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Frente a la crisis y a la necesidad de abaratar los
costos de la canasta escolar, la pregunta que se hace la mayoría de los
padres es dónde conseguir libros escolares más baratos.
La respuesta clásica tiene dos opciones: una es comprarlos directamente
en las editoriales, la otra es conseguirlos usados. Pero existe
una nueva modalidad que está surgiendo en algunos lugares de la Argentina:
el trueque infantil.
En el primer caso -comprar en la editorial— lo aconsejable es juntarse
un grupo de padres de un mismo grado y con el pedido de libros hecho por
la maestra ir directamente al sello editor. Ahí se consiguen descuentos
importantes al comprar por mayor.
La otra opción —comprar libros ya usados— se hace en los negocios y ferias
dedicadas a esto. Se consiguen a la mitad de precio de los nuevos.
El único consejo sobre los usados es revisarlos antes de comprarlos. "Porque
como muchos tienen partes dedicadas a actividades, a veces están recortados
o ya escritos", explican en las asociaciones de consumidores.
En la búsqueda de libros usados, hay lugares clave para conseguirlos.
Ahí se puede ir tanto a comprar como a vender.
En esta época del año, los lugares clásicos para los que compran textos
escolares de segunda mano son las ferias de los parques y las plazas.
Las más importantes son la de Parque Centenario, la del Parque Rivadavia
y de los Patricios. También es grande la oferta en la Plazoleta
Aníbal Troilo (en Plaza Italia) y en la de Primera Junta.
En el barrio del Once también hay unas cuadras dedicadas a este rubro.
Son las que están alrededor de Bartolomé Mitre a la altura del número
2100.
Tanto en los negocios como en los stands de las plazas, el mecanismo es
el mismo. Los comerciantes compran los libros usados al 30 por ciento
del precio que aparece en la lista de nuevos. Y los venden al 50 por
ciento de ese valor.
Como este año, muchos padres que antes no lo hacían van a volcarse a esta
opción, el consejo es no dejar pasar mucho tiempo: hay libros que tienen
mayor demanda que otros y son difíciles de encontrar entre los estantes
de usados.
Experiencia
En cuanto a la opción del trueque infantil uno de los ejemplos se vio
el viernes en un barrio de La Plata. En la ex escuela N° 29 un grupo de
chicos se reunió para canjear libros y útiles escolares por otros elementos.
La iniciativa fue coordinada por la Asociación Pro-Gente y desde allí
explicaron que la idea surgió ante "la cantidad de niños que acompañan
a sus padres al club de trueque que ya funciona en la esquina de las calles
25 y 526". Este club de trueque infantil funcionará también este viernes
desde las 15.
Clarin,
Miércoles 27 de febrero de 2002
En La Plata
EXPERIENCIAS:
INTERCAMBIO DE OBJETOS Y SERVICIOS EN EL EDIFICIO DONDE FUNCIONABA UNA
ESCUELA En La Plata organizaron un club del trueque de útiles escolares
Lo manejan los chicos, acompañados por adultos. Cambian desde guardapolvos
hasta libros por tickets. Algunos hacen el intercambio por comida o clases
de apoyo. Funciona los viernes.
En un barrio de La Plata, los más chicos encontraron
una vuelta para hacerle frente a la crisis y completar sus mochilas antes
del regreso a las clases. Con ingenio y casi como un juego organizaron
un club del trueque donde intercambian guardapolvos, libros, útiles y
hasta computadoras con poco uso. En la primera reunión casi 200 alumnos
descubrieron una nueva manera de ayudar en la economía familiar.
El encuentro, que se repetirá todos los viernes, tiene como escenario
una vieja construcción de la calle 25 y 526, en la zona de Ringuelet,
donde hasta hace unos años funcionó la Escuela 29, que se trasladó a un
nuevo edificio que la provincia construyó a pocos metros del lugar.
De las cenizas y con el esfuerzo de la gente, las ruinas del ex colegio
se convirtieron en un albergue para contener a los vecinos que deben abandonar
sus casas cuando se desborda el arroyo El Gato. Hace una semana, los chicos
transformaron esos salones en una gran librería escolar.
En el nodo de trueque, los "comerciantes bajitos" intercambian elementos
para utilizar en clase por créditos que equivalen en pesos a 0,50, 10,
20 y 50. Luego, recorren los stands y cambian esos billetes por productos
que necesitarán en las aulas.
Pero, hay quienes por no quedar afuera de la iniciativa, ofrecen alternativas
gastronómicas para poder llegar después a un cuaderno, una lapicera
o un par de zapatillas. Dos hermanos de la localidad de Los Hornos (ubicada
a casi cuatro kilómetros del club del trueque) llevaron una gran fuente
de ensalada de fruta, que trocaron a 0,50 crédito el vaso. Una hora antes
de cerrar el intercambio, los alumnos que cursan 4° y 5° año de EGB se
dedicaron a cambiar los bonos por cartucheras, un guardapolvo y lápices
de colores.
Los chicos tienen que ir acompañados por un adulto. Sin embargo, son ellos
quienes acomodan los elementos, acuerdan los valores y realizan los intercambios.
Los tickets también pueden alcanzar un valor académico. Los créditos que
obtienen pueden ser utilizados para recibir apoyo escolar en matemáticas,
biología, inglés y lengua.
Los profesores que luego recibirán esos vales integran otro nucleamiento
de intercambio para adultos, que funciona en el mismo lugar pero en horario
nocturno.
"Es asombroso ver el entusiasmo que provoca en los más chicos la posibilidad
de decidir sobre lo que necesitan y cómo obtenerlo. Además, reciclan con
alegría, alejados del consumo compulsivo", explicó a Clarín Margarita
Varela, una de las coordinadoras del intercambio escolar. La mujer preside
la asociación Pro-Gente, una organización no gubernamental que apoya actividades
comunitarias en los barrios de Ringuelet y Tolosa.
Cuando le avisaron del trueque, Micaela Fernández revisó su biblioteca
y encontró varios manuales que dejó de utilizar cuando terminó el 9° año.
Tardó apenas unos minutos para conseguir 15 créditos por uno de los libros
y a cambio pudo llevarse unas carpetas y una caja de fibras que serán
útiles para su debut en el polimodal.
"Esta idea es bárbara. En mi casa, este año no pueden comprarme muchos
útiles. Ahora tengo lo que necesitaba", dijo Analía de ocho años,
mientras probaba los cierres de su nueva mochila que obtuvo por 20 créditos.
Varela confía en extender esta experiencia a otros establecimientos. "Creo
que sería una buena alternativa para que los chicos puedan comenzar las
clases con un poco más de esperanza", dijo una de las responsables del
proyecto.
Clarin, Miércoles 27 de febrero
de 2002
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