CONSUMO: YA PARTICIPAN EN FORMA DIRECTA EN ESTA ACTIVIDAD 3,3 MILLONES DE ARGENTINOS
Clubes de trueque: buscan regular su funcionamiento

Es para garantizar la seguridad de los alimentos que se canjean y evitar la falsificación de créditos. La iniciativa es de los mismos coordinadores de las redes.

Cómo saber si los alimentos canjeados en las redes de trueque se hallan en buen estado? ¿Cómo se evita la falsificación de créditos, la moneda social que circula en los clubes? ¿Cómo se garantiza la seguridad de un lugar donde circulan miles de personas en pocas horas? Estas cuestiones desvelan a los coordinadores de las redes, que ven la necesidad de contar con una norma que regule una actividad en la que ya participan en forma directa 3,3 millones de argentinos. Por eso apoyan un proyecto de ley, actualmente en estudio en la Comisión de Comercio de la Cámara de Diputados.

"En 60 días pasamos de 800 a 5.000 trocadores —cuenta Graciela Draguicevich, secretaria de la mutual Sentimiento, que organiza el nodo La Estación, en Chacarita—. Nadie puede contener y organizar de manera democrática semejante cantidad de gente".

En siete años, cuando se estableció el primer club de trueque, el fenómeno fue extendiéndose por todo el país. Luis Laporte, de la Red Global del Trueque, calcula en 5.800 los nodos de la red, a los que concurren en forma estable unos 2,5 millones de prosumidores, como denominan a quienes son a la vez productores y consumidores. Otros 1.500 clubes —en general más pequeños—, se agrupan en la Red del Trueque Solidario, en los que circulan 800.000 trocadores.

Si, además de los prosumidores, se cuenta a sus familiares, son cerca de 10 millones los argentinos que pueden llegar a fin de mes o incluso comer gracias a este intercambio. "Es una respuesta masiva a la exclusión —defiende el diputado rionegrino Carlos Larreguy (PJ), autor del proyecto de ley—. ¿Cómo esta gente, que ha subsistido y se ha defendido de los efectos negativos de la globalización, no va a tener un encuadre jurídico para fomentar la actividad que los mantiene, y para volver al sistema del cual se ha caído?"

Basados en la valoración del trabajo, la solidaridad y la confianza recíproca entre sus miembros, los clubes de trueque han ido encontrando sus propias formas de control. La seguridad de los alimentos es una de las principales preocupaciones, por lo que los coordinadores insisten en la ca pacitación de quienes manipulan o elaboran alimentos. "Enseñamos cómo lavarlos, a hervir el agua, a ponerse cofia y guantes de goma. Y cada tanto nos metemos en la casa del socio", detalla Laporte.

"Querríamos llegar a toda la población de prosumidores", expresa la doctora Teresa Velich, jefa del Departamento de Vigilancia Alimentaria del Instituto Nacional de Alimentos (INAL). Consustanciada con el lenguaje de los nodos tras haber tenido contactos con las redes, apunta a consumidores más exigentes y a elaboradores conscientes de su responsabilidad. "Es más saludable educar, que instaurar un sistema punitivo", afirma.

Responsabilidad social es el término que, a modo de eslabón invisible, sostiene a las redes. "Hay una construcción democrática en el proceso de toma de decisiones, que se explica en cada feria —señala Laporte—. Y la gente comprende y es cuidadosa: tiene esto, o la nada".

Con el mismo criterio, los trocadores dicen que han logrado erradicar a los punguistas que, en medio del gentío que concurre a cada nodo, hurtaban las "crediteras". "Control popular —resume Draguicevich—: todos miran, todos están atentos". En cambio, todavía no han encontrado el modo de terminar con la falsificación de créditos. (ver Falsificar no...).

De todas formas, los organizadores de clubes de trueque buscan articularlos con el sistema "formal". En ese sentido, el proyecto de ley del diputado Larreguy los autoriza a"suscribir convenios de cooperación y asistencia técnica con instituciones nacionales e internacionales, públicas y privadas, con el objetivo de potenciar el funcionamiento del sistema". Y, al tiempo que prevé la creación de un Registro de Nodos de Trueque, establece obligaciones para las redes, tanto para los coordinadores como para los prosumidores.

La Red Global del Trueque ve con buenos ojos la futura regulación. "No queremos convertir a la Argentina en un gran trueque, sino que se formalicen los excluidos. Queremos tener pleno empleo y estar integrados al sistema", afirman a dos voces Draguicevich y Laporte. Pero los diputados de la Comisión de Comercio no parecen tener el mismo apuro: "No hay oposición, pero por ahora no hay una decisión de legislar sobre el asunto —confiesa Horacio Vivo (UCR)—. No están claras algunas cosas. El criterio es dejarlo andar, que anda bien".

"Pese a nuestro grado de ambigüedad, el trueque sigue funcionando: eso demuestra su raíz popular —asume Larreguy—. Y hay una buena predisposición por parte de los municipios, porque las redes de trueque brindan una contención social. Es preferible estar amasando una prepizza todos los días para cambiarla por créditos, y no ir a cortar una ruta por falta de trabajo. Creo que a nadie le gusta ser piquetero".


¿Deben o no pagar impuestos?
A la hora de regular el funcionamiento de las redes de trueque, una cuestión que desorienta a los legisladores se refiere al aspecto impositivo.

Tras buscar asesoramiento sobre el tema, los "troqueros" se encuadran a sí mismos en la figura de donación mutua, una de las prácticas preeconómicas más antiguas de la humanidad. "Es como las mutuales: la ayuda mutua no tributa porque no pretende ningún rédito económico", señala Graciela Draguicevich, del club La Estación.


Falsificar no es delito
Los coordinadores de la Red Global del Trueque calculan que el 30 % de los créditos que circulan por sus 5.800 nodos son falsos. Esto trae problemas al sistema porque deprecia el esfuerzo de los prosumidores y corroe la confianza mutua, máximos valores de este gigantesco intercambio. "Además se genera un aumento del circulante, que termina desabasteciendo a los nodos chicos", señala Patricia Colombres, encargada de prensa de la Red.

Pero al mismo tiempo da cuenta de la importancia que ha cobrado la red: a principios de mes, la Policía Federal desbarató una banda de falsificadores en San Martín, en el conurbano bonaerense, y secuestró 5 millones en patacones apócrifos y unas 550 planchas de vales de la Red Global del Trueque, por unos 168.000 créditos. Otro millón de créditos "truchos" fue hallado en manos de dos hombres en Desaguadero, Mendoza.

Falsificar créditos no es delito, ya que no está contemplado en el Código Penal. Sin embargo, en este caso los créditos "truchos" habrían servido para financiar la falsificación de los patacones. "La futura ley va a decir quién emite moneda social", observa Colombres. La responsabilidad recaerá en las redes. Entretanto, la Red Global del Trueque dejó de entregar créditos a los nuevos socios, a la espera de recibir, a principios de julio, "un rodillo que mandamos construir fuera de la Argentina y que nos dará un papel de altísima calidad", asegura Luis Laporte, de la Red. Por el momento prefiere no divulgar las marcas de seguridad.

Clarin, 24 de junio de 2002


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