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El
Titanic era asi de grande y tenia asi de habitantes. Decir todo lo que ocurrio
es imposible; reconstruir incluso parte de los hechos ha sido un trabajo en
el que han tenido que ayudar centenares de personas.
Muchos de ellos estaban alli. Localice 63 supervivientes, y la mayoria de ellos
hablaron de buen grado. Son una mezcla estimulante de ricos y pobres, pasajeros
y tripulacion. Pero todos parecen poseer dos cosas en comun. Primero, tienen
un aspecto maravilloso. Es algo asi como si habiendo salido bien librados de
aquella terrible prueba, se sobrepusieran o se hubieran sobrepuesto facilmente
a todo lo demas, y ahora envejecen con una gracia placida y amable.
Segundo, son considerados. Parece como si, habiendo sido testigos del 'hombre'
en su momento de maxima generosidad, despreciaran cualquier resto de egoismo
que perdura en ellos.
Nada les parece demasiado esfuerzo. Nada les turba. Muchos de los supervivientes
han contribuido mas alla de las necesidades del libro, con el unico fin de hacerme
ver y sentir lo que fue aquello. |
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Por
ejemplo, Mrs. Noel MacFie (entonces condesa de Rothes) cuenta como, estando
en una cena con amigos de un año despues del desastre, experimento de
pronto una espantosa sensacion de frio y de intenso terror que asociaba siempre
con el Titanic.
De momento no supo explicarse la razon. Luego se dio cuenta de que la orquesta
estaba tocando Los cuentos de Hoffman, la ultima pieza de musica que tocaron
despues de la cena aquel domingo.
Mrs. George Darby, entonces miss Elizabeth Nye, añade un detalle conmovedor
al contar como, a medida que aumentaba el frio a primera hora de la noche de
aquel domingo, ella y otros pasajeros de segunda clase se reunieron en el comedor
para cantar himnos religiosos, terminando con Para aquellos en peligro en el
mar.
Y Mrs. Katherine Manning, entonces Kathy Gilnagh, resucita el humor despreocupado
de la juventud de tercera clase al hablar de la alegre fiesta del entrepuente
en aquella ultima noche. En un momento dado, un raton cruzo la habitacion; los
muchachos lo persiguieron; las muchachas chillaron, excitadas..., y siguio la
fiesta. Los preciosos ojos de Mrs. Manning resplandecen todavia al hablar de
las gaitas, las risas, la suerte de ser una chiquilla hermosa viajando hacia
America.
La mayoria de los supervivientes, dan, en verdad, una vision de la vida a bordo
que tiene cierta calidad casi fantasmal.
Se nota cuando Mrs. G.J. Mecherle (entonces Mrs. Albert Caldwell) recuerda el
jaleo de la salida de Southampton; cuando Victorine Perkins (entonces Chandowson)
habla de los dieciseis baules de los Ryerson; cuando Mr. Spencer Silverthorne
recuerda su agradable cena de domingo con los otros compañeros; cuando
Margarite Schwarzenbach (entonces Frolicher) describe una cena mucho mas reposada
en la camara de sus padres. Habia estado muy mareada y aquel era su primer y
atrevido intento de volver a comer.
Los
recuerdos de la tripulacion tienen el mismo caracter nostalgico. Se siente
cuando el fogonero George Kemish describe la aspera camaraderia en las calderas,
y cuando la masajista Maud Slocombe cuenta sus desesperados esfuerzos para
dejar los baños turcos en perfecto orden. Por lo visto se encontro
un bocadillo a medio comer o una botella de cerveza, vacia, en cada rincon.
-¡Los obreros eran hombres de Belfast!- explica alegremente.
La atmosfera creada por esas personas contribuye tanto como los hechos e incidentes
que describen.
Walter
Lord, "La ultima noche del Titanic"
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