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Joaquín Edwards Bello:

Un roto de toro y lomo

Por: Alberto Javier Mayorga Rojel

Licenciado en Comunicación Social

Periodista

La trayectoria de Joaquín Edwards Bello es una de las más importantes dentro de la producción literaria nacional. Con más de 22 obras creadas de su puño y letra, entre las que destacan “El Roto”, “La Chica del Crillón”, “Valparaíso, La Ciudad de los Vientos” y “ Criollos en París”, este escritor y periodista construye una obra sólidamente asentada en la realidad urbana de nuestro país y en la idiosincrasia del chileno dentro y fuera de la nación.

Joaquín Edwards, recibió en 1932 el Premio Atenea de la Universidad de Concepción por su libro “Valparaíso, La Ciudad de los Vientos”. La Universidad de Chile le confiere el Premio Marcial Martínez (1934) por su novela “Criollos en París”. Asimismo, en 1943, se le otorga el Premio Nacional de Literatura. En 1954, el escritor fue elegido Miembro de la Academia Chilena de la Lengua y, por último, en 1959 se le otorga por unanimidad el Premio Nacional de Periodismo.

La premio novel chilena, Gabriela Mistral en 1934 lo describe con las siguientes palabras: “Edwards domina en pleno los dos hemisferios del escritor: la descripción y la narración, posee la mirada eficaz, la fantasía latidora, el demiurgo que nos hace, le labró el ojo recogedor y el otro que está más adentro y que es el transformador”. “Hijo más reprendedor de su padre no le nació a nuestro viejo Chile, satisfecho y sentado en sus prestigios”, termina recalcando.

Este crítico incansable de la aristocracia, nace el 10 de mayo de 1887 en Valparaíso, hijode Joaquín  Edwards Garriga y Ana Luisa Bello Rozas, quienes lo bautizaron como Víctor Lorenzo Joaquín. Su padre trabajó como empleado superior en el Banco de A. Edwards, cuya propietaria era su prima hermana, doña Juana Ross Edwards de Edwards, y su madre era nieta de Andrés Bello.

Tuvo siete hermanos y vivió en una modesta casa del puerto ubicada en la calle del teatro, actual calle Salvador Donoso, llamada así porque ahí se encontraba el teatro Odeón, fuente de múltiples recuerdos de su niñez, período donde además fue testigo de varios acontecimientos desalentadores como la revolución de 1891 y la epidemia del cólera que devastó Valparaíso, hechos que, según sus palabras, lo marcaron sicológicamente.

Su infancia transcurre en Valparaíso, Quilpué y Quillota. Realiza sus estudios  en el colegio Mac Kay  y en el liceo Eduardo de la Barra, por voluntad de su padre. Es ahí donde funda en conjunto con algunos compañeros la revista quincenal “La Juventud”  y publica la revista humorística llamada “El Pololo”. A los 16 años, escribe en la publicación Pluma y Lápiz su primer cuento como una narración cómica denominada “La Zapatilla Homicida”.

En 1918 publica “La Cuna de Esmeraldo”, obra que en 1920 se transforma en “El Roto”, novela cruda que recrea la vida en el bajo mundo del barrio estación de la capital chilena y que, según Francisco Coloane, la obra “El Roto” vino a hurgar  en las lacras de aquel tiempo y su denuncia  social es de tal vigor que tiene vivencia permanente.

Víctor Lorenzo Joaquín Edwards Bello, trabajó como periodista desde 1919 en el diario la Nación de Santiago y en 1921 contrae matrimonio con su primera esposa de nacionalidad española, María de los Ángeles Dupuy, con quien tiene dos hijos, Bernardo y Joaquín. El escritor viaja a Europa y en 1926 su esposa muere y él vuelve a Chile. Aquí retoma su trabajo en la Nación y escribió varias novelas  como “El Viejo Almendral”, “La chica del Crillón”, “ El Chileno en Madrid”, entre otras.

En 1953 se casa por segunda vez con Marta Albornoz, quien lo acompaña durante sus últimos años de vida. Desde 1960 permaneció postrado en una cama víctima de una hemiplejia. Sin dinero y prácticamente olvidado, a las 8:30 del lunes 19 de febrero de 1968 se disparó en la cabeza con un revólver Colt, calibre 38, que le había obsequiado su padre para que se protegiera.

Es muy difícil separar la obra y la vida de Joaquín Edwards Bello. Ambas se complementan de un modo esencial, porque él no habría sido la persona que fue, si no hubiera nacido en Valparaíso, si no le hubiese gustado el juego y si no hubiera sentido el poder que ejercía su obra y las consecuencias que traía. Todo se mezcla, su personalidad paranoica es fruto de su obra  y a la vez sus libros son producto de su naturaleza inquieta y  observadora.

Además, Joaquín Edwards Bello es uno de los primeros irreverentes en el periodismo nacional. Su vasta obra, su importante trayectoria y los retratos de Chile que quedarán para siempre en la memoria del lector, son méritos más que suficientes para considerar a este hombre como un compatriota de ideas brillantes, que sobresalió por su talento y no por estrategias, pero que con el paso del tiempo parece haberse desvanecido de la memoria de muchos chilenos. 

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