Las manifestaciones del arte sacro en esta comarca se
reducen básicamente al románico, Gótico tardío
y "Racionalismo" decimonónico. A pesar de la indudables
diferencias existentes entre ellos, en el ambiente se respira ciertos
aire de extrañeza y sorpresa, cuando se observa que en algunas
ocasiones los estilos aparecen compartidos en una singular simbiosis,
como ocurre tanto en Hoz de Arreba como en Bezana y Castrillo de Bezana.
Así, el carácter cúbico y altanero
del Gótico tardío es perfectamente asimilable con la fisonomía
de las iglesias de nuevo cuño, cuya batuta es la línea y
el volumen cerrado. En cambio, la curva con que se identifica el Románico
entra en aparente oposición con el ábside cuadrangular que
este mismo estilo adopta en Castrillo, rompiendo con toda tónica
de individualización, personalización y tradición.
Los añadidos de las iglesias de Virtus o Montoto en los siglos
XVII-XVIII diluyen su específico contorno haciendo de ellas un
conjunto indiferenciado. Algo similar es aplicable a la iglesia del barrio
alto de Cilleruelo, que bajo un aire predominantemente renacentista, tiene
como acceso una portada gótica polilobulada.
Ante esta falta de pureza arquitectónica, se hace
obligado un esfuerzo de abstracción, impuesto por unas circunstancias
que, como también ocurre en la arquitectura civil, permiten hablar
de originalidad.
Se advierten igualmente una serie de similitudes y rasgos
uniformadores que abarcan a todos ellos. Por encima de todo, hay aspectos
que rebasan cualquier limitación tipológica independientemente
del estilo: el predominante uso de la piedra de sillería,
como aportación de nobleza, plasticidad, y distinción; el
insustituible pórtico, elemento protector de las inclemencias
atmosféricas y aglutinador de la vida social del vecindario, muy
importante dado la falta de espacios de reunión en estos pueblos
de estructura semidispersa; y, por supuesto, la orientación
paralela Este-Oeste, pervivencia de las primeras construcciones
cristianas vigente casi hasta nuestros días
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