Níscalos
Es una de las especies más conocidas, consumidas y apreciadas que solamente se puede encontrar en otoño a pie de los grandes pinares. El níscalo que tiene verdadera fama es el "Lactarius sanguifluus" o níscalo de sangre vinosa. En catalán : rovelló . Está más cotizado. Los no aficionados a la micología lo pueden confundir con el "Lactarius deliciosus", de inferior calidad, que es el níscalo a secas o corriente.

Ambos son de color anaranjado y a veces con la edad se pueden teñir ligeramente de tonos verdes. Sin embargo, la principal diferencia entre ambos está en el sombrero. El "rovelló" tiene un sombrero aplanado con el margen involuto. Dígamos que es más redondito. El níscalo "lactarius deliciosus" tiene el sombrero convexo, algo hundido en el centro. En algunos mercados es habitual venderlos mezclados.

 
 
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Setas de cardo "Pleurotus eryngii"
Es la reina de los secanos de Castilla. Allí donde sólo se ven cardos secos y espinosos crece en corros y siempre lo hace en número par.

Su sombrero es de 5-10 cm, de color pardo rojizo a pardo oscuro. El pie es liso de color gris ocre. Su carne es muy apreciada y suculenta : sólida, blanca, con sabor dulce y olor agradable. Cada vez es más díficil encontrar en los mercados setas de cardo salvajes. Lo que vemos son setas de cardo obtenidas por cultivo industrial, cuya carne es bastante sosa y elástica.

 
 
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Sabina "Juniperus turbinata"

Es una especie protegida, uno de los vegetales más característicos de nuestra flora autóctona (Juniperus turbinata), árbol de copa verde-oscura y densa, que puede alcanzar hasta 4 ó 5 metros de altura, aunque existen ejemplares de gran corpulencia que rebasan los 8 metros.

Es un árbol muy preciado por la calidad de la madera, de gran persistencia. Utilizada en ebanisteria por la belleza de sus nudos y su color rojizo característico.

Su tronco, muy ramificado y frecuentemente retorcido, posee una corteza marrón-rojiza cuando joven, que se torna pardo-oscura y quebradiza al envejecer. Las hojas, muy parecidas a las de los cupresos y cipreses, son diminutas, más o menos triangulares, aromáticas, y disponen a modo de escamas imbricadas (como las tejas de los tejados) recubriendo las ramitas. Tanto las flores masculinas como las femeninas son muy pequeñas y poco llamativas, agrupándose en inflorescencias menudas en las ramas jóvenes. Los frutos son esféricos, aproximadamente de un centímetro de diámetro, de color marrón-rojizo cuando maduran, encerrando en su interior de cuatro a diez semillas. Varias aves, entre ellas el cuervo, favorecen la diseminación de esta especie al ingerir los frutos.

 
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