CEIS
Centro Esotérico de Investigaciones
El CEIS nació como grupo en 1978 en Barcelona. En 1980 contaba con 16 miembros y estaba estructurada en cuatro niveles (líder: Vicente Lapiedra, 5 guías, 5 iniciados, y 5 estudiantes). En junio de 1984, la policía autonómica catalana interviene cuando la secta cuenta con unos 70 miembros. El caso está cerrado judicialmente, pero no policialmente, ya que algunos continúan con sus actividades en bares de Valencia y la zona de Barcelona.
El fundador y líder es Vicente Lapiedra Cerdá, nacido en Barcelona en 1945. En 1968 fue condenado por chantajear a un abogado homosexual que había tenido relaciones con un menor. En 1981 fue condenado por usurpación de funciones (se hacía pasar por maestro sin tener título, y también fue acusado por padres, maestros y alumnos por su "inclinación desmesurada a tocar a los niños", por lo que fue expulsado de varios colegios entre 1966 y 1977). Un año después de salir de la cárcel es detenido y encarcelado como responsable de CEIS y acusado de intrusismo profesional (él y sus adeptos se hacían pasar por psicólogos), imprudencia temeraria, estafa, fraude, persuasión coercitiva, control mental, inducción a la prostitución, proxenetismo, y corrupción de menores.
Lapiedra ha ejercido como mago, practicando todo tipo de ritual a cambio de dinero, y ganando mala fama entre sus compañeros de 'profesión'. Ante sus adeptos se hace pasar por la mismísima divinidad ("el que todo lo Es") y por las reencarnaciones de Job y Hermann Hesse, lo que sus adeptos creen fervientemente sin entrar en contradicción con la también ferviente afición de Vicente al bingo y a llevar un tren de vida de jeque kuwaití. Como él dijo entrando 'en trance' y hablando de sí en tercera persona con la personalidad de H. Hesse: "...por mostrarse a vuestra altura, para que de alguna forma no temáis al ser divino que lleva con él, pero sabéis los sacrificios que cuesta el estar constantemente apartando de sí la dignidad y queriendo ser humilde y queriendo ser humano".
Los futuros adeptos de CEIS son captados a través del intrusismo profesional en psicología (se anuncian en la prensa diaria ofreciendo terapias de todo tipo, especialmente para problemas afectivos, de timidez y sexuales), de sus actividades esotéricas (consultas de tarot, videncia, magia, etc.) y del proselitismo directo de los miembros en sus relaciones sociales y laborales.
El adoctrinamiento se realiza a través de sesiones de 'terapia' tales como: Terapia de grupo (reunión de varios adeptos bajo la supervisión de un guía), entrevista con el guía (análisis y crítica de vivencias personales del adepto por parte del guía), convivencia de fin de semana (terapia de grupo multitudinaria y maratoniana) y entrevista personal (concertadas obligatoriamente, entre dos adeptos que analizan sus comportamientos en función de la doctrina sectaria, tantas veces como tiempo libre tengan).
En todas ellas se estimula y manipula la agresividad, y la despersonalización que produce el proceso de culpabilización central en su doctrina. Se celebran 'juicios' en los que el adepto debe permanecer mudo mientras sus compañeros 'fiscales' le acusan de todo tipo de 'delitos' con saña. La sentencia del 'jurado' es siempre condenatoria e inapelable.
Los datos que el guía extrae del neófito en sus primeras consultas (en las que este cree ser cliente de un psicólogo normal y corriente) serán convertidos en armas arrojadizas contra él cuando sea integrado en las primeras sesiones sectarias de grupo y empiece a practicar 'el Conocimiento'. A través de ellos atacarán sus puntos débiles hasta transformar su personalidad.
La doctrina cambia según el humor de Lapiedra. El camino del Conocimiento se encuentra en los consejos y terapias cotidianas de los guías, y no está recogido en ningún texto escrito. El paternalismo totalitario y despersonalizador alcanza su cumbre gracias al magnetófono. Todas las 'terapias' personales y conversaciones con un guía son grabadas por los alumnos y escuchadas decenas de veces, pero no para ser analizadas críticamente sino para dejarse envolver por la voz de su amo.
El Conocimiento conduce a ser un 'ángel', pero antes de llegar a ello hay que aprender a amar a los demás sin egoísmo. Por medio de las 'terapias' uno encuentra el camino exclusivo para eliminar al 'intruso' que domina al 'humano' (y conocido como 'bicho' o 'estar embichado') y limpiarlo del 'egoísmo' que es la causa de todo sufrimiento.
Todo adepto es siempre culpable de egoísmo en todos sus actos cotidianos. Si por ejemplo, A regala algo a B, esta acción será analizada y criticada por un guía (como todas las acciones cotidianas, particularmente y/o en grupo) y de su dictamen inapelable se desprende una culpabilidad para ambos adeptos. A hizo el regalo por enamoramiento, luego hay egoísmo. O por destacar, despertar envidia, mostrar su afectividad... que son "vanidad", otra cara del egoísmo. Si no regala nada hubiese sido una falta de amor, luego también habría egoísmo. Si B acepta o no el regalo, también podemos hallarle egoísmo haga lo que haga. Siempre hay culpa.
Entre los dogmas "liberadores" encontramos la prostitución de ambos sexos, considerada como una forma eficaz de combatir los tabúes de la mala educación sexual recibida. Las mujeres creen combatir con ello el machismo, obligando a pagar al varón, a "pasar por el aro". Evidentemente, el dinero conseguido va a parar a los líderes.
Los guías pagaban a Lapiedra un "canon de agradecimiento espiritual", un 70% de sus ingresos, los cuales han sido obtenidos esquilmando previamente a los adeptos y clientes externos en concepto de 'terapias'. En 1983 fue cesado el director de la sucursal Trinitat de "la Caixa"; como miembro de la secta había recibido la orden de conceder céйditos a sus compañeros, concediendo más de 3 millones de pesetas a unos cuantos sectarios sin trabajo ni avales.