Nos hemos mudado a este blog como parte del Proyecto: Thelema en Español

No lo dudes más e inscríbete en el foro de Thelema en Español

Sobre la Naturaleza de la espiritualidad humana.

Por: Juan Sebastián Ohem.

Usualmente, cuando buscamos diferencias entre los animales y los humanos, recurrimos a la cuestión de la razón, los animales no pueden razonar o elaborar raciocinios complejos de donde se deriva, entre otras cosas, el lenguaje, sin embargo otro aspecto que nos diferencia de los animales es la espiritualidad, término conocido por todos pero de difícil comprensión, y sí en efecto nos diferencia de los animales y sin embargo suele pasar desapercibida como si fuese parte de la razón, o producto de ella.

Es colosalmente difícil definir lo que la espiritualidad es, si bien podemos enumerar varios productos o ejemplos de la espiritualidad con relativa sencillez, si observamos a una anciana asistiendo a la Iglesia decimos que es espiritualidad, cuando atestiguamos el peregrinaje a la Meca sabemos que es espiritualidad, y sin embargo no podemos definirlo tan fácilmente debido a que engloba tantos posibles efectos y sus causas parecen ocultas al observador. Sin embargo podemos indagar sobre el dónde reside, dentro del Hombre, la espiritualidad, puede ser en el alma, que es la mente, en el espíritu, que es la voluntad, o en el cuerpo junto con las emociones más primitivas y los instintos.

Veamos si la espiritualidad reside en el cuerpo o si es causada por el cuerpo o alguna reacción físico-química dentro de éste; para ello habría que estudiar si la espiritualidad es, de forma alguna, emoción o sentimiento. En efecto relacionamos la paz y la tranquilidad junto con la espiritualidad, un hombre altamente espiritual suele ser un hombre calmado y contemplativo, y sin embargo no es en sí misma una emoción, sino causa de ellas, de modo como los recuerdos por ejemplo, nos pueden traer emociones diversas. Hemos mencionado ya un término crucial “contemplación”, y la contemplación no es un sentimiento, si bien puede causar algunos sentimientos. Quizás la espiritualidad resida en el alma, junto con la razón, como producto de ella, y de cierta manera tendría sentido ya que la espiritualidad es contemplación de un “algo” que produce ciertos sentimientos atractivos al Hombre, de modo análogo a como la mente contempla las verdades de distintos objetos, por otro lado las personas espirituales suelen poseer cierta profundidad en el pensamiento, una cierta capacidad para observar un fenómeno desde diversos puntos de vista de un modo meticuloso e innovador, sin embargo la mera razón, entiéndase en el sentido más analítico y lógico, no siempre lleva al Hombre hacia la espiritualidad, y no es solo eso, ya que se podría responder que ese hombre en particular ha cometido un error, sino que la razón apodíctica nos lleva tan solo al concepto y desmembramiento del concepto en sus diversos componentes, mientras que la espiritualidad hace surgir a la intuición, y la mera razón parte de la intuición, en vez de generarla, en gran parte debido a que la intuición no es racional en pleno sentido, también debido a que la razón apodíctica no causa emociones mas que en un sentido muy colateral, o muy indirecto, precisamente porque es la capacidad más racional del Hombre, en el sentido que es lo más alejado al “pathos”.

¿Dónde pues podemos ubicar a la espiritualidad? A lo largo de este breve pensamiento hemos ya llegado a ciertos puntos importantes sobre la esencia de la espiritualidad, sabemos que es contemplación, sabemos que es una suerte de intuición, que produce en el Hombre emociones que le resultan atractivas o convenientes, y, además, que lleva al individuo a actuar de cierta manera. Sabiendo estas cosas, es decir, que es intuición y contemplación, podríamos deducir que la espiritualidad está en el espíritu, que es, como habíamos ya dicho, voluntad, aunque no solo voluntad en el sentido de capacidad, sino que contiene también los motores o, mejor dicho, la conciencia de aquello que nos resulta atractivo. Cuando hablamos de atracción y causa de emociones o actos, estamos hablando ya de estética, y la estética, que se ubica más del lado del “pathos” que del “logos”, más emocional que racional, parece tener esos mismos efectos en cuanto a emociones y acciones se refieren, una persona harto conocedora del arte del romanticismo alemán, por dar un ejemplo, posee una amplitud de horizontes y una profundidad de pensamiento similar a la de una persona que llamaríamos “espiritual”.

En todo caso habría que hacer una distinción, ésta es que el arte, que es producto propio de la estética es siempre una construcción partiendo de la contemplación de la Naturaleza a través de la concepción particular del artista, el artista no crea, sino que construye, a partir de materiales ya existentes, una representación de la Naturaleza, o de un pedazo de ella, según lo que él ha concebido de ella, aquella obra de arte genera en el espectador una cierta emoción, sea de tranquilidad o de horror, etc., y dado que esa obra de arte ya está dada, finalizada e irrepetible producto artístico, es estático, una pintura o un mural, por más hermoso que sea, no se podrá mover, no puede cambiar y simplemente es lo que el artista ha decidido que sea, una pieza musical o una obra sobre el celuloide, podría decir alguno que es algo movible y no estático, pero no es así, una pieza musical, digamos una opera de Pucini, es ese conjunto de notas musicales y ritmo que si se llega alterar de cualquier forma, deja de ser la pieza que era antes, puede tocarse de nuevo, quizás con una nueva intención y ligeras modificaciones al ritmo, y sin embargo sigue siendo la misma pieza de modo tal que no podemos confundirla con otra.

Así pues la espiritualidad es estética dinámica, en vez de estática, dado que penetra en el Hombre, de modo similar como lo hace el gusto por una obra de arte pero le lleva al Hombre a crear su propia estética y a “acomodarla”, por así decirlo, en su mundo, a transformar su mundo dentro de su espiritualidad. Este aspecto de dinamismo es mejor apreciable cuando tenemos en cuenta el sentido de transformación, en el caso del arte se da una transformación de la naturaleza, parte de ella o producto de ella, en algo que de una u otra forma refleja a la naturaleza misma, en el caso de la espiritualidad se da algo similar al arte, solo que en vez de transformar a la naturaleza transforma al Hombre en imagen de aquello que contempla, no es que se haga reflejo de algo distinto dejando de ser el individuo que solía a ser, como cuando se quema un árbol y se reduce a cenizas, sino que se transforma paulatinamente en aquello a lo cual aspira, ya que la espiritualidad, a diferencia del arte, no es solo imitar, sino aspirar a, el artista recrea un bosque con su pincel, pero no espera que el lienzo se convierta mágicamente en un bosque, si quisiera tanto contemplar un bosque hubiese sido más sencillo viajar hacia el bosque, en cambio podemos observar que en la espiritualidad el Hombre busca ser reflejo únicamente como un medio hacia algo más grande, como decía anteriormente, aspira a ser aquello que contempla, sea Cristo, Buda, cualquier forma de divinidad, personal o no, o un ideal como belleza, justicia, etc., el sentido estético que podemos encontrar en la espiritualidad, y que se distingue de aquella del arte debido a su dinamismo es por ende trascendente.

En la espiritual el Hombre desea ser reflejo de un “algo” para llegar a ser ese “algo”, es decir, desea salir de si mismo, no busca apropiarse de la naturaleza y convertirse en un espejo de la naturaleza, como hace el artista, que plasma a la naturaleza fuera de sí, sino que busca franquear las fronteras de su propia personalidad o esencia. Este acto del espíritu, que es en esencia un acto de la voluntad, distingue al Hombre de los animales en su sentido de trascendencia, que es justamente donde podríamos englobar también a la razón.

La espiritualidad, que es estética dinámica, es causa del arte, la filosofía y la religión, en efecto es superior la espiritualidad que el arte debido a que la trascendencia se genera de un modo más íntimo, ya que la espiritualidad está siempre dentro de uno, y el arte necesariamente debe estar fuera de uno, impreso en la naturaleza. Encontramos en la estética, tanto dinámica como estática, una dialéctica entre el individuo y el otro, en el caso del arte es sencillo, el individuo contempla al otro y construye fuera de si algo que pretende ser el reflejo del otro, en el caso de la espiritualidad el individuo contempla al otro y busca reflejar al otro para ser el otro, de este modo podemos comprender mejor aquellas sabias palabras “dadme a su Hombre y os daré a vuestro Dios”, pronunciadas por vez primera por aquel sabio apologeta.

La espiritualidad es, como el arte, potencia, es decir, es capaz de adoptar innumerables formas, puede cristalizarse de infinitas maneras aún refiriéndose al mismo objeto, por ello es que cada obra de arte es única, de modo paralelo cada sendero que traza el Hombre en su andar espiritual es único e irrepetible, viaja por ese sendero con la ruta que él desee y ese camino nunca se recorrerá de nuevo, en esencia podría decirse que la espiritualidad es un camino que aún no llega, es movimiento, de ahí que sea estética dinámica, como el devenir, movimiento que no cesa hasta llegar a su objetivo o finalidad, la obra de arte es aquel sendero, o parte de él, pero no puede recorrer ni un centímetro más, se queda donde está para siempre.

La espiritualidad es parte integral del Hombre, junto con la moral y la razón, y su explotación o incursión es, no solo provechosa, sino necesaria para que el individuo pueda alcanzar una formación exitosa. Por esta razón es que la religión es inagotable e inextinguible, pues en efecto la religión es siempre espiritual, y cuando una religión ya no permite a sus creyentes recorrer los multiformes senderos de la espiritualidad, es cuando los creyentes se vuelcan a otra religión para explorar más. Sin embargo no hay que perder de vista que “religión” es un término que no necesariamente hace alusión a una religión institucionalizada, sino simplemente en su sentido más puro del latín “religare”, religarse a lo otro, a la otredad, sea ésta la divinidad trascendente personal, inmanente, impersonal, o lo que sea.

En este sentido la religión es estética ante todo, ciertamente no podemos decir que la religión sea “logos” pues es notorio que tiende siempre más hacia el “pathos”, más a la emoción que a la razón, debido a que contiene ya un cúmulo de verdades reveladas, sobre las cuales la razón, el logos, no puede alejarse mucho ni contradecir. La religión es siempre simbólica, o mejor dicho, posee en su seno simbolismo que es transmitido al Hombre para que éste, en su espiritualidad, lleve a la cristalización, que los viva y no solo los considere reales o tenga fe en ellos. Las imágenes, tanto las que se reproducen a partir de la cosmogonía de una religión, como aquellas que son evocadas en nuestra mente son en muchas ocasiones, eje central del discurso del creyente, por ejemplo, en el cristianismo las primeras imágenes que nos vienen son las de la crucifixión, en cambio en el Islam nos viene a la mente la idea de un árabe montado a camello arrasando con pueblos enteros, esa imagen que poseemos en occidente se debe a que anteponemos la imagen cristiana a la otra, aún si se es creyente o no de la fe cristiana, por el contrario un musulmán tiene otra imagen de su fe, la de la piedad del profeta frente a su ejecutor (uno de los episodios más conmovedores de los escritos no coránicos), o quizás el de Gabriel otorgando la revelación a Mahoma, quizás la imagen del profeta rezando en la Meca, y sobre el cristianismo pensará ya no en términos de muerte-resurrección, sino del profeta asesinado. Muy difícilmente podríamos armar una religión partiendo de una imagen escabrosa, por ejemplo el Baphomet, que muchos tachan de ser demonio dios de los masones, aquel juicio es dado en virtud meramente de la estética, como las cabras no son consideradas en nuestros días como parámetro de estética, y como traemos por tradición la idea de la cabra-diablo-sexualidad-pecado muchos no pueden sino temer ante tal imagen.

La religión se convierte entonces en la cristalización, o concritud de una espiritualidad dada, la cual puede dar acceso, o permitir, diversos senderos espirituales, pero dictando ya una norma preestablecida de la cual no puede salirse el creyente, ejemplo de ello es que los católicos no pueden profundizar en su espiritualidad bañándose en sangre de cordero, si bien aquel es el simbolismo de la sangre desparramada por Jesús en la cruz, tampoco podrían profundizar en su espiritualidad mediante ritos sexuales como el yoga tántrico, y así con muchísimos ejemplos. Aquello no debe interpretarse como si la religión, en el sentido común de la institución religiosa y los dogmas dados, fuese mala o como si todos los Hombres debiesen alejarse de todas las religiones establecidas ni mucho menos, el Hombre tendría, en vez de alejarse de ellas, que acercarse a ellas, aprender de ellas y explorar sus diversos senderos, encontrar de entre todos aquellos senderos espirituales aquel que más paz les trae, aquel que les hace sentir más en paz interior y equilibrio con el otro, en cuanto a los creyentes cristianos, no deberían preocuparse ya que si ellos creen estar en la verdad tendrían que creer, por conclusión lógica, que tarde o temprano los “navegantes” de la espiritualidad, por darle un nombre, acabarían convirtiéndose.

Esta noción de espiritualidad nos sirve también como parámetro, podemos observar que el protestantismo es más renuente a aceptar o permitir a sus fieles que exploren otros senderos espirituales distintos a los de ellos, y ésta es una clara muestra de decadencia, la excomulgación suele ser arma de doble filo, como dijese Eliphas Leví, “el que excomulga se excomulga”.

Así pues, amable lector, y con esto concluyo, no tema recorrer los multiformes senderos de la espiritualidad, antes bien conozca y experimente, vaya en pos de la paz espiritual, después de todo no podemos estar seguros de que volveremos a vivir, y la muerte, desgraciadamente, tiene esa costumbre de llegar justo cuando uno está vivo.

Volver arriba.
Página principal.

No olvides firmar mi libro de visitasFirmar el Libro de visitas Ver libro de visitas