientras que en otros no, creándose serios problemas.    El ingreso del sector desarrollado distorsiona la calidad de los servicios y bienes no-intercambiables, que no pueden ser importados, mientras que se desploman los incentivos de producción en los bienes intercambiables, que son los que se exportan/importan.  Esta disparidad hace que los súbitos ingresos de fondos estimulen la importación, ya que la producción domestica no puede suplir la demanda local lo suficientemente rápido, se incrementa también la demanda de servicios.  La importante demanda de bienes importados y servicios domésticos causa incremento de precios, lo que debería originar un incremento en la producción local, pero no ocurre por el flujo constante de moneda extranjera a la economía nacional generando inflación y aumento en los precios.

 

2.1. Antecedentes de la Enfermedad Holandesa

Los antecedentes de la Enfermedad Holandesa se remontan en el debate de 1920 sobre las reparaciones Alemanas de postguerra, conocido por los economistas como el “problema de transferencia” o “transferencias internacionales de ingresos”. 

2.1.1. Definiciones de transferencias de fondos:

 

      i.        En los trabajos efectuados por Aponte (1990), se define de modo restringido que las transferencias pueden ser expresadas como un flujo de ingreso que va de un país a otro sin que exista contrapartida de valor alguno ni en el presente ni en el futuro, es decir, una transferencia internacional de ingreso de manera unilateral.  Ejemplo de estas transferencias son las donaciones internacionales de recursos financieros, en la que algunos piases prestan ayuda financiera de carácter humanitario a otros países, y las remesas que los inmigrantes suelen enviar a sus familiares desde el país donde residen y trabajan hacia los países donde son oriundos.

 

    ii.        Una segunda definición más amplia de las transferencias de fondos internacionales implica que son todo flujo de ingreso entre países que no da origen en lo inmediato a una contrapartida de valor en sentido contrario, aunque esta última puede ocurrir en el futuro.  Tal es el caso de los empréstitos internacionales y de las inversiones extranjeras, los cuales implican una salida de ingreso o “contrapartida de valor” desde el país inicialmente receptor de los recursos financieros hacia el país de donde salieron los mismos sólo que en el futuro, bajo la forma de servicio de la deuda o pago de dividendos.

A raíz de las reparaciones de guerra que Alemania estuvo obligada a pagar a los Aliados, en particular a Francia, una vez finalizada la Primera Guerra Mundial, se suscitó un debate muy interesante, tanto en lo político como en lo económico, sobre estas transferencias internacionales de ingreso. Entre los protagonistas estuvieron “dos grandes” de la ciencia económica moderna: John Maynard Keynes y Bertin Ohlin. Para Keynes (1929) las reparaciones alemanas, y más en general toda transferencia internacional de ingreso, implicarían para el país que efectúa dicha transferencia no sólo una disminución de su ingreso nacional por el monto de la suma transferida, sino, además, una carga adicional o “fardo secundario” derivado del proceso de ajuste económico a la transferencia inicialmente convenida, lo cual resultaría en una nueva disminución del ingreso nacional para dicho país.

El razonamiento de Keynes (1929) era el siguiente: la transferencia no sólo afectaría el ingreso nacional de los países involucrados sino también la balanza de pagos de ambos países, generando un desequilibrio –bajo el supuesto de que inicialmente esta cuenta se encontraba en equilibrio en ambos países– en la misma: el país que paga o efectúa la transferencia conocería un déficit en su cuenta corriente mientras el país beneficiario lograría un excedente de igual magnitud en la misma cuenta, ambos por el monto de la transferencia. Para llegar a una nueva posición de equilibrio –señalaba Keynes, refiriéndose a Alemania–, el país que efectúa la transferencia debería exportar más e importar menos, es decir, generar un excedente en su balanza comercial que de manera simétrica representaría un déficit –un aumento de las importaciones y una disminución de las exportaciones– en el país beneficiario de la transferencia. Para Keynes (1929) si Alemania, que era el país que efectuaba la transferencia, quería tener éxito en crear el excedente necesario para restablecer el equilibrio de su balanza comercial, debería bajar el precio de sus productos de exportación y soportar un alza en el precio de sus productos importados, es decir, provocar un deterioro en sus términos de intercambio. Este último entrañaría una nueva baja en el ingreso nacional de Alemania, sumándosele a la disminución inicial del ingreso provocado por el pago de la transferencia. A esta segunda disminución del ingreso nacional para el país que paga o efectúa la transferencia, Keynes la llamó “fardo secundario”, el cual deberían soportar necesariamente todos aquellos países que efectuaban o eran víctimas de una transferencia internacional de ingreso.

Aponte recalca (1990)  que este enfoque, que da una gran importancia a los movimientos en los precios relativos como medio fundamental de ajuste de la balanza de pagos al producirse una transferencia internacional de ingreso, es denominado clásico y a la presunción según la cual el “fardo secundario” constituye un imperativo para alcanzar el nuevo equilibrio en la balanza de pagos de ambos países se califica de presunción ortodoxa.

Frente a esta visión, Bertin Ohlin (1929) propuso otra que paradójicamente “anticipa el llamado pensamiento keynesiano”2. En este enfoque alternativo la demanda es el elemento clave del proceso de ajuste por encima de los precios. La demanda es la guía de la producción y no los precios. Este enfoque se traduce, en el marco de un modelo de transferencias internacionales de ingreso, en lo siguiente: como el pago de una transferencia va a disminuir el ingreso nacional y en consecuencia contraer la demanda del país que efectúa la transferencia, mientras en el país beneficiario de la misma ocurrirá un movimiento en sentido opuesto, entonces “el ajuste se realizaría no a lo largo de las curvas de demanda, sino más bien por desplazamiento de estas curvas”3. De esta manera, en un caso extremo, la transferencia internacional de ingreso pudiera realizarse sin necesidad de que hubiere una variación en los precios relativos entre los dos países involucrados y en consecuencia sin “fardo secundario” alguno para el país que efectúa la transferencia. Este enfoque es calificado, dentro de la literatura económica, de “moderno” e incluso de “keynesiano”, siendo la característica esencial que lo define el rol ajustador que se le atribuye a la demanda, en lugar de las variaciones de precio para restaurar el equilibrio perturbado tanto interna como externamente.

Devlin y Lewin (2004) se encargan de yuxtaponer parte de las consecuencias de las transferencias internacionales de fondo con la disciplina fiscal e impacto económico de los petroestados del mundo.  De las explicaciones anteriores, el problema de transferencia ofrece varias ideas teóricas para el entendimiento y análisis del ingreso petrolero.  En primer lugar, el ingreso petróleo es similar a una transferencia de fondos en el sentido que la industria petrolera emplea escasos y limitados recursos domésticos, donde la sobrevaluacion hace que los ingresos se conviertan en rentas para la economía receptora.  Adicionalmente, la industria petrolera es un enclave y en consecuencia influencia de manera tremenda la economía, es absorbida por la economía, de igual forma que una transferencia lo es.  Aunque no desde un punto de vista contable, desde un punto de vista analítico, las transferencias de fondos tiene efectos similares a los de renta petrolera.

 

3.  Nacimiento de una Venezuela Petrolera

En los comienzos del siglo XX, Venezuela era un país económicamente pobre y rural y una población mayoritariamente analfabeta.  Con la llegada de la república después de la guerra de independencia y posteriores guerras internas, las condiciones materiales del país lo que hacían era deteriorarse.  Pero con el nuevo siglo se inicia uno de los procesos modernizadores mas exitosos de la región.  En franco contraste con lo que habían sido sus antecedentes, y gracias a ese proceso modernizador, las clases medias y altas, por ejemplo, llegaban a poseer niveles de vida equiparables a los países del llamado mundo desarrollado.  A mediados de la década de los 70, el ingreso per capita venezolano doblaba el de Italia e igualaba el de Alemania Occidental.  Estas condiciones de nivel de vida lograron incluso alcanzar a los sectores pobres de la población en educación y salud; creando perspectivas de crecimiento y desarrollo como país, en todos sus ámbitos.  Todo esto estuvo, de manera incuestionable, vinculado con los importantes ingresos petroleros (Lander L.E, 2005).

Es en la segunda década del siglo XX que el petróleo forma parte fundamental de la economía a venezolana, los ingresos provenientes del petrolero desplazan del primer lugar a los ingresos provenientes del Café, el Cacao, la Agricultura y la Ganadería y en la actualidad se puede definir Venezuela como un país monoproductor a raíz de las políticas impuesta por nuestros gobernantes.  Ya veremos en números porque.

El carácter “rentista” de la economía moldearía un aparato de Estado y una sociedad dependiente en extremo de los vaivenes del mercado petrolero internacional. (Lander L.E, 2005) A pesar de los discursos y esfuerzos realizados a lo largo del siglo por construir una economía mas diversificada, por sembrar el petróleo[1] ,  aun hoy la participación del petróleo en el PIB es de mas de un cuarto, en el ingreso fiscal mas del 50% y las exportaciones petroleras superan el 80% del total de las exportaciones venezolanas.

Desde finales de la década de los setenta, se ensayaron en tres ocasiones programas de reestructuración y ajuste macroeconomico que tuvieron corta duración y no lograron detener la recesión y deterioro de las condiciones de vida de la mayoría.  Según CEPAL,  mientras que para el año 1990 el 34% de las familias venezolanas vivía en condiciones de pobreza y el 12% en indigencia, al finalizar el siglo esas cifras se elevaron  hasta el 44% para las familias en condición de pobreza y a cerca de la mitad de éstas en condición de indigencia.  Todo esto ocurre después de 86 años privilegiándonos de la renta petrolera.

 

3.1. Evidencias de un país monoproductor:

 

Actualmente,  las cifras que se observan en la cuantificación de los ingresos totales y exportaciones de bienes y servicios de Venezuela, dejan en evidencia la dependencia peligrosa en recursos finitos y sometidos a  merced de un mercado impredecible:          

 

                       

 

Desde 1998 los ingresos Petroleros como % del PIB rondan el 50%  de los ingresos totales del año fiscal en curso.  De igual forma, las figuras que muestran las exportaciones venezolanas de bienes FOB están en sintonía con la dependencia fiscal del mercado internacional de los hidrocarburos, donde alrededor del 80%  lo abarca el petróleo y sus derivados:

 

  Fuente: Ministerio de Finanzas de la República Bolivariana de Venezuela

Observando la situación actual de Venezuela, Gregory Wilpert (2003) recuerda que la denominación inmediata resultante es la de un país exportador de petróleo, el 5to. más grande del mundo, con las mayores reservas de crudo convencional (liviano y pesado) en el hemisferio occidental y con las reservas de crudo no convencional (extra-pesado) mas cuantiosas en todo el mundo.  Este privilegio adquirido le ha dado color y forma a casi todos los aspectos políticos, sociales, económicos, históricos y culturales a la nación. 

 

3.2. Venezuela: Cronología de un petroestado

La historia Petrolera de Venezuela puede ser dividida, a grosso modo y como lo indica Wilpert (2003),  en cuatro grandes periodos: el descubrimiento y producción inicial de petróleo (1912-1943), el proceso de toma de control venezolano sobre la industria del petróleo (1943-1974), el boom petrolero y nacionalización de la industria petrolera (1974-1998), los esfuerzos del gobierno por retomar el control de una creciente independencia de la industria petrolera (1999-actual)

 

3.2.1. Nacimiento de un petro-estado (1912-1943):

 

Era sabido  que Venezuela poseía  abundante petróleo desde la era precolombina, cuando los indígenas usaban el que salía a la superficie con fines medicinales y otros propósitos prácticos.   Sin embargo, el primer pozo fue taladrado en 1912.  Inmediatamente después,  la Royal Dutch Shell y posteriormente  Rockefeller’s Standard Oil se convirtieron en los grandes productores de hidrocarburo en Venezuela.    En pocos años, para 1929 Venezuela se convierte en el segundo  mas grande productor de petróleo del mundo, después de Estado Unidos, y el exportador mas grande que hasta la época existía.  Tugwell, Franklin  (1975) indica que entre 1920 y 1935 la porción que se exportaba de petróleo se mueve de 1.9%  a 91.2%.  Esto, por supuesto tuvo gran impacto en la economía del país, en algo que entre los economistas se le conoce como “Enfermedad Holandesa”: la producción agrícola decae dramáticamente a casi cero, y el país se des-industrializa.

 

3.2.2. Se fortalece el Petro-estado (1943-1973):

 

En el año 1943 se promulgo la nueva Ley de Hidrocarburos que significó entre otras cosas, un incremento sustancial de las regalías, al pasar de una media del 9% a un mínimo del 16,66% (Lander, 2005) y la unificación de todas las concesiones bajo un mismo régimen.  Ese mismo año se promulgo una Ley de Impuesto sobre la Renta que establecía soberanía impositiva de la República y que incrementaba los importes de ese impuesto.  En 1948, una reforma de esa ley impositiva incorporó lo que fue conocido como el fifty-fifty, que garantizaba al Estado una participación en las ganancias nunca menor a un 50% y que terminaría siendo el patrón asumido por los restantes piases productores.  Todas estas acciones implicaron un paulatino fortalecimiento de los intereses del dueño del recurso.

Posteriormente, y en la misma dirección, se origina la fundación de la CVP y la OPEP en 1960, la atribución en 1970 otorgada al ejecutivo para fijar unilateralmente los llamados valores fiscales de exportación., en 1971 la promulgación de la Ley que reserva al Estado la industria del gas natural y la Ley de bienes afectos a reversión en las concesiones de hidrocarburos y, en 1973, la Ley que reserva al Estado la explotación del mercado interno de los productos derivados de los hidrocarburos.  Además de las instituciones y de los instrumentos legales mencionados, en 1968 la OPEP con su “Declaración sobre política petrolera en los países miembros” estableció el control soberano de los piases productores sobre los volúmenes y los precios de referencia fiscal como vía para maximizar el ingreso fiscal petrolero.  Con estas medidas las transnacionales fueron reducidas de hecho al papel de operadoras.

           

3.2.3. Boom Petrolero y Nacionalización de la Industria (1973-1998):

 

Con el embargo petrolero al Medio Oriente en 1973, los precios del petróleo a nivel mundial y con esto el ingreso por renta petrolera de Venezuela, reflejado en la bibliografía de Wilpert (2003),   se cuadruplico de 1972 a 1974.  Fue un hecho único e histórico en Venezuela.   Esto facilito al recién elegido presidente Carlos Andrés Pérez afirmar que Venezuela se convertiría al pasar de unos pocos años en un país desarrollado.  Su proyecto fue conocido como “La Gran Venezuela” y suponía “sembrar el petróleo” a través de esfuerzos mancomunados de lucha contra la pobreza vía control de precios e incremento de los ingresos, y la diversificación de la economía del país, vía sustitución por importación.  Parte del plan era el nacionalizar la industria petrolera, la que se consolido en 1976 con la creación de Petróleos de Venezuela (PDVSA).   El boom petrolero parecía ser una bendición al país, pero trajo consecuencias negativas como inflación crónica, y paradójicamente un incremento en deudas.  El problema se acentúa cuando los precios del crudo comienzan su viaje de descenso a partir del incumplimiento de las cuotas de producción establecidas por los miembros de l a OPEP.  Según  el OPEP Annual Statistical Bulletin (2001), en 1998 el barril logra un mínimo histórico de 3.19 USD  (precios de 1973).

 

3.2.4. Re-fundación de la OPEP y re-nacionalización de la industria petrolera? (1999-actual):

 

 Cuando Hugo Chavez es elegido presidente en 1998, junto con el liderazgo de Ali Rodríguez,  se decide reforzar las relaciones con la OPEP y convertirlo en un cartel con importancia reivindicada.  Wilpert (2003) señala que hasta la llegada al poder de Chavez, la organización sumía bajo su propia sombra, con Estados miembros que regularmente ignoraban las cuotas establecidas.  Venezuela se había convertido en uno de los Estados socios menos fiables.  La producción sobre la cuota combinada con la expansión de producción de crudos de los piases no miembros de la OPEP (Rusia, México, por ejemplo) induce a una caída en los precios del barril.  Chavez decide corregir el rumbo organizando la segunda reunión de países miembros en la capital de Venezuela, Caracas, en el año 2000.  Incluso, en el primer periodo de gobierno Chavez realiza visitas frecuentes a los miembros para recordar adherirse a las cuotas y mantener precios entre la banda de $22  y $28 por barril.  Los resultados fueron evidentes, cuando los precios del crudo fueron al alza por primera vez desde 1985, a casi $27 por barril (precios nominales).

Pronto nace un conflicto entre el Gobierno Central y la gerencia de PDVSA, quienes por los últimos 15 años se habían enfocado en producir el máximo posible obviando las cuotas establecidas por el cartel.  Chavez usa el conflicto  para argumentar que la empresa requiere ser re-nacionalizada por ser muy independiente del Estado, por convertirse en un “estado dentro de un estado”.

 

 

4. Impacto de la industria petrolera en la sociedad venezolana

 

4.1. Económicamente

Quizá, el efecto más evidente que el petróleo ha tenido en la economía de Venezuela ha sido la aparición del “Dutch Disease”.  Estudios anteriores así lo muestran, cuando se analiza el comportamiento y disciplina fiscal de los petro-estados.

Los efectos de la Enfermedad Holandesa se ven claramente en la economía venezolana.  El World Development Report (2000/2001, p.297) muestra que el  incremento en la producción de petróleo e ingresos asociados fueron seguidos por un decremento en la producción agrícola, retardando la industrialización.  Mientras que la agricultura constituía hasta 1/3  del PIB en Venezuela para 1920, éste se redujo a menos de 1/10 para 1950.  Actualmente la agricultura constituye hasta un 6% del PIB.  También, la producción industrial ha decaído en el periodo de tiempo comprendido entre 1990 – 1999 de 50% del PIB al  24% (comparado con el resto de América Latina, que tuvo recesión del 36% al 29% en el mismo periodo).          Otro de los síntomas de la enfermedad son las constantes devaluaciones de la moneda local e inflación subsecuente desde el boom petrolero en los últimos años de los 70s y comienzos de los 80s (con una inflación anual sobre el 50%  entre 1988 y 1998).

El repentino ingreso de renta petrolera trajo también problemas fiscales inherentes.  El nuevo ingreso ofrecía la ilusión de poder industrializar al país con masivos proyectos de infraestructura (caso Carlos A. Pérez).  La multiplicación por 4 del revenue causo un gasto acelerado que sobrepaso el flujo de entrada, y cuando el valor del barril bajó, no resultó sencillo limitar el patrón de gasto publico.  El gobierno aumento gradualmente sus deudas y entre 1970 y 1994 la deuda externa  se eleva de 9% al 53% del PNB.  El ingreso per capita disminuyó a la par y toda la economía venezolana sucumbe en la pobreza.  Para 1996 Venezuela era uno de los pocos países del mundo donde el ingreso per capita era inferior al de 1960 (Terry Lynn Karl, p.235. This was a fate suffered by only 19 countries in the world in 1996)

 

4.2. Culturalmente

La dependencia casi absoluta del comercio de los hidrocarburos en Venezuela ha originado una actitud que fomenta la mentalidad clientelista y rentista entre sus habitantes.    Esto significa que el puebla cree que sus condiciones serán optimas si se tiene acceso a la riqueza petrolera del país.  En lugar de concebir ideas innovadoras de emprendedores, se intenta alinearse con el Estados, buscando empleo o contratos del negocio asociado a la producción y explotación de hidrocarburos.    El analista político Terry Lynn Karl describes estas consecuencias como sigue:

Al estilo de un petro-estado, las actitudes y búsquedas rentistas se ha convertido  en el principio organizacional de la vida política y económica de Venezuela y las inflexibles instituciones políticas existentes operaban  en aras de perpetuar un sistema   estropeado.  Tanto los organismos del estado como los partidos políticos desecharon su rol programatico para convertirse en  maquinas de extracción de rentas del arena publico.

Otro observador de la situación venezolana, el antropólogo Fernando Coronil, argumenta que la riqueza petrolera del país, concentrada en el Estado, ha causado que el organismo central parezca tener poderes supraterrenales, y que son capaces de lograr cualquier festín  sin costo a la población

 

     Lynn Karl. (1997) añade:

“Así, transformado en un petroestado, el estado venezolano ha venido manteniendo no solo el monopolio de la violencia, sino también de la riqueza natural de la nación.  El Estado ha ejercido este monopolio bajo el drama excepcional, intentando complacer  a través de la demostración  espectacular de  su imperiosa presencia – pretender conquistar, en lugar de  persuadir … creando y construyendo extremadamente excitantes  proyectos  que generan  fantasías colectivas de progreso,  lanzan su hechizo sobre toda la audiencia y actores también.   Cual “hechicero magnánimo” , el Estado apunta a su objetivo mientras induce un condición o estado de ser receptivo de todas sus ilusiones – un estado mágico.”

 

 

4.3. Políticamente:

 

La economía petrolera de Venezuela y su cultura también deja sus marcas en la política.   Una consecuencia directa del clientelismo y la naturaleza mágica del Estado, resulta  ser que la estructura se constituye muy burocrática.    Karl Lynn (1997) estima que del total de personas empleadas en la economía formal (aprox. 50% de la población en capacidad de laborar), aproximadamente 45%  es empleada del gobierno.  Otra de las consecuencias es lo que el científico politico Terry lynn Karl llama “democracia pactada”.  Este termino describe se refiere a un sistema democrático que logra su supervivencia a través de acuerdos entre los diferentes grupos elitescos del país.  Es un tipo de tregua entre fuertes grupos de intereses opositores, con el objetivo de mantener sus privilegios.    Las treguas, en Venezuela, tomaron forma como en pacto de Punto Fijo, donde la mayoría de los partidos políticos se garantizan acceso al poder en proporción a los votos obtenidos en las elecciones.  Los socialistas radicales y partidos comunistas fueron excluidos completamente de este pacto.    El pacto de Punto Fijo comienza a decaer junto con los precios del crudo a mediados de los 80s.  Posteriormente recibe su estocada final con la toma de poder de Chavez en 1998.

 

Wilper (2003) concluye que en términos de la burocratización  y la naturaleza pactada de su democracia, Venezuela asemeja mucho a los regímenes socialistas unipartidistas, con la excepción  que era gobernada por un sistema de alternancia de dos partidos (AD-COPEI).  Curiosamente, el sistema colapsa el mismo año que Europa Oriental lo hizo, en 1989, con el “Caracazo” donde hubo levantamientos generales de inconformidad en contra  de las reformas económicas mandadas por el Fondo Monetario Internacional.