La tortuga y la liebre
Fábula de Esopo
La liebre era uno de los animales más veloces del bosque, y siempre estaba presumiendo ante los demás de su agilidad y ligereza.
- Ni los más veloces galgos pueden darme alcance- decía -, ni los zorros, ni las águilas... Nadie puede igualarme en rapidez.
La tortuga no hacía caso de estas chanzas y seguía su camino, lenta pero segura.
Se decidió, pues, el punto de partida, el recorrido y la meta, situada al otro extremo del bosque, y a una señal salieron los dos animales, corriendo a gran velocidad la liebre y caminando lentamente la tortuga.
Como era de esperar, enseguida sacó la liebre gran delantera, y viendo que la tortuga estaba muy atrás, se sentó a descansar bajo un árbol muy tranquila.
Al cabo de un buen rato llegó la tortuga con su paso lento y calmoso, y la liebre se rió a carcajadas. La dejó adelantarse un trecho y luego volvió a correr, sacándole de nuevo gran ventaja en pocos minutos.
La liebre repitió varias veces esta maniobra, y tan confiada estaba en su victoria, que una de las veces se quedó dormida bajo el árbol en que se había sentado a descansar un rato.
Desde aquel día, la liebre no volvió a presumir y nunca más se burló de la paciente tortuga.