Autor: José Joaquín Rodríguez Moreno (UCA)

"¿Que qué pienso del sistema americano?
Bueno, a mí me gusta la democracia;
aunque el sistema americano tampoco
está mal."

Saber, lo que se dice saber, ya sabrán ustedes que Japón tuvo una historia muy similar a la europea: un Glorioso Imperio, una lenta decadencia y disgregación interna, un milenio de feudalismo y autarquía, un pequeño renacimiento y ¡¡ploff!!.... del feudalismo arraigado al más puro capitalismo. Algún día comentaremos la devoción del nipón medio a su empresa, tan absoluta como la de uno de esos señores feudales que reinaban hace cien años escasos, pero eso será otro articulo.

Ahora vamos a situarnos mentalmente en el Japón que nos interesa; durante la decadencia imperial (S.VI-VII). Veamos el contexto de la época: hambre, inseguridad, caminos atestados de bandidos, ineficacia institucional....aires de revuelta cruzaban el imperio. Y a todo esto, ¿qué creen ustedes que hacia el Emperador?. Gastaba sus escasos recursos en proteger los derechos de los perros. No, no es una broma.¿conocen ustedes el horóscopo nipón?:
El Dragón, El Mono, El Perro.... ¿recuerdan?. Pues era (es) creencia que, según cómo se portase uno con su animal tutelar durante su vida sería recompensado a su muerte. Y si ahora les digo que el emperador era del signo del Perro...
bueno, ya se inmaginan la historia: edictos sobre la manutención de todos los perros vagabundos por parte de los ya empobrecidos y hambrientos ciudadanos, jueces impartiendo la pena capital a quien osase maltratar un perro, mientras en las calles se producían saqueos y asesinatos; libre acceso de estos animales a cualquier lugar...
Ya, ahora me estarán diciendo: "aquel gobernante era un sádico, un cabrito de la gran dragona". Pues no, no lo era (o al menos no por lo de los perros). Era, simplemente un Rey ciego.
No lo digo literalmente, claro. Yo me refiero a que, aquel hombre, estaba ciego al mundo que le rodeaba. No era un sádico, no disfrutaba con el sufrimiento ajeno... sino que simplemente no sabía que había gente sufriendo, era incapaz de abrir lor ojos y verlo por si mismo, encerrado en su lujoso palacio y rodeado de zalameros cortesanos.

Dije antes que la historia del Japón era muy parcida a la europea. Ciertamente, ¿qué diferencia hay entre alguien que protege a los perros, y monarcas como Carlos I y Luis XIV que
mandaron a millaresde hombres a la muerte en los campos de batalla?. Esa ceguera ha existido siempre en todos lados. Siempre hay alguien dispuesto a no ver.la realídad ,a no aceptarla...
a no cambiarla.


Imperios modernos mandan a medio millón de hombres a morir en guerras perdidas, enterrados entre fango y cuerpos vietnamitas. Millones gastados en la guerra, mientras en la tierra propia el racismo, las drogas, la marginalidad y otras mil plagas modernas proliferan.

Dicen que hoy, al menos en occidente, el poder está en manos de todos. Nunca antes hemos sido tan libres como ahora lo somos, nunca antes hemos vivido rodeados de tantos lujos:
ordenadores, consolas, cambios de ropa diarios,....

Mientras comemos, vemos en la televisión como bombardean otros países, como las plagas y el hambre arrasan millares de vidas... y, tras eso, vemos la película de sobremesa, sin inmutarnos.
¿Quien es hoy el emperador encerrado en un mundo de lujo? ¿Quién es hoy el ciego?....

Abre los ojos. Contempla que ocurre a solo mil kilómetros al sur. No podemos creer: "El mundo queda muy lejos". El mundo queda muy cerca. Es hoy, más que nunca, cuando nos debemos concienciar de que algo está mal, algo ha de cambiar, pero no lo hará solo. Dime:

¿Quien es hoy el ciego?

 

Artículo perteneciente al número 4 de UBI SUNT?, pág. 6

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