APÓSTOLES

LOS 12 APÓSTOLES Y SAN PABLO
SIMÓN PEDRO

Pedro, San (?-c.64), principal discípulo de Jesucristo, apóstol y misionero de la primitiva Iglesia cristiana. Según la tradición, primer obispo de Roma.

Fuentes bíblicas

Las fuentes de información sobre Pedro se encuentran en las epístolas de san Pablo, escritas entre los años 50 y 60; en los cuatro evangelios canónicos y en los Hechos de los Apóstoles, escritos entre el año 65 y finales del siglo I; en dos cartas canónicas que llevan su nombre como autor —tal vez escritas en el siglo II por otra persona— y en la referencia de un presbítero romano llamado Gayo (principios del siglo III) a un "trofeo" o tumba en el monte Vaticano en memoria del lugar en que fue martirizado. En estas fuentes se encuentran varias de las creencias establecidas sobre el apóstol. De los 12 discípulos de Jesús, destacó a menudo como portavoz. En Cesarea de Filipo afirmó que Jesús era el Mesías y éste le reprendió (ver Mc. 8,33) o elogió (Mt. 16,17). Cuando arrestaron a Jesús, Pedro negó ser su discípulo, arrepintiéndose después de haberlo hecho. También fue el primer discípulo que vio a Jesús después de resucitado, recibiendo entonces el encargo de predicar el evangelio entre sus compatriotas judíos. Tuvo un papel importante en la primera Iglesia de Jerusalén, aunque con el tiempo asumió también la misión evangelizadora de los gentiles iniciada por el apóstol Pablo. En Jerusalén Pedro participó en el encuentro que abordó la integración de los gentiles en la Iglesia (He. 15), se enfrentó a la facción de los judíos cristianos que requerían la circuncisión de los conversos y el cumplimiento de las restricciones alimenticias judías, y apoyó a los que declararon que el mensaje cristiano de salvación universal no exigía el cumplimiento de los preceptos de la ley y los rituales específicos del judaísmo por parte de los gentiles.

Jesús lo designó como la piedra sobre la que se fundaría la Iglesia (Mt. 16,16-19). Tres años después de convertirse al cristianismo, Pablo visitó a Pedro en Jerusalén y más adelante en Antioquía, y tuvo una fuerte y amarga confrontación con él. Pablo tuvo también que enfrentarse a la influencia de Pedro al menos en una de las iglesias que fundó (la de Corinto). Acompañado por su esposa, Pedro viajó mucho en su misión evangelizadora. Murió martirizado en Roma.

Origen del nombre de Pedro

A pesar de las dificultades para determinar su figura histórica, uno de los significativos elementos tradicionales es también uno de los más fiables históricamente: Pedro fue el primero en recibir una revelación de Jesucristo resucitado (1 Cor. 15,3; Lc. 24,34), hecho a partir del cual surgen otros aspectos de su figura, especialmente el cambio de su nombre de Simón a Pedro.

Por las referencias que aparecen en los evangelios se sabe que su nombre de nacimiento fue Simón. La palabra griega petros (piedra) y su equivalente en arameo, cephas, no se usaban como nombres de persona, sino que 'Pedro' es una designación metafórica o simbólica que con el tiempo se convirtió en nombre propio. La acepción aramea de su nombre simbólico cephas, pudo surgir en relación con el hecho de que Jesucristo resucitado se apareció en primer lugar a Simón como piedra fundacional de la Iglesia.

Rango tradicional

Sin duda, Pedro ejerció una influencia enorme en los comienzos de la Iglesia, y así, se le nombra con gran frecuencia en primer lugar de los 12 discípulos. Sin embargo, su primera imagen corresponde a la de un importante misionero y no a la de un administrador, si se considera que no se le había confiado tal autoridad sino una vocación especial para predicar y difundir el evangelio (Gál. 2,7). Con el tiempo su imagen de misionero se transformó en la de pastor, como puede apreciarse en las dos epístolas del Nuevo Testamento que llevan su nombre y en el apéndice del evangelio de Juan (Jn. 21).

Cuando el obispo de Roma empezó a ser considerado como el más importante de la cristiandad, la estampa de Pedro como pastor bondadoso se combinó con el relato de su martirio en Roma en apoyo de la teoría de la sucesión apostólica, según la cual los obispos de Roma son sucesores de Pedro, a quien Jesús encomendó las llaves del reino de Dios (Mt. 16,19). A partir del siglo XI la Iglesia Oriental negó la autoridad del obispo de Roma (papa) y la consiguiente oposición a la teoría de la sucesión y autoridad del Papa fue una de las causas principales de la Reforma protestante del siglo XVI. La festividad de la Cátedra de san Pedro se celebra en Occidente el 22 de febrero, y la de san Pedro y san Pablo el 29 de junio.

ANDRÉS

Andrés, San, uno de los doce apóstoles de Jesucristo y hermano de Simón (que más tarde sería el apóstol Pedro). Era un pescador galileo de Betsaida que fue discípulo de Juan el Bautista. En el Evangelio de Juan (Jn. 1,35-42), Andrés fue el primero de los discípulos de Jesús en recibir la vocación. De igual modo que Santiago y Juan, pertenece al pequeño grupo que está más cerca de Jesús. Una tradición antigua supone que evangelizó Escitia y la provincia romana de Grecia llamada Acaya. Un relato apócrifo del siglo III, los Hechos de San Andrés, refiere que murió en Patras, en la costa noroeste del Peloponeso atado a un cruz con forma de equis. Ésta forma se llamaría más tarde la cruz de san Andrés. Es santo patrón de Escocia y de Rusia. Su festividad se conmemora el 30 de noviembre.

JUAN

Juan Evangelista, San (fallecido c. 101 d.C.), en el Nuevo Testamento, uno de los doce apóstoles, hijo de Zebedeo y hermano pequeño de Santiago el Mayor. También se le conoce como san Juan el Divino. Primero fue discípulo de Juan el Bautista y luego de Jesús, que le hizo apóstol y le llamó, junto a su hermano Santiago, boanerges (del griego, 'hijos del trueno') por su celo (Mc. 3,17). Como Santiago y Pedro, fue uno de los discípulos que contemplaron la transfiguración de Jesús y su agonía en Getsemaní. Cercano a Pedro, participó activamente en la organización de la primera Iglesia en Palestina, y más tarde, por toda Asia Menor.

Según la tradición, durante el periodo de persecuciones romanas, huyó a Patmos, donde se cree que escribió el Apocalipsis, o Libro de la Revelación; después viajó a Éfeso y las mismas tradiciones dicen que escribió tres cartas y el cuarto evangelio. En Asia Menor se le venera como patrón y en las pinturas se le representa con varios emblemas, entre ellos el águila le identifica como evangelista, y un caldero hace referencia a la tradición que asegura que sobrevivió al martirio de ser sometido a estar dentro de una caldera con aceite hirviendo. Su festividad se celebra el 27 de diciembre.

FELIPE

Felipe, San (fl. siglo I d.C), uno de los primeros discípulos de Jesucristo. Nació en Betsaida de Galilea, y los tres primeros evangelios (Mateo, Marcos y Lucas), así como los Hechos de los Apóstoles, se refieren a él como uno de los 12 apóstoles, pero lo poco que se sabe de su vida está recogido en el Evangelio según san Juan. Antes de que Jesús lo eligiera como discípulo fue seguidor de Juan el Bautista y también fue quien presentó a Natanael ante Jesús como nuevo discípulo (Jn. 1,43-49). Felipe aparece en tres de los episodios referidos al magisterio de Jesús: dirigiéndose a Jesús para preguntarle sobre la comida de la multitud (Jn. 6,5-7), cuando en Jerusalén se le acercaron unos griegos que querían ver al Mesías (Jn. 12,21-22) y durante la Última Cena (Jn. 14,8-9). Los relatos tradicionales sobre su posterior actividad son de dudosa autenticidad y muchas veces se le confunde con Felipe el Evangelista, uno de los diáconos elegidos por los apóstoles (He. 6,5) que se estableció en Cesarea (He. 21,8-9).

La iconografía del arte medieval representó a san Felipe simbolizado por una cruz (en virtud de la tradición que afirma que murió crucificado), así como por un pan (en referencia al milagro de los panes y los peces). La Iglesia católica conmemora su festividad el 3 de mayo (junto con la de Santiago el Menor), mientras que la Iglesia anglicana lo hace el 1 de mayo.

BARTOLOMÉ

Bartolomé, San, en el cristianismo, uno de los 12 apóstoles de Jesucristo (Mc. 3,14-19). Muchos estudiosos bíblicos le identificaron con Natanael, un natural de Galilea que aparece en el Evangelio según san Juan 1,45-51. Según algunas tradiciones fue misionero en muchos países, predicando en la India, e incluso en Arabia, donde dejó una copia en hebreo del Evangelio según san Mateo. Su festividad se conmemora el día 24 de agosto en las Iglesias católica y anglicana, y el 11 de junio en la Iglesia ortodoxa.

MATEO

Mateo, San (siglo I d.C.), Según el Nuevo Testamento uno de los 12 apóstoles de Jesucristo. De acuerdo con la tradición eclesiástica fue el autor del Evangelio primigenio, y por tanto uno de los cuatro evangelistas. Poco se sabe sobre Mateo. Los tres primeros Evangelios relatan que era un recaudador de impuestos en el antiguo puerto lacustre de Cafarnaum (Mt. 9,9, 10,3; Mc. 2,14-16; Lc. 5,27-29) lo que le sitúa en la clase que fue denostada ante el pueblo como de los "pecadores" (Mr. 2,16). Marcos lo llama "Leví, hijo de Alfeo" y Lucas sólo lo llama "Leví". Algunos estudiosos piensan que en su origen se llamaba Leví y que Jesús le adjudicó el nombre de Mateo después de hacerlo apóstol. El nombre viene del antiguo hebreo o arameo y significa 'don de Yahvé' (Dios).

Mateo no destaca en los relatos del Nuevo Testamento sobre los 12 apóstoles. Tres de los evangelistas narran la historia de su vocación, otro habla de la fiesta que dio para celebrar el giro en su vida (Lc. 5,29) y tres mencionan que verdaderamente estaba entre los doce apóstoles (Mt. 10,3; Mr. 3,18; Lc. 6,15). Narran la historia de su vocación no como si fuese un apóstol importante sino más bien como un testimonio de la irresistible gracia de Jesucristo. Puesto que era recaudador de impuestos, al servicio del tetrarca Herodes Antipas o del gobierno romano, hubo de ser un personaje importante e ilustrado, hábil con la aritmética y capaz de hablar arameo y griego. Mateo es el patrón de los banqueros y de los recaudadores de impuestos. Su festividad se conmemora el 21 de septiembre.

TOMÁS

Tomás, Santo, uno de los 12 apóstoles de Jesucristo. Aunque se ha escrito mucho sobre su vida, sólo se consideran fidedignos los relatos bíblicos, de forma destacada el Evangelio de san Juan. La primera de las tres referencias (Jn. 11,5-16) habla de su devoción a Jesús: cuando Jesús sale hacia Judea, donde los judíos han amenazado con apedrearlo, Tomás sugiere: "vayamos nosotros también, para poder morir con él". La segunda referencia (Jn. 14,1-7) tiene lugar durante la Última Cena cuando Jesús dice: "Vosotros conocéis el camino hacia donde voy", Tomás pregunta: "…¿cómo podemos saber el camino?" y Jesús le responde: "Yo soy el camino, la verdad y la vida". En Jn. 20,19-29, Tomás, ausente en la primera aparición de Jesús a sus discípulos después de su resurrección, duda del relato de estos; al encontrarse con él, Jesús le invita a tocar sus heridas y el apóstol exclama: "¡Señor mío y Dios mío!". Tomás, por tanto, fue el primero en reconocer de un modo explícito la divinidad de Jesucristo. La frase 'escéptico como Tomás' se refiere a este hecho.

SANTIAGO EL MENOR

Santiago el Menor (?-62), uno de los doce apóstoles de Jesucristo. Hijo de Alfeo (Mc. 3,18), apenas se sabe nada de él, excepto que después de la muerte de Jesucristo fue visto en Jerusalén por san Pablo y que, según La guerra de los judíos, obra del historiador Flavio Josefo, sufrió martirio. Su festividad se celebra el 3 de mayo junto con la de san Felipe.

SANTIAGO EL MAYOR

Santiago el Mayor (?-c. 44 d.C.), uno de los doce apóstoles de Jesucristo. Nació en Betsaida y era hijo de Zebedeo y Salomé y hermano de san Juan Evangelista. Jesús llamó a los dos hermanos boanerges (del griego, ‘hijos del trueno’) por su celo (Mc. 3,17). Con san Pedro y san Juan, Santiago tuvo el privilegio de contemplar la transfiguración y la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní. Decapitado en los tiempos de Herodes Agripa I, rey de Judea, hacia el año 44, Santiago fue el primero de los doce apóstoles en ser martirizado (He. 12,1-2).

El apóstol Santiago el Mayor es venerado de forma especial en España, debido a diversas tradiciones que afirman que predicó en Hispania poco antes de su muerte, así como que se le apareció la Virgen María en el Pilar de Zaragoza y que recibió sepultura en la localidad gallega de Iria. Su sepulcro fue descubierto en el siglo IX, durante el reinado de Alfonso II el Casto de Asturias, por el obispo de Iria Flavia, Teodomiro. En el lugar donde fue hallada su tumba, se edificó la catedral de Santiago de Compostela, importante centro de peregrinación durante la edad media a través del Camino de Santiago. Ésta es la causa de que la representación más frecuente del apóstol sea como peregrino. Su festividad se celebra el 25 de julio y es el patrón de España, condición que adquirió en la edad media, durante la Reconquista, tras su supuesta aparición en la legendaria batalla de Clavijo, momento que ha generado la copiosa iconografía de Santiago matamoros, montado en un caballo blanco y empuñando enérgicamente una espada.

SIMÓN CANANEO

De ninguno de los Apóstoles nos refiere quizá menos cosas el Sagrado Evangelio que del Santo Apóstol San Simón. Es verdad que nos dice muy bastante sólo con asegurarnos que Jesucristo le escogió para que fuera uno de los doce Apóstoles.

   San Mateo siempre llama a Simón el "Cananeo", para distinguirle de San Pedro, que también se llamaba Simón; y el distintivo de "Cananeo" lo tomó de la ciudad de Caná en la provincia de Galilea, donde San Simón había nacido. San Lucas le apellida Simón el "Zelador": Simón Zelotes; ó por alusión a su ardiente celo, que fue siempre como su especial carácter; ó porque la palabra hebrea Caná significa en griego "Zelo", y San Lucas escribió en esta última lengua, le dio el nombre de Zelador que equivale a Cananeo.

   Asegura Teodoreto que Simón fue de la tribu de Zabulón o de Neftalí, adelantando Nicéforo que nuestro Santo fue el esposo de las bodas de Caná, a que asistieron convidados el Salvador y la Santísima Virgen, haciendo en ellas, a ruegos de María, el primer milagro de convertir el agua en vino; cuyo prodigio obrado en su favor hizo tanta impresión en el novio, que lo dejó todo por seguir a Jesucristo, y con consentimiento de su esposa, a quien no había tocado, conservó perpetua virginidad en el matrimonio, sirviendo de modelo a tantos grandes Santos que imitaron después tan bello ejemplo.

   Desde que Simón se determinó a dejarlo todo por seguir a Jesucristo, no reconoció a otro maestro que nunca le perdió de vista. Siempre atento a sus divinas lecciones y perpetuo testigo de todas sus maravillas, sobresalió entre todos los discípulos por su ardiente celo.

   Habiendo resuelto los Apóstoles salir de Judea para aununciar el Evangelio a toda la tierra, San Simón se dirigió a Egipto, donde sembró el grano divino, que con el tiempo había de convertir aquella dichosa provincia en un terreno prodigiosamente fecundo de innumerables Santos. Recorrió también las vastas provincias del Africa y de la Gran Bretaña. Se adentró también en Persia, donde después de inexplicables trabajos, de indecibles frutos y de innumerables conquistas, tuvo la dicha de coronar su apostolado con la gloria del martirio junto con San Judas Tadeo.

   Al entrar en Persia los Santos Apóstoles Simón y Judas, se encontraron con un ejército mandado por el general Baradach, que iba contra los indios, a quienes el rey de Persia había declarado la guerra. Luego que los Santos entraron en el campo, todos los demonios que hablaban antes por la boca de los adivinos y de los magos enmudecieron de repente. Este repentino silencio admiró y atemorizó a todo el ejército; y habiéndose consultado sobre él a un famoso ídolo, respondió que la presencia de los extranjeros Simón y Judas habían cerrado la boca a los dioses del imperio.

   Todos los adivinos pidieron la muerte de los Apóstoles. Baradach, hombre cuerdo y detenido, mandó llamar a los Santos, les hizo varias preguntas, y quedó tan satisfecho que los miró con admiración y respeto, citándolos para para una conversación particular y reservada. En ella le explicaron la doctrina de Cristo y para acabarle de convencer añadieron que daban licencia a aquellos embusteros para que hablasen y pronosticasen el suceso de aquella guerra. Respondieron los adivinos, después de haber consultado con el demonio, que la guerra sería larga, peligrosa y sangrienta. Tomando entonces los Apóstoles la palabra, y volviéndose al general, le dijeron: "Ahora conocerás la falsedad y la impostura de sus oráculos. Es tan falso el pronóstico de sus adivinos, como que mañana a esta misma hora en que te estamos hablando llegarán los embajadores de los indios, y te pedirán la paz con las condiciones que les quieras imponer, sin la menor resistencia".

   Todo el ejército estuvo aquel día en impaciente expectación hasta ver el efecto de la profecía, y sucedió como los Apóstoles habían dicho. Por este acontecimiento se convirtieron el general, los oficiales y la mayor parte del ejército y el Rey de Babilonia junto con toda su real familia.

   Los magos y los sacerdotes paganos sublevaron a todo el pueblo y se echaron encima de los Apóstoles arrastrandolos hasta una estatua del sol y de la luna, queriendo obligarlos a ofrecerles incienso. Ellos se opusieron y fueron sentenciados a muerte. San Simón fue aserrado por en medio y a San Judas le cortaron la cabeza. Al momento se levantó una terrible tempestad que dio en tierra con los templos de los falsos dioses, hizo pedazos los ídolos y quedaron sepultados entre las ruinas todos los que tuvieron parte en ella.

   Con el tiempo las reliquias de los Santos Mártires fueron llevadas a Roma, venerándose alguna parte de ellas en Tolosa y algunos huesos en la Iglesia de San Andrés de Colonia y en la de los Cartujos.

JUDAS TADEO

Judas Tadeo, San, en el Nuevo Testamento, uno de los apóstoles, así llamado en las listas que aparecen en Mc. 3,16-19 y en Mt. 10,2-4. Sin embargo, en las listas correspondientes de Lc. 6,14-16 y en He. 1,13, se le llama Judas de Santiago, tal vez para distinguirlo de su homónimo, Judas Iscariote. Además, la tradición identifica a Tadeo con el Judas al que hace referencia Jn. 14, 22, y se cree que es uno de los hermanos de Jesús mencionados en Mc. 6,3 y en otras partes. Es posible que debido a un error de transcripción, Tadeo sea llamado, a veces, Labeo. Además se le conoce como san Judas, también en este caso para distinguirlo de Iscariote. En la antigüedad se le atribuía la Epístola de San Judas. El historiador de la iglesia Eusebio de Cesarea incluye a Tadeo entre los 72 discípulos (Lc. 10,17). En la actualidad, san Judas Tadeo ha alcanzado un lugar destacado entre los católicos como santo invocado en circunstancias muy difíciles. El santo de Judas Tadeo se celebra el 28 de octubre (la misma fecha en que se celebra el de Simón Cananeo).

JUDAS ISCARIOTE

Judas Iscariote (murió hacia el 28 d.C.), en el Nuevo Testamento, el apóstol que traicionó a Jesucristo ante el sanedrín. Al parecer nativo de Kraiot (en hebreo Ish-Kraiot, que significa hombre de Kraiot), tal vez una aldea de Judea, sirvió como asistente de Jesús y sus demás discípulos. En el Evangelio de Juan (12,6), Judas es descrito como codicioso y deshonesto. Según los Evangelios de Mateo y Marcos, fue la codicia lo que le llevó a traicionar a Jesús, a cambio de 30 monedas de plata y entregarlo al sumo sacerdote. En los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, Jesús es consciente de la traición premeditada, la cual vaticinó. Es su carácter de traidor el que ha motivado la utilización del término judas para referirse al que traiciona a un amigo. Cuando Judas vio las consecuencias de su acción, se suicidó abrumado por los remordimientos. El Nuevo Testamento contiene dos versiones distintas de su muerte (Mt. 27,3-5; He. 1,16-20).

PABLO

Pablo, San (c.33-62), primer teólogo, considerado el misionero más grande de la cristiandad, también llamado el Apóstol de los gentiles.

Vida

Nació en Tarso (hoy Turquía) y sus padres, fieles cumplidores de la religión judaica, lo llamaron Saulo como al antiguo rey hebreo y al octavo día fue circuncidado como estipulaba la Ley judía. Se educó con el máximo rigor de acuerdo con la interpretación farisaica de la Ley y como judío joven de la Diáspora (la dispersión de los judíos en el mundo grecorromano), escogió el nombre latino de Pablo, por su similitud fonética con el suyo.

Sus cartas reflejan un conocimiento profundo de la retórica griega, algo que sin duda aprendió de joven en Tarso, pero sus modelos de pensamiento reflejan también una educación formal en la Ley mosaica quizá recibida en Jerusalén del famoso maestro Gamaliel el Viejo durante la preparación para convertirse en rabino. Destacado estudioso de la Ley y defensor acérrimo de la ortodoxia judía (ver Gál. 1,14; Flp. 3,6), su celo lo llevó a perseguir a la naciente Iglesia cristiana por considerarla una secta hebrea contraria a la Ley y que debía ser destruida (ver Gál. 1,13). En los Hechos de los Apóstoles se relata su participación como testigo en el lapidamiento de san Esteban, el primer mártir cristiano.

Se convirtió al cristianismo tras experimentar una visión de Cristo durante un viaje de Jerusalén a Damasco (He. 9,1—19;22,5—16; 26,12—18), acontecimiento al que se refiere sin emplear el término conversión, que implica un cambio de una a otra religión. Para él, esta revelación de Jesucristo suponía la señal del fin de todos los credos y, por tanto, de todas las diferencias religiosas (ver Gál. 3,28). En cambio habla con reiterativa insistencia de que Dios "lo llamó" (ver más adelante Elección) al cristianismo y a la evangelización de los gentiles. Aunque reconoció la legitimidad de su misión entre los judíos, como la llevada a cabo por Pedro, estaba convencido de que el cristianismo era una llamada que Dios hacía a todas las personas al margen de los requerimientos de la Ley judía.

Según el conocido relato contenido en los Hechos de los Apóstoles, Pablo llevó a cabo tres viajes misioneros definidos de forma clara. Sus cartas revelan que su itinerario misionero se guió por tres preocupaciones principales: (1) su vocación por evangelizar territorios aún no hollados por otros evangelistas cristianos, de ahí sus planes para dirigirse por el oeste hasta España (Rom. 1,14 y 15,24—28); (2) su interés pastoral por volver a visitar sus propias congregaciones cuando surgieron problemas, como, por ejemplo, sus diversas visitas a Corinto, y (3) su inquebrantable determinación por entregar él mismo en la Iglesia judeocristiana de Jerusalén el dinero recolectado en sus iglesias gentiles. Aunque los eruditos no captan de forma convincente los motivos de Pablo en este empeño, lo cierto es que abrigaba el propósito de unificar las iglesias de su misión gentil con las de los judíos cristianos de Palestina.

Por los Hechos de los Apóstoles sabemos que fue preso en Jerusalén tras los disturbios provocados por sus antagonistas judíos, y que fue conducido a Roma. En el mismo texto se refiere también a la posibilidad de su muerte (ver He. 20,24; 20,38). Lo más probable es que fuese ejecutado en Roma en el año 62. Desde el siglo IV la tradición cristiana fija el día en el 22 de febrero.

Fuentes

El Nuevo Testamento contiene trece epístolas que llevan el nombre de Pablo como autor, siete de ellas escritas por él casi con toda certeza: 1 a los Tesalonicenses, a los Gálatas, 1 y 2 a los Corintios, a los Romanos, a los Filipenses y a Filemón. Estas cartas, en las que a veces habla de su experiencia personal y su obra, son la principal fuente de noticias concretas sobre su vida y la mayoría de los eruditos se concentran en ellas, consultando los Hechos de los Apóstoles como una fuente subsidiaria.

Teología

Cualquier intento de resumir el pensamiento de Pablo ha de afrontar varios obstáculos, y en particular el hecho de que las cartas iban dirigidas a una comunidad determinada incidiendo en sus problemas específicos con el fin de corregir sus errores. Incluso su epístola más sistemática, la que remite a los romanos, no proporciona una exposición completa de su teología, pero algunos temas y aspectos se repiten con suficiente frecuencia como para ser considerados como el núcleo más significativo de su pensamiento.

Apocalíptico

Pablo asume el esquema básico temporal de la especulación apocalíptica hebrea que postula dos edades: la Antigua, bajo el dominio de Satán y sus huestes y la Nueva, que Dios señalará en algún momento del futuro gracias a su omnipotencia. Para Pablo, la venida de Jesucristo por expresa voluntad de Dios había inaugurado ya la nueva era, aunque todavía no había borrado por completo los poderes del pecado y la muerte de la Edad Antigua. Por el contrario, creía que ambas edades se encontraban enzarzadas en un combate, como podía advertirse, por ejemplo, por el hecho de que el poder de la muerte todavía no había sido destruido.

Sin embargo, consideró seguro el resultado final de la batalla apocalíptica porque Dios había dado el golpe definitivo liberador (por paradójico que pueda parecer) en la cruz, momento en que, en apariencia, los poderes de la Edad Antigua habían conseguido un gran triunfo. Atribuyó la crucifixión a los "príncipes de este siglo", expresión con la que se refirió a las autoridades políticas implicadas y a los poderes demoniacos que operaban en y a través de ellas (1 Cor. 2,8), pero su victoria sería efímera, porque al crucificar al "Señor de la gloria" sellaron su propia destrucción (1 Cor, 2,6).

Para Pablo, una verdadera percepción de la cruz revela el extraño poder de Dios, un poder que se hace perfecto en su propia manifestación de debilidad. Dios afirmó este poder al resucitar a Jesús de entre los muertos, enviando al Espíritu Santo y al fundar la Iglesia como fundamento de la Nueva Edad venidera, y situándola en medio de la batalla escatológica con la seguridad de que pronto enviaría al Señor resucitado para lograr la victoria final del Bien.

Opinión sobre Cristo

Pablo enumera y establece las formulaciones de los primeros cristianos, que interpretaron la muerte de Cristo desde la perspectiva del sacrificio (1 Cor. 15,3), pero la esencia de su visión de Cristo se encuentra en la afirmación de que Dios quiso que Jesucristo venciera el poder del pecado. Rechazó por tanto la importancia que los judeocristianos otorgaban al arrepentimiento y al perdón de los pecados, y en lugar de invitar a sus discípulos a arrepentirse, ejemplificó la victoria de Dios sobre todos los pecados.

La Ley

Las consecuencias de estas doctrinas al representar de forma implícita una interpretación de la Ley mosaica son complejas. Afirmó que la Ley era santa, justa y buena, pero cuando se convirtió al cristianismo dejó de creer que fuera lo bastante poderosa como para vencer al pecado y la muerte (Rom. 8,3), por lo que no es posible someterse a ella. En realidad, aquel que lo haga se encontrará con que, en manos del pecado, la Ley puede convertirse en un poder esclavizador (Gál. 3,23—25).

Opinión sobre los seres humanos

Pocos aspectos del pensamiento de Pablo han sido tan mal entendidos como los que se refieren a los términos de carne y espíritu. Según él, se trata de esferas de poder que se hallan en conflicto y no deben ser entendidas sólo como partes constituyentes de los seres humanos, porque el reino de la carne (el reino humano) es susceptible de sucumbir ante el poder del pecado. La solución al mal no radica en un código ético que la gente pueda y deba obedecer, sino por obra del Espíritu Santo, don de Dios, que triunfa en la vida de la nueva comunidad aportando sus frutos de amor, alegría y paz.

Elección

Pablo nunca habla de su conversión del judaísmo al cristianismo, sino de haber sido "llamado" por Dios. En esencia dijo lo mismo a todos los cristianos, por lo que puede considerarse que para él el cristianismo no parte de una actitud personal sino en la propia decisión de Dios que se manifiesta a través de su hijo y al enviar su espíritu. Es Dios quien llama a las personas para que se unan a la comunidad cristiana a través del don de la gracia. Pablo insiste en la naturaleza radical del poder de Dios afirmando que con la muerte de Cristo Dios ha rectificado al impío (Rom. 4,5). No es que Dios aliente a los pecadores a rectificar por medio de las buenas obras, sino que actúa en primer lugar, y la fe es un don de Dios más que un acto voluntario y consciente del ser humano (Gál. 5,22). La fe, igual que la vida misma, es algo que Dios hace nacer (Rom. 4,17) y no depende de la voluntad o esfuerzo de la persona, sino de la misericordia divina (ver Romanos 9:16).

Influencia

Siempre se ha considerado que el pensamiento de Pablo quedó pronto eclipsado por otras enseñanzas teológicas y que sólo san Agustín de Hipona en el siglo V y Martín Lutero en el siglo XVI lo recuperaron hasta cierto punto. Se está revisando esta consideración en la actualidad. A pesar de que el autor de la segunda epístola a Pedro habla de las dificultades para entender a Pablo (2 Pedro 3,16), numerosas comunidades de finales del siglo I y principios del siglo II conservaron sus cartas y con gran coraje trataron de aplicar aspectos de su pensamiento a las nuevas situaciones a las que se enfrentaron. Estas comunidades paulinas aparecen en las epístolas dirigidas a los Colosenses, a los Efesios, 1 y 2 a Timoteo y a Tito. Sin embargo, es cierto que fueron san Agustín y Lutero los primeros en abordar una interpretación sistemática y rigurosa de la teología de Pablo. En el siglo XX la obra de los teólogos alemanes Karl Barth y Ernst Kasemann ha renovado el interés en la teología paulina.