El ignorado Vals Lento
(1ª versión:
Febrero de 2002)
por Alfonso Sotelo
García.
Es tradición,
cuando se celebra una boda, que los contrayentes abran el baile con un Vals, al
que luego se unirán los padrinos y finalmente lo más osado de la
concurrencia.
Llamamos tradiciones a
aquellas costumbres que se han conservado en el tiempo por su tendencia a
funcionar bien. Por eso resulta sorprendente que en este caso no sea
así: la novia, por lo general cargada con un pesado vestido que no fue
diseñado precisamente para bailar, tiene dificultad en seguir el ritmo
de la música, mientras el novio no deja de tropezar con ese mismo
vestido.
La razón hay que
buscarla en el baile elegido: el Vals Vienés. Para la mayoría de
los españoles, el único vals que existe, a consecuencia de las
décadas en que nuestro conocimiento de los bailes de salón
procedía de las películas.
El Vals Vienés
es un baile espectacular y vertiginoso, con una velocidad media de 180 pasos
por minuto ¡más que un desfile de la Legión!, pasos que se
dan siempre en línea con la pareja - pobre vestido - al tiempo que se
gira contínuamente a razón de una vuelta completa en seis pasos
(dos segundos). Entre los modernos bailes de salón es el decano, el
patriarca, y ninguna fiesta de baile está completa sin él, pero
es inadecuado como baile de apertura para una boda.
La alternativa es el
Vals Lento, tanto el estilizado Vals Inglés como el más sencillo
Estilo Boston. Con una velocidad de 90 pasos por minuto, dispone de un amplio
repertorio de figuras, con cantidades de giro variables o sin giro en absoluto,
pudiendo muchas de ellas ejecutarse por fuera de la pareja.
No es sorprendente que
sea el baile elegido para las bodas fuera de nuestras fronteras; aquél
al que se refiere una tradición que hemos importado distorsionada.
Sugerencias musicales:
"True Love" y "Edelweis"