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Civitas Panamericano
2 de Octubre de 1996

INTERACCIONES DEMOCRÁTICAS: UNA MESA REDONDA

Por Thomas Mooney
Vicepresidente de la Federación Estadounidense de Maestros

En primer lugar quisiera felicitar a todos ustedes, a todos nosotros, por una conferencia que ya es un gran éxito. Gracias al gran esfuerzo de todos los participantes - este ha sido un grupo que ha trabajado muy duro. Gracias al muy eficiente manejo de la logística de la conferencia por Conciencia y los demás voluntarios. Es un honor para la Federación Estadounidense de Maestros tomar parte en esta conferencia. Deseo hacerles llegar los saludos de nuestro Presidente, Albert Shanker, y de nuestro Secretario/Tesorero, Ed Mackelroy, quienes hubieran deseado estar aquí pero no les fue posible, por lo que están clavados conmigo.

Voy a tratar de hablarles acerca de la importancia del movimiento sindical y de las negociaciones colectivas en cualquier democracia. A riesgo de afirmar lo que es obvio para esta audiencia, quisiera analizar los fundamentos de por qué - cuál es ese rol y por qué es tan importante. Se ha puesto mucho énfasis hasta ahora en la conferencia en lo que respecta al papel del derecho, de las normas legales y de los derechos civiles como necesarios para la democracia. Se ha puesto gran énfasis en la importancia de los derechos de propiedad como un apuntalamiento crítico de la democracia y en el rol de un mercado libre para proporcionar a los ciudadanos acceso a los beneficios económicos de una democracia. Pero, quizás, se puesto demasiado poco énfasis en el rol de la disparidad económica y la creación de las condiciones para la dictadura.

Muchas dictaduras surgieron para preservar y proteger grandes concentraciones de riqueza, grandes disparidades en la distribución de los frutos de la producción económica. Tales dictaduras son normalmente promovidas por oligarquías de uno u otro tipo - ya sea basadas en la tierra y la riqueza o en el comercio y la industria o una coalición entre ambas. Otras dictaduras se originaron por los esfuerzos destinados a reducir o eliminar rápidamente las disparidades económicas socializando los medios de producción y distribución. Las así llamadas dictaduras del proletariado se convirtieron, de hecho, en dictaduras de burócratas o de un individuo único. De manera que es vital para una democracia estable, que todos los ciudadanos puedan compartir los frutos de las actividades económicas de la sociedad.

Si bien expandir la propiedad y el registro de la propiedad es necesario, - y realmente disfruté la charla de ayer sobre la materia - a fin de que un mayor número de ciudadanos esté interesado en un estado de derecho pacífico, el otorgar a los pobres que trabajan o a los desempleados un título sobre un rancho, una choza o una casilla en una villa miseria o un pequeñísima parcela de campo no es suficiente para capitalizar para ellos un futuro económico estable para sus familias.

De modo que garantizar un mercado libre es crítico para la democracia, pero hoy día millones de pobres no pueden ganarse la vida - ninguno de ellos puede ganarse la vida mediante un comercio en pequeña escala. La mayoría de los trabajadores, la mayoría de los ciudadanos de una sociedad industrial moderna, se ganan la vida, mantienen a sus familias trabajando, por supuesto, para otros - un individuo, una compañía, una institución pública o alguna otra organización. La mayoría de los trabajadores nunca acumularán el capital como para competir en el mercado individualmente.

En un sistema de mercado democrático, por ello, el derecho de celebrar contratos y confiar en esos contratos - su ejecutabilidad - es, por supuesto, vital. El trabajo, al igual que otras mercancías, se compra y se vende. Se celebra un contrato, ya sea verbal o escrito o simplemente tradicional, estableciendo las condiciones y el precio de dicho trabajo. Ese individuo, el trabajador, tiene influencia en la negociación del contrato y la historia nos enseña que la mayoría de los empleadores no paga, por iniciativa propia, un sueldo que permita al trabajador y a su familia vivir con dignidad. Así que en una democracia, el derecho de los trabajadores a organizarse, combinarse y negociar colectivamente los términos y el precio de su contrato de trabajo es absolutamente vital.

Es vital en un sentido, simplemente como un ejercicio del derecho de la libertad de asociación, al igual que el derecho a organizar partidos políticos, sociedades comerciales, asociaciones civiles y otros grupos. Pero el derecho de organizarse y negociar colectivamente con un empleador es algo vital para elevar los sueldos y el estándar de vida de las masas de trabajadores a un nivel de dignidad y para proporcionar a los trabajadores un interés en el sistema económico del mercado, para permitirles una participación equitativa en la riqueza que ayudaron a crear. Sólo las negociaciones colectivas pueden asegurar que si el sistema de mercado funciona y la riqueza de una sociedad en particular aumenta, la participación del trabajador en esa riqueza aumente junto con la prosperidad general.

Realmente no puedo expresarlo mejor que Adam Smith, que fue uno de los primeros y más destacados teóricos que describieron el sistema económico capitalista. Quien dijo lo siguiente: "Si el mejoramiento y la situación de las clases más bajas ha de considerarse como una ventaja o un inconveniente para la sociedad - sirvientes, labriegos y obreros de diferentes tipos constituyen la mayor parte de toda sociedad política. Ninguna sociedad puede ciertamente ser floreciente y feliz cuando la mayor parte de sus miembros son pobres y miserables." De modo que el papel de las negociaciones colectivas y del aumento del estándar de vida, incrementando el interés de la mayoría de los trabajadores en los sistemas de mercado es vital para la estabilidad de un sistema democrático.

Existen otros beneficios sociales que son importantes para describir un movimiento sindical libre. No es una coincidencia que una de las primeras cosas que han hecho históricamente todas las dictaduras de cualquier tipo es suprimir o restringir severamente o directamente eliminar a los sindicatos. De manera tal que al luchar por su propio derecho a existir y a estar legalmente constituidos, los sindicatos también ayudan a crear y a mantener la libertad de asociación de todos los demás grupos.

Creemos que también es importante destacar, que los sindicatos de maestros en particular, tienen un papel especial que cumplir en ese proceso, porque los sindicatos de maestros son uno de los grupos claves que defienden el concepto de la libertad académica - el derecho a discutir las cuestiones, ya sea en un marco académico o en cualquier otra parte. Esto a su vez, fomenta el derecho a la libre expresión de todos los ciudadanos y el derecho a disentir.

Los sindicatos también sirven como la escuela de la democracia para muchos trabajadores. Es quizás el único lugar donde aprenden los rudimentos del manejo de una asamblea democrática, participando como un individuo en un proceso de toma de decisiones colectivo. Sin embargo, por más informal que sea y a veces, en muchos casos es muy formal (sic), esa es la escuela de la democracia para muchos obreros. Los sindicatos también funcionan en una sociedad étnica y racialmente diversa, de la que provenimos la mayoría de nosotros, para promover la armonía social dado que van más allá de las diferencias étnicas, religiosas, geográficas y raciales. En mi experiencia personal, en los Estados Unidos existe todavía mucha segregación racial en la esfera social y el campo religioso y en el ámbito económico, por supuesto. Uno de los lugares donde vemos la mayor integración real, sin diferencias raciales ni étnicas, es en los sindicatos y esto no es sólo una abstracción para mí - es algo que experimento todos los días y que creo me ha beneficiado mucho personalmente, así como creo que lo ha hecho con la situación económica de sus miembros.

Los sindicatos también se dedican a innumerables proyectos de servicios comunitarios. Casi todos los sindicatos de los estados, y creo que esto también es así en otros países, se ocupan de proyectos de servicios que no tienen una vinculación directa con la elevación de sus propios miembros, que habiéndose consolidado y comenzado a mejorar su situación económica, tienden la mano y ayudan a otros miembros de la comunidad, ya sea a través de bancos de alimentos o programas para la construcción de más viviendas para los ciudadanos de bajos ingresos y muchos otros proyectos.

Los sindicatos también han apoyado históricamente los movimientos de justicia social que iban más allá de los intereses de sus propios miembros. Nuevamente, tomo como ejemplo los Estados Unidos, el movimiento sindical fue uno de los fundamentos claves, uno de las principales bases de apoyo del movimiento por los derechos civiles de 1960, que produjo la igualdad racial en virtud de la ley y en la práctica de nuestro país. Así también los sindicatos han luchado para poner fin al trabajo de menores, que ahora, por supuesto, vuelve a incrementarse en el mundo. Los sindicatos también han luchado para crear un sistema de educación pública en los Estados Unidos y en otros países y para expandirla y hacerla realmente accesible - una educación universalmente accesible. Actualmente en los Estados Unidos el movimiento sindical está luchando por un seguro universal de salud - algo que otros países ya tienen - y es una batalla que no hemos ganado aún, pero que sin el movimiento obrero ni siquiera se hubiera realmente librado, ni siquiera se hubiera realmente luchado. De manera que los sindicatos están luchando por mejoras sociales que benefician a todos los trabajadores y a la mayoría de los ciudadanos, no simplemente a sus propios miembros que se encuentran bajo su jurisdicción o que ya se encuentran cubiertos por los contratos colectivos de trabajo.

Simplemente - para volver una vez más por un momento, para terminar, al papel de los sindicatos de maestros en particular. Estamos comprometidos en muchas batallas, en los Estados Unidos y creo que en otras partes, a fin de continuar la lucha por la preservación y expansión de la educación pública. La que está siendo atacada por fuerzas sociales que verían con agrado una privatización total de la educación, lo que, por supuesto, limitaría el acceso a una educación efectivamente de alta calidad a aquellos con medios para adquirirla. Si bien nunca hemos abogado por la delimitación de la educación privada - que puede y debería y, de hecho, coexiste con la educación pública - sólo un sistema de educación pública es verdaderamente universal - y debería asegurar el acceso a todos y la igualdad de oportunidades en una sociedad democrática. Si los sindicatos de maestros no hubieran participado en esa lucha, probablemente ya estaría perdida. Es cierto que el movimiento obrero en su conjunto y muchas otras organizaciones y fuerzas sociales han luchado por proteger la educación pública, pero sin los sindicatos de maestros algo así como en la primera línea de esa lucha, me temo que ya habría estado, si no totalmente perdida, habría perdido mucho terreno a esta altura. Es obvio que la educación pública constituye, a su vez, un apuntalamiento crítico de la democracia, al enseñar, por supuesto, al alfabetizar para que todos los ciudadanos tengan la capacidad de participar en la vida cívica y en las decisiones políticas que son necesarias en una democracia.

Ultimamente, los sindicatos de maestros han trabajado y luchado por la democratización de la educación en sí misma, la que aun en la esfera pública puede burocratizarse con frecuencia, puede volverse - puede terminar por excluir a sus clientes así como a sus empleados de participar en importantes decisiones de política educativa. Nuevamente los maestros se organizaron, exigieron - y en muchos casos lograron - una gran participación en el proceso de toma de decisiones en las escuelas, la que no les fue otorgada graciosamente. Hubo que luchar por ella. Al hacerlo, hemos abierto canales para que los padres y otros ciudadanos participen en el gobierno de las escuelas y en las decisiones de política educativa. Esto también es algo que he experimentado personalmente cuando negociamos nuestros acuerdos colectivos con los consejos de educación, en nuestro caso - negociamos ciudad por ciudad. Hemos negociado efectivamente comisiones conjuntas y paneles y vías de participación para los maestros en decisiones importantes - desde el presupuesto a los programas de estudio hasta la organización escolar - y también invariablemente, siguiendo de cerca un acuerdo de este tipo, las organizaciones de padres y las organizaciones de ciudadanos se enteran de estos nuevos acuerdos contractuales y ellos, a su vez, solicitan el derecho ya sea de participar en esas mismas comisiones o constituir otras comisiones y canales de participación. Esto es algo que acogemos con agrado porque la experiencia nos enseña que cuanto mayor sea la participación, tanto mejor. Las mejores decisiones surgen probablemente cuando todos aquellos que tienen interés en la cuestión participan en las mismas.

Con esta amplia visión de conjunto y su aplicación específica a los maestros, los dejo nuevamente con Mark Schneider.




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