Te cambio

El recurso del trueque sigue creciendo. Más de medio millón de familias cubre sus necesidades en la red. Hay unos 50 millones de créditos en circulación. Y hay quienes opinan que la experiencia puede ser el germen de una economía más humanizada

 

La escena se repite en cada uno de los 4500 clubes de trueque que existen en la Argentina: una mujer recibe una bolsa con mercadería y entrega a cambio unos billetes que, en lugar de la consabida figura del prócer nacional, presentan el dibujo de un árbol o la imagen simbólica de dos aros entrecruzados. Por su aspecto, estos billetes remiten al dinero de mentira de ciertos juegos de mesa infantiles, y quizás el parecido no es casual: a diferencia de la moneda convencional, a la que de hecho se le asigna un valor intrínseco, los tickets trueque recuerdan a sus poseedores que sólo sirven para pasar de mano en mano facilitando el flujo de bienes y servicios.

Actualmente circulan tickets por un total de 50 millones de créditos, cuyo único respaldo es la capacidad de producir y consumir dentro de la red del trueque. Un aval suficiente para el medio millón de familias que, ante la escasez de dinero real, encuentra allí una alternativa para resistir a la crisis y cubrir sus necesidades básicas. Intercambiando alimentos, ropa, calzado, y hasta atención médica y cursos de computación, los prosumidores (mezcla de productores y consumidores) hacen florecer en los nodos (así se designa a los clubes por ser los puntos de cruce o de encuentro de la red) una verdadera economía paralela que ya alcanzó a las pyme y que, por su crecimiento, despertó el interés de importantes medios extranjeros, como The New York Times o la BBC de Londres. El 60 por ciento de los argentinos espera realizar un trueque en los próximos tres meses, según una encuesta de Gallup del mes último (ver infografía). Los primeros impulsores locales del trueque llaman a los tickets moneda social. No es dinero que se acumula para hacer más dinero, dicen. No son un fin en sí mismo, sino un medio. En un número de 50 créditos, simplemente se entregan a quien ingresa en la red para que se sume al juego con la única condición de que aporte al nodo su oferta de productos o servicios. ¿Son el trueque y su moneda sólo una respuesta a la crisis? ¿O conllevan además un cuestionamiento implícito al sistema financiero globalizado, y el germen de una economía más cercana a las necesidades de la gente?

Para Michael Linton, las monedas alternativas pueden "devolverles el poder a aquellos que crean riqueza". Linton, inglés, creó en 1983 una moneda comunitaria para el Valle de Comox, British Columbia, Canadá. Advirtió que cuando en una comunidad disminuye la cantidad de dinero circulante por causas externas, lo mismo sucede con la actividad comercial: "Los negocios declinan y la gente pierde su trabajo no porque no tenga nada que ofrecer, sino porque no hay suficiente dinero entre ella". La solución fue crear una moneda local para asegurar la conexión entre quienes intercambian habilidades, bienes y servicios. Así nacieron los LETS (Local Exchange Trading System, sistema de intercambio y comercio local), que más tarde serían adoptados por distintas comunidades en Australia, Nueva Zelanda y Gran Bretaña. Otros ejemplos de moneda local en el Primer Mundo son los Ithaca Hours, en Nueva York, y los SEL (Systeme d´Emploi Local), en Francia.

"Una economía basada en el dinero convencional establece la competición como norma. La cooperación es pasada por alto o directamente ignorada. La moneda local, en cambio, no es una mercancía escasa por la cual tenemos que competir", reflexiona Linton, físico e ingeniero químico que hoy se dedica al desarrollo de proyectos comunitarios. Este nuevo dinero tiene, según Linton, tres características básicas: se emite en cantidad suficiente, permanece en la comunidad donde nace y es creado por sus usuarios. Tres atributos que el ticket trueque parece compartir.

Rubén Ravera, que junto con Carlos Desanzo y Horacio Covas inició, en 1995, la Red Global del Trueque en la Argentina, pregunta: "¿Qué pasa si lo importante deja de ser la moneda y empieza a serlo aquello que traen y se llevan los prosumidores? En los clubes de trueque existe un pacto de intercambio para hacer un mercado justo, donde los valores son la reciprocidad y la solidaridad".

Para Ravera, el sistema financiero internacional se ha vuelto un mecanismo ciego. "Allí no hay un mercado, sino deudores: la deuda posibilita el mercado. En la Argentina, donde no hay acuerdos políticos ni institucionales que despierten confianza, la gente del club del trueque acepta su orfandad y plantea este experimento socioeconómico que hoy representa el pacto social más grande que tenemos", sostiene.

El éxito del club del trueque, según Ravera, depende de que haya circulación en lugar de acumulación. "Si en un almacén los alimentos perecederos no se venden, se pudren. Lo mismo pasa con los tickets trueque." En la Red Global existe un concepto que ilustra esta idea: la oxidación. "La moneda envejece en las manos de quien la acumula, como todo. Cuando alguien quiere conservar algo comprando dólares, en el fondo manifiesta mucho miedo y temor. Mal podemos depositar nuestra fe en un billete. Por eso nosotros aspiramos a mejorar nuestros mecanismos de oxidación", dice Ravera.

Circular

En la red, la circulación es un bien por preservar. La acumulación de un lado provoca el consiguiente vacío del otro, y podría dejar a algunos fuera de juego. O causar inflación, si se emite de más y se rompe la regla de entregar 50 créditos a cada nuevo prosumidor (que mantiene estable el nivel de circulante per cápita). Una luz de alarma se encendió con la noticia reciente sobre la presunta compraventa de un campo en San Luis valuado en 270.000 pesos, a través de créditos. "Yo mismo me encargué de desmentir aquello –señala Ravera–. Fue una venta familiar alrededor de la cual gente de empresa montó una operación de marketing. Pero hay que velar por la circulación en el trueque. Están llegando empresarios y pyme que traen los reflejos y los vicios de la economía tradicional", admite.

Pero Ravera, museólogo y ecologista (dirige el Parque Ecológico Hudson, en Florencio Varela), mantiene su optimismo: "Creo que la moneda bancaria tiene los días contados y viene un nuevo pacto entre los habitantes de este planeta. Hay demasiada desigualdad y mucha concentración en unos pocos. Lo importante es conciliar códigos comunes y trabajar con lo que tenemos a mano. Empezar a hacer."

Subsistencia e ilusión

El analista Rosendo Fraga no comparte este pronóstico. A su entender, el trueque implica una involución económica, social y hasta cultural. "Se trata de un fenómeno social de subsistencia, que se da en la Argentina porque el país vive la recesión más larga y profunda de su historia. Cada mes se suman dos puntos a la tasa de desempleo. Es decir, 280.000 personas desempleadas más, lo que implica un millón cayendo en la pobreza, porque por cada persona que deja de trabajar hay dos o tres en su familia que siguen su suerte. De manera secundaria influyó el corralito, que redujo el uso de dinero y efectivo, y que dejó a la población de menores ingresos sin la posibilidad de financiar sus consumos."

El director del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría sostiene que las economías basadas en el trueque son las más rudimentarias y pobres. "En el caso argentino, el trueque es una respuesta social ante el aumento del desempleo y la disminución de la moneda. Sólo se justifica por la emergencia social extrema que vive el país", sintetiza.

El sociólogo y politólogo Atilio Borón, en cambio, ve en el trueque una tentativa de la gente por recuperar el control de la moneda. "El crecimiento de este fenómeno denuncia el colapso del sistema económico argentino, el derrumbe de un modelo que durante años muchos consideraron sólido. El trueque responde al quiebre de esa ilusión. Es la respuesta solidaria a un sistema que produce desocupados y pobreza, y que les hace lugar a la intermediación y la especulación."

Borón también advierte una rebelión contra lo que ha sido, en las últimas décadas, una imposición de patrones de consumo que se apartaron de las necesidades reales de las personas. Una respuesta contra el hábito de comprar no por el bien o la cosa en sí, sino por la fuerza de la marca. "El trueque viene a romper con eso –dice–. Reivindica lo que tiene que ver con las necesidades de uso concreto de la gente, frente a la industria publicitaria y el consumo de marcas. En la Argentina, el trueque está relacionado con la crisis, pero en los países industrializados donde se lo práctica tiene este último sentido", afirma Borón, profesor titular de Teoría Política en la UBA y secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso).

Para Borón, la moneda debe ser un instrumento. "En las sociedades capitalistas hay una tendencia a transformar los medios en fines, en una suerte de fetichización –evalúa–. Cuando esto sucede se produce una distorsión de la vida económica, que llega a su máxima expresión cuando se habla de sociedades de mercado. Es decir, una sociedad carente de objetivos y valores fundantes. Puede haber economías de mercado, pero no sociedades de mercado."

Un Lugar

Hay otro aspecto que permite observar al trueque como un fenómeno que genera nuevas formas de relación social. En un encuentro de coordinadores de nodos de la zona norte del Gran Buenos Aires, al que asistió la Revista, hubo acuerdo en que con los nodos la gente no sólo resuelve sus necesidades básicas, sino que también encuentra un espacio de contención y de integración comunitaria donde es posible recuperar un sentido de dignidad que aparece vulnerado por la magnitud de la crisis. Pero también se manifestó el temor de que, ante el crecimiento registrado en los últimos meses, se puedan desdibujar los valores de cooperación y reciprocidad que son parte de la declaración de principios de la red.

"Si eso sucede, volveremos a empezar", dice resuelta Karina Godoy, joven animadora de un nodo que todos los lunes y jueves convoca a unas 1000 personas en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, en Benavídez. La experiencia del trueque también vino a recordarle a la gente que muchas respuestas están en sus manos. Y que es necesario cambiar algunas reglas de juego.

"Estamos mal acostumbrados por las prácticas que traemos. En el nodo lo importante es que cada uno atienda las necesidades que tiene, sin pensar en salvarse. No hay que perder el equilibrio entre lo que se toma y lo que se ofrece", dice Godoy, trazando un diagnóstico y una receta que parten de la experiencia concreta y que bien podrían ser útiles no sólo en los clubes de trueque, sino también en otros ámbitos de la vida pública. "Todo eso depende no tanto de las ideas, sino de la actitud de la gente. Necesitamos mentes nuevas."

Gesell y el orden natural

¿Cómo eliminar la fuerza del dinero como medio de poder, conservando en cambio su mediación neutral en el intercambio de bienes? Esta fue la preocupación del empresario y economista germano-argentino Silvio Gesell, cuyo pensamiento inspira hoy a los impulsores del trueque en la Argentina y el mundo. En su libro El orden económico natural, de 1916, Gesell buscó "librar de sus fallas orgánicas" al sistema monetario para promover una economía de mercado sin usura y desocupación.

El sistema económico de Gesell, que grava con un tributo el dinero atesorado para tornarlo "perecedero", fue aplicado con éxito en la pequeña ciudad tirolesa de Worgl durante la crisis de los años 30. "La ciudad estaba en quiebra: los ciudadanos no podían pagar sus impuestos, el municipio no podía pagar los salarios de los maestros de escuela, etcétera. Pero antes de dos años todo estaba arreglado, y los habitantes habían construido un nuevo puente de piedra, etcétera. Todo iba a la perfección hasta que un día un malaventurado billete de Worgl fue presentado en una de las ventanillas de un banco de Innsbruck", recuerda en uno de sus escritos Ezra Pound (1885-1972), enorme poeta norteamericano también estudioso e impulsor de economías alternativas. Cuando otros municipios empezaban a interesarse en la experiencia, el Banco Nacional de Austria, celoso de su monopolio, inició una acción legal para prohibir la moneda local de Worgl, que en esos dos años había reducido el desempleo en un 25 por ciento, según consignan Heloísa Primavera y Carlos del Valle, de la Red Latinoamericana de Economía Solidaria. Nacido en Baviera, tras el servicio militar Gesell emigró en 1887 a Buenos Aires, donde fundó la firma Casa Gesell, de artículos para bebes. Uno de sus hijos, Carlos Idaho, forestó y construyó lo que hoy es Villa Gesell, mientras otro, Ernesto, editaba en 1935 los dos primeros tomos de la versión castellana de El orden económico natural, tomando como base la séptima edición alemana (el tercer tomo aparece en 1945). En el prólogo, Ernesto cuenta que fue en Buenos Aires donde su padre "concibió las ideas básicas" del sistema que luego sería reconocido por distintas personalidades de la economía y la política. "Creo que los pensamientos de Gesell serán en el futuro más importantes que los de Marx", aventuró John Maynard Keynes en su Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero. Silvio Gesell murió en 1930, en el asentamiento cooperativo agrorreformista Eden-Oranienburg, cerca de Berlín, Alemania.

La Nacion , domingo 5 de mayo de 2002


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