Amor de Sirena



En ocasiones el muchacho se aletargaba sobre sí mismo, se recogía, como si el reloj de su tiempo se hubiera parado y pudiese dar marcha atrás. Apoyaba la cabeza en sus rodillas y dejaba vagar sus recuerdos, olvidando incluso su aislamiento en aquella tierra ignota y desconocida a la que había ido a parar sin saber cómo... ni tampoco por qué.

Por momentos lograba dejar la mente en blanco. Pero necesitaba respuestas. Y allí se sentía solo y desamparado. Quería volver a ser feliz... quería reencontrarse con ella, con su amor imposible, son la niña del agua, de cabellos ensortijados y del color del oro que cuando era niño había conocido "en el otro mundo". Por su mente comenzaron de nuevo a desfilar imagenes de si infancia, antes de que su mundo se convirtiese en sórdido y encerrado en sí mismo. Visualizó enseguida la calita del viejo faro a donde iba a jugar a diario con sus pequeños amigos... y recordó aquellos juegos que compartían con los delfines que frecuentaban el lugar, como sabedores de su candor e inocencia... ellos jamás harían daño a tan hermosos animales... hasta alguna tortuga laúd se asomaba de vez en cuando para sumarse a sus diversiones... y los atunes adornaban la escena añadiéndose también a sus saltos y risas...

Retumbaban aún en sus oidos, llenos de añoranza, los gritos de alegría de todos en aquel lugar, en aqulla sana infancia que la vida le había deparado... entonces, como un flash que se había repetido una y mil veces a lo largo de sus todavía cortos años, se centró su mente en el justo momento en que la conoció. Le pareció la más bella criatura que podría existir. Recordó sus risas jugando y saltando con la manada de delfines mientras él permanecía vergonzosamente agazapado trás aquel viejo árbol de la ribera... hasta los perrillos de las praderas se habían acercado a contemplar aquella hermosura. Recordó sus ojos, del color de la esmeralda, con brillos de mar, sus cabellos, como fibras de oro... recordó también como el corazón se le aceleraba en la garganta y su temblor de piernas, estaba emocionado, jamás había visto tal belleza. Sintió que por fín tenía sentido aquello que había escuchado de los mayores. Sabía lo que era el amor, se sintió enamorado y, aunque imposible, supo de inmediato que ese sería el amor que habría de acompañarle por el resto de su vida...

Con el transcurso de los tiempos inmediatos su vida cotidiana giraba en torno a los encuentros con el amr, con su mar, pero también con ella... él la llamaba "mi niña del mar", ella sonreía. Ambos sabían que su amor era imposible, pero, como los niños que sabían ser aún, todo lo creían posible, incluso el amor entre un humano y una "niña del mar".

Pero crecieron, supieron del significado de hacerse adultos, y con ello perdieron la esperanza del imposible realizado. Ella en su mar, él en su cotidianidad... hasta que se sintió en la isla de su propio corazón solitario. Desnudo, aletargado, casi sin vida por falta de esperanza, por la ausencia de aquellos ojos verdes. Y fue entonces cuando todo lo creía perdido, cuando apenas una estrella brillaba sobre su alma, que decidió pedir ayuda...

Oh, Dios mío!... necesito creer de nuevo, necesito que algo o alquien me recuerde que existe aún la esperanza...
Su grito profundo y desesperado atravesó el Universo...
¡¡¡Salvame!!! ¡¡¡Necesito creer!!!
Patéticamente, desgarrado, alcanzó con su espíritu los confines del Cosmos y fue escuchado...

Sabes que el amor es la fuerza que hace que se mueva el Universo, muchacho, pero debes saber también que para que la fuerza actue, para que se hagan realidad los sueños, no puedes permitir que siga viviendo en ti el niño que jugaba con los delfines, elq ue creía posible lo imposible, el que no ponía límites a la realidad ni a la esperanza... esa es la clave, siente de nuevo en ti a ese niño, tal como te creé, y harás realidad tu sueño...

Yo te concedo la fuerza para poder soñar, úsala adecuadamente. Ten fe.

El muchacho sintió que un escalofrío recorría su cuerpo. Alzó la vista, dirigió sus pasos a la orilla del agua, a la playa de sus lamentos diarios.

Se adentró en el agua apenas unos pasos, se sintió abrazado por la espuma, sintió como el amor del mar inundaba todo su cuerpo, todos sus sentidos, todo él era más mar que nunca, el mundo empezó entonces a girar de una forma desconocida por el muchacho... Y entonces, ante él, la más bella mujer que podría soñar surgía de sí mismo, de la profundidad de su propio mar interior, el que inundaba sus pulmones...

Era como una visión divina, era la mujer que había estado buscando durante milenios... era su amor para una eternidad... al fin su mente había hallado el final de la tortura... sua mor con la niña del mar volvía a ser real, y esta vez nadie los podría separar, porque sus espíritus dejarían de vagar en solitario por los repliegues del tiempo para unir en uno solo el espíritu del amor cósmico.

El tiempo dejó de existir, sólo el espíritu importaba ahora. El espíritu, ya sin barreras, del amor eterno.


Agradecimientos a Sirena


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