CERRO
LA NEGOCIACION CON BANCOS Y BONISTAS
La Serenísima: vivir con nuevos socios Dio
en garantía el 49% de las acciones y el fondo Greenwich es
dueño del 33%.
Pascual Mastellone es socio de un fondo de inversión cuyo
nombre le cuesta pronunciar. Pese, a que Carlos Agote, de Greenwich,
ya se sienta en el directorio de La Serenísma. El fondo posee
el 33% de esta líder en lácteos que con una facturación
de 1.200 millones de pesos y 4.500 empleados controla el 60% del
mercado argentino.
Hace
dos años Mastellone sufrió una depresión y
en un momento estuvo a punto de vender todo a la francesa Danone.
Se arrepintió, pero en el camino y en medio de la crisis
descubrió que la manera más eficaz para sobrevivir
era desprenderse de algunos negocios. No sólo ingresó
Greenwich: Danone se quedó con la línea de postres
y yogures y es su socio en la distribución.
Ayer
Mastellone pagó 53 millones de dólares a sus acreedores
y cerró una negociación de 23 meses con bancos y bonistas.
La deuda, de alrededor de 400 millones de dólares, quedó
reducida a la mitad. Los plazos se estiran hasta 2012. Pero los
acreedores le exigieron que entregue el 49% de las acciones de la
empresa en garantía.
El
empresario, de 74 años y que trabaja desde los 21 en la firma
que fundaron sus padres en 1929, mudó sus oficinas a la zona
más chic de Puerto Madero, con vista a los hoteles de ladrillo
vista: "Mientras siga creciendo la economía este Gobierno
me cae bien", recibió ayer a Clarín.
Mastellone
no conoce personalmente a Néstor Kirchner y confiesa que
Roberto Lavagna lo llama cada vez que nota algún movimiento
en el precio de la leche. "El ministro tiene sus razones. Dice
que si el litro sube 10 centavos hay 400.000 personas más
que ingresan a la línea de pobreza".
—Pero
La Serenísma igual movió el precio...
—Muy
poco, porque entendemos la situación.
—¿Cómo
hará para pagar la deuda?
—Conseguimos
una quita de 100 millones en el capital y 100 de intereses, con
cuatro años más de plazo, del 2008 al 2012. Hemos
previsto un crecimiento de 5 a 6% anual y ganancias operativas crecientes.
Además si surge algún inconveniente, antes de que
los bancos hagan uso de las acciones que les dejamos en garantía,
algo se nos va a ocurrir.
—La
lechería viene de una crisis muy profunda, ¿cambiaron
las cosas?
—Argentina
está llegando a los 10.000 millones de litros anuales. Este
año creció 19% y el volumen iguala a lo que se alcanzó
en 1999. Hay un hecho curioso y es que hoy la la industria está
al tope de su capacidad. La empresa ha recuperado mercado, está
creciendo.
—¿Planean
nuevas inversiones?
—Tenemos
un plan de US$ 6 millones al año para poner al día
equipos obsoletos.
—¿Cómo
se llevan en la fusión con Danone?
—Ellos
son una empresa que cotiza en bolsa y se maneja muy profesionalmente.
Nosotros somos una firma de tradición familiar y está
naciendo del disenso y de la colaboración una nueva cultura.
—¿No
se tentó y pensó en comprar Parmalat?
—Me
matarían los acreedores que exigen que antes de expandirme,
pague.
Clarin, 22 de octubre de 2004
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LA
QUITA. PASCUAL MASTELLONE CONSIGUIO REDUCIR LA DEUDA A LA
MITAD. |
LA
NUEVA ESTRATEGIA ES DE LARGO PLAZO, CON PERFIL PRODUCTIVO Y CONOCIMIENTO
DEL NEGOCIO
La devaluación derrumbó el modelo de los fondos de
inversión de los 90
Compraban
empresas con créditos cortos, pensando en venderlas pronto.
El salto del dólar y un marco recesivo provocaron el colapso.
Tras la crisis, las operaciones se redujeron a una quinta parte.
En
la década de los 90 los fondos de inversión —mayormente
de origen norteamericano— protagonizaron la mayor ola de compras
de empresas en el país desde la nacionalización de
las compañías en la década del 50. Claro que
el default y las nuevas condiciones macroeconómicas globales
tuvieron su correlato en este negocio: las operaciones se redujeron
a una quinta parte después de la crisis de fines de 2001.
La
estrategia de los fondos de inversión de aquella época
era sencilla: comprar empresas apalancándose en deuda de
corto y mediano plazo, buscando hacerlas crecer rápidamente
y venderlas por un importe mayor. Las claves del éxito eran
vender antes que el financiamiento expirara y conseguir un buen
management que permitiera mostrar la anhelada curva ascendente en
los números, aunque muchas veces se tratara de proyecciones
que la realidad se ocupó de desafiar.
Un
análisis poco generoso, pero realista, diría que el
"timing" adecuado era una de las claves del éxito.
Otra, sin duda, era la red de relaciones institucionales que estos
fondos pudieran construir de la mano de intermediarios locales,
que muchas veces abrían los despachos del establishment,
oficial y privado, de entonces.
En
definitiva, el sentido de oportunidad para encontrar al comprador
y la posibilidad de mostrar una buena gestión empresarial
no siempre fueron de la mano. Prueba de ello es la desaparición
de los fondos protagonistas de los 90 en medio de quiebras, ventas
de activos a valores sustancialmente inferiores a los de adquisición
o complejas reestructuraciones de deuda aún en curso de negociación,
acompañadas en no pocos casos de inversionistas que demandan
a los ejecutivos o ex ejecutivos de los fondos.
Un
primer balance de la época podría concluir que la
devaluación produjo el colapso de estas empresas altamente
endeudadas. Pero según especialistas no es la única
razón de la caída. Aun antes de la devaluación
muchas de las empresas operadas por los fondos tenían una
crónica falta de eficiencia en la gestión, que —combinada
con la recesión del país y sus abultadas cargas de
deuda— eran un pasaporte casi seguro a importantes crisis
económico-financieras.
Una
comparación con sus competidores muestra que aquellas empresas
conducidas por sus propios dueños, que estaban gerenciadas
por equipos profesionales y que no tenían como objetivo la
venta en el escenario inmediato, superaron mejor la crisis económica
de la Argentina. Las empresas manejadas con vocación productiva
continuaron, en general, en manos de sus accionistas y lograron
acuerdos de reestructuración importantes o están en
camino de ello. Tal el caso de Loma Negra, Autopistas del Sol, Multicanal,
Telecom, Coto, Mastellone, Sancor, etcétera, que a partir
de su conocimiento del negocio supieron ajustar sus estructuras
y sobrevivir a la debacle.
Entre
los principales fondos que operaron en esa época se destacan:
Exxel
Group, de Juan Navarro, que controló 73 compañías
y llegó a facturar US$ 3.900 millones, entre las que se destacaron
Musimundo y Freddo (hoy del fondo Pegasus, de Mario Quintana), Fargo,
Havanna (hoy del fondo de Christian Colombo y Guillermo Stanley),
OCA (de Advent, liderado por Eduardo Campiani), Supermercados Norte
(absorbida por Carrefour); Blaisten, Polo Ralph Lauren, TIM Galeno
Life e Interbaires. Exxel llegó a contar con la participación
en su equipo de dirección de un ex embajador de los Estados
Unidos: Terence Todman.
CEI
Citicorp Equity Investments, del que participaron Ricardo Handley
(Citibank), Raúl Moneta (Banco República) y Martín
Ruete (ex bancos Palmares y BIBA, actualmente titular del fondo
Coinvest). En los 90 el CEI jugó fuertemente en el sector
de medios y telecomunicaciones llegando a controlar medios gráficos,
canales de TV, radios y sistemas de cable. También contabilizó
frustraciones históricas como Celulosa y Altos Hornos Zapla.
NewBridge,
de Texas Pacific, dirigido por Rick Shifter y Rogelio Pagano (hoy
director del Dolphin Fund), que realizó importantes inversiones
en Alpargatas y empresas de seguros.
Hicks,
Muse, Tate & Furst, de Tom Hicks, representado en Argentina
por Rick Neuman y Marcos Clutterback. En una época cercanos
al Banco República, invirtieron más de US$ 1.500 millones
en América latina en diferentes activos, tales como Telefónica
de Argentina (luego vendida), Claxon (El Sitio), Meca (vía
pública), PSN (canal deportivo que se presentó en
bancarrota en EE.UU.), Fox y TyC, entre otras. Su mayor inversión
local fue Cablevisión, que actualmente tiene una deuda en
default de aproximadamente US$ 800 millones, por la cual existen
múltiples conflictos legales, versiones de venta y serias
disputas con el fondo buitre W. R. Huff.
Otros
fondos que realizaron inversiones en los 90 fueron J. P. Morgan
Partners (llegó a invertir US$ 200 millones en la región),
Advent International y DLJ Credit Suisse.
El
modelo de estos fondos de inversión —compras con apalancamiento,
ventas revaluadas— fue apagándose a fines de los 90
y no sobrevivió a la crisis. Para los tiempos que vienen,
el modelo pareciera ir en otra dirección: inversiones de
largo plazo, con perfil productivo y know how de los negocios, estructuras
de capital más largas y menor relación entre endeudamiento
y capital propio. Si miramos en el origen de las inversiones, países
como Brasil y México, con burguesías fuertes y políticas
de apoyo a sus "multis", parecieran llevar la delantera.
Telmex, Bimbo, Petrobras y Ambev son algunos ejemplos.
Clarin, 21 de octubre de 2004
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