DISCURSO |
RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LOS
EMPRESARIOS EN UN PAÍS EN CRISIS El
papel de los empresarios como agentes económicos es evidente. Su
responsabilidad primaria es generar riqueza y empleo, mediante la
adecuación continua de sus organizaciones para ser productivos y
competitivos. En tiempos de
crisis económica se pone a prueba su capacidad gerencial para lograr la
supervivencia de sus empresas sin perder de vista que en una economía
abierta, es fundamental conservar una visión de largo plazo. Esto
significa que aún en tiempos de recesión y guardando los equilibrios
necesarios, deben ser capaces de innovar, de continuar capacitando la mano
de obra, de adoptar nuevas tecnologías y de buscar nuevos mercados. Esto,
que parece sencillo, es particularmente importante en países como
Colombia, en donde el esquema proteccionista contribuyó a formar
empresarios con una alta aversión al riesgo y gran dificultad para actuar
en medio de la incertidumbre. Por
otra parte, la globalización, la internacionalización y la tendencia
mundial a formar bloques comerciales regionales obligan al sector privado
a asumir responsabilidades, que hasta hace poco más de una década eran
marginales. En el plano
puramente gerencial es fundamental contar con una visión de país, lo cual
significa que se deben abandonar las actitudes individualistas y que es
necesario participar activamente en las negociaciones, en el lobbying y en
el diseño de estrategias conjuntas con el Gobierno para mejorar la
competitividad del país. Esto
implica también que se debe actuar en el marco de las cadenas sectoriales
con todos sus eslabonamientos, hacia adelante y hacia atrás, e identificar
y establecer un orden de prioridades a las acciones requeridas, según el
impacto que generen en la cadena.
Por ello, deben comprometerse con la construcción de proyectos
colectivos, mediante la adopción de esquemas de gana-gana, aunque ello
signifique hacer sacrificios en el corto plazo. Mucho de esto ya se
está haciendo. Quizás habría
que anotar que es necesario masificar el concepto de globalización en todo
el aparato productivo, que en nuestro país es muy heterogéneo, con
organizaciones empresariales muy modernas que conviven con otras
caracterizadas por prácticas empresariales propias de otros tiempos. Sin embargo,
parecería que debemos trabajar aún más, el sector privado y todo el país,
en la importancia que concedemos a lo internacional. Esta afirmación es válida no
solamente en lo relativo a las relaciones económicas y comerciales sino en
prácticamente todos los campos que tienen que ver con la vida
nacional.
La globalización y
la internacionalización condicionan a los países e imponen límites a la
gestión interna de los gobiernos y al desarrollo de las actividades
productivas. Aún
restringiéndonos al área puramente económica, nuestro sector privado no
parece concederle la suficiente importancia a los acontecimientos
mundiales y, con honrosas excepciones, su conocimiento y sus relaciones
con el exterior son bastante precarias. Temas como el Buen Gobierno
Corporativo, el Balance Social y los Códigos de Conducta, no solamente son
fundamentales desde el punto de vista interno, sino que son exigencias y
prácticas comunes en el mundo de hoy. Si a esta
consideración adicionamos, la percepción de la comunidad internacional
frente a ciertos asuntos que, cada vez tienen una mayor incidencia en el
intercambio comercial y en los flujos de capital, tales como la
conservación del medio ambiente, la eliminación de la corrupción, la
concertación con los trabajadores, el fortalecimiento de la democracia, la
lucha contra el narcotráfico y la defensa de los derechos humanos, es
evidente que como sociedad, como empresarios y como país no podemos ser
ajenos a ellos. La autonomía de los
países en ciertas materias, se limitó ante la necesidad de adaptarse a
parámetros aceptados internacionalmente, con el fin de no ser excluidos de
la comunidad global. Una
nueva ética internacional tiene que ser aplicada nacionalmente. A
finales de los noventa comienza a operar un nuevo cambio en la concepción
del desarrollo: las experiencias latinoamericana y africana de los últimos
15 años, muestran que el desarrollo basado en los mercados tiene ingredientes
necesarios pero no suficientes.
Los otros elementos indispensables son las instituciones y los
consensos. Para que los
mercados y las sociedades lleguen a funcionar bien es indispensable la
existencia de instituciones efectivas, con un marco legal definido y
estable, derechos de propiedad claros que legitimen la capacidad de
decisión de los distintos agentes económicos, relaciones contractuales
transparentes y una burocracia eficaz e incorrupta. Para
el desarrollo y el fortalecimiento de la sociedad es crucial también,
impulsar consensos y pactos sociales, los cuales se obtienen mediante una
ética generalizada de comportamiento ciudadano, estructurada en torno al
respeto irrestricto a los derechos de los demás y a las diferencias de
opinión, la participación activa de los actores y beneficiarios en las
decisiones que les conciernen, la compensación a los perdedores y el
acceso más universal a los frutos del crecimiento económico. Estas
reflexiones tiene que ver no solamente con los cambios ideológicos en el
mundo, asunto nada despreciable, sino con consideraciones más
pragmáticas. En efecto, las
condiciones sociales y políticas de una nación y la fortaleza de su tejido
social tienen una incidencia directa en la actividad económica y en el
desarrollo de los mercados.
Estos aspectos condicionan el crecimiento y la diversificación de
las economías, el grado de certidumbre y el nivel de los costos de
transacción. La
participación se convierte entonces, en una responsabilidad fundamental e
ineludible. El sector privado
tiene que intervenir en lo
público y en el fortalecimiento de la institucionalidad interactuando con
los demás actores de la sociedad, tales como las organizaciones
sindicales, los partidos políticos, el gobierno, las ONGs, las autoridades
locales y el sector académico. Aquella
idea del ciudadano pasivo que se limita a pagar sus impuestos,
desentendiéndose de los problemas ya no es posible. Hoy se requieren empresarios
ciudadanos, proactivos, que quieran influir y asumir responsabilidades
sociales. Las formas de
participación son muy diversas.
En primer lugar, las empresas deben vincularse con su entorno. Deben impulsar proyectos que
beneficien a la comunidad que los rodea, apoyar iniciativas de
desarrollo regional, interactuar con el sector educativo impulsando la
investigación y trasmitiéndole sus conocimientos.
Es necesario integrar el crecimiento económico y la responsabilidad
social. En segundo lugar, si
bien son importantes los esfuerzos empresariales en áreas del desarrollo
social, de la conservación ambiental, del fortalecimiento de la
democracia, los cuales ejecuta directamente o a través de fundaciones o
entidades sin ánimo de lucro, es una obligación del sector privado
convertirse en sujeto activo de control social. La democracia no es sólo un acto
mediante el cual elegimos a nuestros representantes. La democracia es fundamentalmente
participar, no desentenderse y apoyar la institucionalidad. Quiero ilustrar este
punto con un ejemplo. El
sector privado colombiano, al igual que la mayor parte de los ciudadanos,
rechaza las prácticas nocivas de algunos de los que ejercen la política en
nuestro país. Los empresarios
han condenado la politiquería, el clientelismo y la corrupción. Sin embargo, el gran pecado ha
sido hacerlo demasiado silenciosamente, para no atizar los conflictos
internos y evitar el incremento de la falta de credibilidad en nuestras
instituciones. Con toda convicción, creo en la tolerancia,
entendida como la necesidad de no descalificar a nadie por sus ideas y de
aceptar que somos diferentes y pensamos distinto. Pero considero que hemos sido
demasiado tolerantes con la corrupción, con el desconocimiento de lo
colectivo, con el abuso del poder y con las desigualdades sociales. Es en este sentido, que considero
que la intervención en los asuntos públicos es una responsabilidad
empresarial. No quiero dejar la
impresión de que el sector privado no ha hecho nada en estas
materias. En primer lugar, sí
ha hecho mucho aunque falte mucho por hacer. En segundo lugar, para hacerlo
necesita socios. Requiere que
los gobiernos, el nuestro y sus amigos internacionales, sean sus aliados y
que la globalización no se convierta en un fenómeno que impone condiciones
y da poco a cambio. Pensemos en el fenómeno
del narcotráfico. Los
contribuyentes colombianos, de los cuales gran parte son empresarios, en
los dos últimos años han aportado cerca de US $7 mil millones para la
defensa nacional. Es muy
probable que en los próximos dos años tengamos que contribuir con US $8
mil millones adicionales. No
existe duda alguna sobre nuestro compromiso con la defensa del país y de
su democracia.. Es evidente
que los costos que ha generado el narcotráfico ameritan todos los
esfuerzos: ha generado corrupción, debilitamiento de la democracia,
financiación a grupos armados ilegales, intensificación de la violencia y
del secuestro y, más importante que todo, pérdida de vidas. Sin embargo, parecería
que la comunidad internacional cree que cuando Colombia solicita apoyo
está pidiendo un regalo, un acto de solidaridad con el desvalido, caridad
con el indigente. No. Colombia y su sector privado lo
que están pidiendo al mundo es su participación como corresponsables del
narcotráfico y sus secuelas, que para nosotros han sido, desde hace
tiempo, problemas de seguridad nacional y no de salud pública, como en el
norte desarrollado. Estados Unidos en los
dos últimos años aportó US $1 mil millones para la defensa nacional y
aportará otro tanto en los 2 años que vienen. Bienvenidos esos recursos. Sin embargo, es difícil de
entender que un tema que es prioritario para la seguridad colectiva reciba
algo menos de US $2 mil millones en 4 años mientras que para nosotros
significa US $15 mil millones en esfuerzo local. Por su parte, los países europeos
son muy solidarios, nos dan palmadas en el hombro, aunque pocos euros nos
envían. Muchas las ONG’s
europeas preocupadas, pocos los proyectos concretos. Muchos los anuncios y pocos los
desembolsos. El sector
privado colombiano ha asumido su tarea pero necesita y quiere cooperación,
no como un favor, sino como una manifestación de corresponsabilidad
política, económica y social. Una expresión
importante de responsabilidad social es la decisión de asociarse y
trabajar colectivamente, en las entidades que mejor representen los
intereses de cada ciudadano o cada organización. La unión es fundamental cuando se
pretende ejercer influencia y generar cambios sociales, económicos,
culturales o políticos, cambios fundamentales en tiempos de
crisis. El sector privado
tiene el deber de cooperar en la resolución de los grandes problemas
nacionales, los cuales son de tal magnitud que desbordan la capacidad de
una sola empresa para que sus acciones tengan un impacto significativo en
la sociedad. Si bien la
empresa privada, de manera individual, tiene responsabilidades que debe
asumir sola, es claro que los gremios tienen la
obligación y una mayor capacidad para concertar, contribuir a la
construcción de pactos sociales y participar en procesos de diálogo
social. La realidad
nacional conduce a que los gremios tengan que incrementar su papel como
actor decisivo en la sociedad y asumir un rol político y social, a veces
originado en la debilidad de otras organizaciones y de las
instituciones. Sin embargo,
es importante tener presente que si bien el sector privado y sus
organizaciones gremiales tienen una responsabilidad con la sociedad, los
niveles de participación y de intervención en lo público no pueden ser tan
amplios que terminen por sustituir los canales institucionales, por
ejemplo, los partidos políticos, ni tan tímidos que no generen efecto
alguno. Ilustro mis
reflexiones con otro ejemplo.
El caso de Venezuela pone de relieve la importancia que la propia
sociedad está otorgando al sector privado, como un agente con
responsabilidades mayores que las estrictamente económicas. Pero también pone de presente el
peligro que representa contar con expresiones políticas institucionales
débiles. Los acontecimientos
sucedidos en Venezuela ponen de presente un asunto adicional: No se debe
confundir la responsabilidad del sector privado con la ausencia o
debilidad de otras instituciones.
Nunca las asociaciones de empresarios podremos ni deberemos
suplantar la institucionalidad; por el contrario, debemos
fortalecerla. Los partidos
políticos son no solo una necesidad nacional sino organizaciones que deben
transformarse permanentemente porque las realidades y las ideologías
cambian, tal como lo entienden el Presidente Clinton y Tony Blair, cuando
busca nuevos rumbos a los partidos demócratas del mundo. Por último, insisto
en que en mayor o menor medida, con diferentes grados de intensidad, el
sector privado siempre ha estado atento a la realidad nacional y ha
manifestado sus acuerdos y sus objeciones frente a lo que debe reformarse
en Colombia. Hoy es claro que
no queremos ni podemos volver al pasado. No es conveniente para el país, ni
la comunidad internacional lo permitiría. Los cambios que
requerimos son hacia futuro.
Por fortuna, ahora el país, al igual que hace cuatro años, ha elegido un Presidente que le
genera gran confianza al sector privado. Esa confianza es un activo que
permitirá transformar lo que se requiere. Las transformaciones no
revolucionarias solo se pueden hacer con liderazgos que generen confianza
entre los afectados y algún grado de desconfianza entre los
beneficiarios. Sólo de esta
manera se pueden lograr los consensos necesarios.
El papel de los
empresarios en los tiempos que corren puede resumirse así: ·
Más ciudadanía ·
Más
solidaridad ·
Más visión
global ·
Más participación
democrática Los empresarios
somos actores muy importantes en el mundo global. Pero nuestro reconocimiento
público en la sociedad global dependerá en el futuro de esa capacidad
empresarial para que nos sientan como un actor generoso y no como un
protagonista ocupado solamente de sí mismo.
Gerencia de Comunicaciones
y Relaciones Públicas de la ANDI Mayores informes en las Gerencias Secciónales ANDI en
el país: |
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