:: Megauniversidades
virtuales el futuro de la
educación |
El
progreso de megauniversidades virtuales que
difunden contenidos tanto a través del sistema
tradicional como de Internet, la
profesionalización del material didáctico que
utiliza los multimedia, así como la aparición de
sistemas de evaluación externos, son las
tendencias que están llevando a la educación a
integrarse en la Nueva Economía. Educación
permanente, educación generalista, educación de
geometría variable, educación flexible apoyada
en el soporte de las tecnologías de la
información, son los perfiles del sistema
educativo que se aproxima.
La Educación,
como conjunto de los servicios de gestión y
transmisión del conocimiento, es una actividad
productora prioritaria en las economías de los
países industriales avanzados.
Por un
lado, en lo que podríamos llamar educación para
el largo plazo, los servicios educativos
transmiten los valores de la sociedad, aseguran
la relación temporal entre el pasado, el
presente y el futuro.
Estos servicios
son “superiores” no sólo en el sentido de las
funciones de consumo (o sea, con elevadas
elasticidades de precios y rentas), sino que son
servicios “superiores” para la sociedad en su
conjunto, por lo que todos los miembros de la
sociedad deben tener acceso a ellos.
En
principio, esta función de la educación debe
facilitar la eclosión de las características más
creativas de cada individuo, y al mismo tiempo
debe prepararle para la flexibilidad frente al
cambio permanente de las bases del conocimiento.
Educación como valor económico
Por otro lado, en lo que podríamos
llamar educación para el corto plazo, los
servicios tienen carácter formativo y un elevado
valor económico.
La educación para el
corto plazo tiene como finalidad proporcionar el
conocimiento indispensable para la actividad
productiva, el capital humano operacional que
interviene en los procesos de acumulación de
intangibles y que origina gran parte de las
ganancias de productividad total de los
factores.
La educación primaria y
secundaria tiene mayoritariamente objetivos de
largo plazo, mientras que en la educación
terciaria se comparten ambos objetivos.
Tradicionalmente encerrada en sus
finalidades educativas de largo plazo, durante
el largo proceso de desarrollo de la Sociedad
Industrial la Universidad ha ido incorporando
objetivos a más corto plazo.
Financiada
por el sector público, con impuestos pagados por
la sociedad en su conjunto, era imposible que la
Universidad se dedicara únicamente a buscar la
verdad, sin mayores preocupaciones por la
situación material de su entorno.
Servicios socioeconómicos
Es así como, década tras década,
durante los últimos dos siglos, la educación
terciaria ha incorporado un número creciente de
servicios (en forma de facultades, licenciaturas
o cursos) de mayor interés socio-económico
(véanse las escuelas de ingenieros en el siglo
XIX o el estudio de la economía y de las
ciencias sociales y políticas en el siglo XX).
La característica principal de estos
nuevos servicios es que tienen un valor de
mercado y con frecuencia se encuentran con
demandas solventes: los individuos están
especialmente dispuestos a adquirir bienes
educativos superiores que, al facilitar su
actividad productiva, les permiten mejorar sus
niveles de renta y bienestar.
En este
contexto, una parte creciente de la educación
superior se estructura en grupos de productos
(carreras, especializaciones) que constituyen en
toda regla una oferta de servicios, con
diferentes niveles de calidad y de precios. Es
obvio que la producción de estos servicios puede
ser de gran interés económico para numerosos
agentes del sector privado.
La
Universidad pública no estaba bien preparada
para una evolución de esta situación de mercado,
y la existencia de oportunidades concretas de
negocio tenía que acabar con su monopolio de la
educación terciaria.
Tecnologías de
la educación
Así, progresivamente se
han desarrollado universidades privadas, y más
recientemente universidades corporativas
estrechamente vinculadas a las demandas
empresariales.
Para darle mayor fluidez
a este sistema de mercado también se han
iniciado actividades de servicios de
intermediación que agilizan el necesario
encuentro entre ofertas y demandas. Todos estos
nuevos agentes necesariamente se interesan al
desarrollo de la tecnología educativa.
En general, la educación no ha sido
ejemplar en lo que se refiere a la introducción
de las nuevas tecnologías de la información en
sus sistemas productivos: las fórmulas
tradicionales de transmisión del conocimiento, y
en particular la relación maestro-alumno, están
tardando en adaptarse a las posibilidades que
ofrecen las telecomunicaciones, los ordenadores
o los multimedia.
Algunas tendencias
recientes hacen entrever, sin embargo, cambios
importantes del sistema productivo de la
educación, especialmente en los que hemos
denominado actividades de corto plazo de elevado
interés socio-económico.
Tendencias
de cambio
Conviene destacar al
respecto:
• El desarrollo de
Megauniversidades virtuales que proporcionan
educación a distancia utilizando soportes
tecnológicos avanzados con una elevada calidad
en sus contenidos. Esta nueva configuración
educativa reduce en más de un 50% el coste de
formación por alumno. • La transformación de
la educación in situ en una educación mixta,
(que difunde contenidos tanto del sistema
profesoral tradicional como de Internet), y que
incluye elementos de la educación a distancia
(introducción en la red de cursos de alto nivel
pedagógico por algunas grandes universidades
americanas). • La profesionalización de la
preparación del material didáctico que utiliza
los multimedia, lo que hace intervenir en el
proceso educativo a nuevos profesionales que no
se integran necesariamente en las organizaciones
universitarias. • La aparición de sistemas
de evaluación externos, diferentes de los
sistemas de educación, que reducen el valor de
la certificación tradicional.
Más
tecnología y menos costos
En
general, las tendencias más profundas que se
detectan al introducir las tecnologías de la
información en la enseñanza universitaria
serían:
• La automatización de la parte
más repetitiva y menos creativa de la enseñanza,
siguiendo las pautas de la automatización en el
resto de los sectores económicos y desarrollando
contenidos de multimedia. • La disminución
de los costes unitarios de difusión del
conocimiento. Estas tendencias hacen que la
educación de corto plazo, orientada al mercado,
se esté integrando paulatinamente en la Nueva
Economía: nuevas tecnologías, mayor
productividad, menores costes, mayor competencia
y menores precios; nuevas demandas estimuladas
por el carácter “superior” de los consumos
educativos y, sus elevadas elasticidades,
precios y rentas.
Brain workers
Los trabajadores del futuro serán
investigadores que desarrollan nuevos procesos y
productos. Serán “brain-workers”, innovadores de
sistemas capaces de afrontar la solución de
problemas complejos.
También serán
empresarios de ellos mismos, autoempleados, o
serán agentes públicos, comprometidos con la
satisfacción de las necesidades colectivas,
verdaderos altruistas.
Es muy probable
que estos cuatro prototipos del
trabajo-producto, constituyan los pilares de
apoyo de la sociedad postindustrial, su mejor
capital humano.
¿Qué tienen en común
estos investigadores, estos brain-workers, estos
empresarios o estos servidores de la
colectividad?. Sin duda comparten el aspecto
fuertemente vocacional de su actividad, pero
también se asemejan en sus características de
curiosidad intelectual, de creatividad, de
polivalencia, de flexibilidad. Todos los valores
positivos del ser humano encuentran en este
nuevo tipo de trabajo un medio de expresión
preferente.
Ideal de futuro
Los retos para los sistemas
educativos son obvios: en la sociedad
post-industrial, la educación debe facilitar que
florezcan las virtudes creativas en todas las
fases de la vida; la educación debe incluir
fundamentos metodológicos generales que permitan
en cualquier momento cambiar de orientación
temática; la educación debe proporcionar los
medios de búsqueda de la información que
permitan profundizar en el momento oportuno.
Educación permanente, educación
generalista, educación de geometría variable, en
el fondo, educación flexible apoyada en el
soporte enriquecedor de las tecnologías de la
Sociedad de la Información, son los perfiles del
sistema educativo que se aproxima.
¡Que
lejos están todavía de este ideal futuro tantos
y tantos sistemas de enseñanza compartimentados
y finalistas!.
Un análisis de la
insatisfacción creciente en torno a numerosas
carreras formativas actuales, promueve en
general recomendaciones en favor de una
definición más precisa de su contenido, para que
este se adapte mejor a las demandas de las
empresas o de las administraciones.
Integración de informaciones
Son sin embargo recomendaciones
peligrosas. El trabajo está en mutación; las
competencias que hoy reclama el mercado tienen
una vida cada vez más corta. Competentes hoy,
inútiles mañana.
El trabajador que posee
los medios necesarios para adaptar continuamente
sus conocimientos, estará siempre satisfecho,
será siempre competente.
En el fondo, lo
que reclama la sociedad futura de su capital
humano es una capacidad ilimitada de integración
de informaciones, lo que a su vez requiere una
formación básica que haya desarrollado
plenamente la capacidad de razonamiento.
La lógica recupera así un lugar
privilegiado en la filosofía educativa. Hay que
enseñar a pensar. La Universidad de la educación
de largo plazo tiene más futuro que presente.
Emilio Fontela es Profesor Asociado de
la Universidad Autónoma de Madrid y Profesor
Honorario de la Universidad de
Ginebra.
Fuente: Tendencias
Científicas http://www.tendencias21.net/
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