Resumen Se ha reflexionado mucho sobre el valor de la historia, el peso de la experiencia, la “solidez” del conocimiento acumulado. Al respecto, y desde una visión prospectiva, podemos acotar: La historia. Debemos incursionar en ella de manera inteligente, pues su enseñanza más útil es poder extraer las lecciones que la historia nos da. ¿Cómo hacerlo? Se trata de analizar lo ocurrido en el pasado, ver con detalle intereses, objetivos, estrategias, actores, interacciones (entre otras cosas) y sobre todo, el contexto en que se desarrolló el caso estudiado. Y luego, además de obtener las conclusiones pertinentes, realizar el esfuerzo de comparar ese caso con la realidad presente y los escenarios de futuro. Solo de esta forma podremos aprovechar lo aprovechable de la historia, y detectar los cambios operantes y por venir, para adaptar nuestras estrategias a ellos. Los retos que genera la velocidad de los cambios que ocurren en el mundo de hoy, obligan a adentrarse con mucha prudencia en las visiones prospectivas. Si por una parte resulta imposible continuar con los modelos de planificación ligados a evaluaciones y proyecciones del pasado, por la otra, las metodologías que los futurólogos desarrollaron en las décadas pasadas, parecen no tener cabida en la historia actual tan cambiante, tan imprevisible, tan acelerada. Sin embargo, tampoco es momento para desechar la experiencia del pasado como si estuviéramos emergiendo a un nuevo periodo histórico que nada tiene que ver con los anteriores. Sigue siendo verdad que el presente es consecuencia del pasado y que es posible engendrar el futuro y modificarlo en alguna forma, si nos decidimos a actuar sobre él. La experiencia. La experiencia sirve como base para encarar desafíos, pero debe ser tomada con algunas precauciones. Prima el criterio de reconocer a cada problema con sus tres características fundamentales. Todo problema es, a la vez, único, dinámico y complejo. Por ello, un error muy común, que suele tener nefastas consecuencias, es aplicar, una y otra vez, una “solución ya probada” para resolver nuevos problemas. Insistimos especialmente en la condición de “único” (esto es, original) de los problemas, que obligará a “repensar” la estrategia, más allá de anteriores éxitos. De esta manera, avanzamos un poco más en la respuesta a los interrogantes presentados. Lo cierto es que una de las maneras más claras para controlar el futuro consiste en actuar en el presente como queremos que sea el actuar del futuro; que pensemos en el presente como queremos que sea el pensamiento del futuro; que establezcamos nuestras relaciones presentes como queremos que sean las relaciones del futuro: con nosotros mismos, con los demás, con el entorno. No obstante, esto no es posible si no clarificamos el escenario futuro en el que deberemos actuar, o al menos en el que podríamos actuar. La prospectiva. Esta disciplina es la que da las mejores respuestas a las necesidades de la concepción estratégica moderna, y al planeamiento (en todos sus niveles) que exige el mundo moderno. Aún concebida de manera limitada, como fuente de “información anticipatoria” o base de un sofisticado sistema de “alertas tempranas”, los aportes del “arte de la conjetura” como bautizara Jouvenel a este campo del conocimiento, es esencialmente útil y práctica. Una de las aportaciones más conspicuas de los franceses a la prospectiva fue el hincapié que puso en la capacidad del hombre para intervenir en la construcción del futuro. El porvenir no habría que entenderlo sólo como la aparición inexorable de sucesos objetivados, provocados por factores opacos a la voluntad del ser humano, sino como algo que es fruto también de deseos e intenciones movilizadas, consciente o inconscientemente, por una colectividad. La prospectiva no es una bola de cristal para adivinar el futuro, ni un mecanismo automático para adueñarse del porvenir. Es un instrumento que ayuda a clarificar las finalidades por las que se actúa, el para qué de la existencia y las posibilidades reales de modelar las circunstancias presentes trayendo hacia ellas las intenciones de futuro. Contar con una visión prospectiva auxilia en la toma de decisiones y en los procesos de evaluación permanente, ya que en ambos ejercicios el futuro deseado y posible se hacen presentes como motor de la acción. Ahora bien, si encaramos el futuro deseado con la visión integradora de la Prospectiva Estratégica, se obtendrá, sin dudas, una respuesta integral, completa y fundada, claramente orientada a los intereses propios, con una gran posibilidad de éxito, frente a lo que hasta momentos antes, fue el tenebroso mundo de la incertidumbre. Debemos incorporar aquí una característica hasta cierto punto novedosa de los escenarios actuales. Si bien desde siempre algunos escenarios presentaban esta característica, en los tiempos que corren, y seguramente mucho más en el futuro, la inmensa mayoría de los escenarios que deberemos enfrentar o anticipar, deben ser considerados como “escenarios duales” . Con este nombre queremos reflejar que estos escenarios nos presentarán, simultáneamente, riesgos y oportunidades. Casi no existen escenarios de “puro riesgo” o de “pura oportunidad”. En otras palabras, los “antiguos” escenarios de puro conflicto o de pura cooperación son meros ejercicios teóricos, alejados de la compleja dinámica actual. En consecuencia, deberemos ser hábiles en explotar las oportunidades y en “gestionar los riesgos”. En cuanto al aprovechamiento de las oportunidades, otro “paradigma” que ha caído es el que rezaba, respecto de ellas “tómala o déjala”. Hoy, el no aprovechar una oportunidad, en la mayoría de los casos será un gran error, pues otro actor la tomará, y en el tiempo, nos producirá una debilidad estratégica, que puede ascender a la categoría –lamentable, por cierto- de vulnerabilidad estratégica. A su vez, la gestión de riesgo, un nuevo capítulo de la estrategia moderna en pleno desarrollo, se convierte de una manera muy firme, en la base intelectual y operativa de la prevención de conflictos. FUTURO : REPRESENTACIÓN Y MODOS DE EXPRESIÓN
La Prospectiva nos aleja de la resignación de no ser capaces de construir nuestro futuro, pero humildemente acepta su campo de análisis, limitado al ámbito donde es posible que la racionalidad opere en la realidad. |
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Preguntas |
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1. ¿Cuál fue una de las aportaciones más importantes de los franceses a la prospectiva? 2. ¿De qué manera extraemos las lecciones que la historia nos da? 3. ¿Qué utilidad tiene contar con una visión prospectiva? 4. ¿Qué manera clara tenemos para controlar el futuro? 5. Según el cuadro, ¿cuáles son las formas de representar el futuro? 6. ¿Qué es el porvenir? |
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Infografía | ||||||||
La Prospectiva es la disciplina que ha conseguido convertirse en la herramienta clave de esa construcción del futuro deseado y posible, y en particular, sus últimos desarrollos que arriban a la llamada Prospectiva Estratégica constituyen el basamento fundamental del liderazgo y del management modernos. |
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http://www.esyes.com.ar/archivos/Por%20que%20invest%20el%20futuro.doc | ||||||||
La prospectiva es más que una ciencia o una técnica; es una actitud ante el futuro capaz de transformar en el presente las relaciones de las personas y de las instituciones hacia sí mismas, hacia la sociedad y hacia el mundo. Contar con una visión prospectiva auxilia en la toma de decisiones y en los procesos de evaluación permanente, ya que en ambos ejercicios el futuro deseado y posible se hacen presentes como motor de la acción. |
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http://www.cipae.edu.mx/nuevaversion/p-prospectiva.html | ||||||||
La Prospectiva, cualquiera sea la escuela a que nos afiliemos, es otro intento del hombre por agregar racionalidad, a sus decisiones, que incorpora el ingrediente de la predicción, siempre deseable.
Cabe acotar aquel pensamiento de Maquiavelo, que expresaba: “ ... si bien es cierto que la mitad de nuestras acciones son reguladas por el azar, aún así resta la otra mitad que podrá ser regulada por nuestra racionalidad” . |
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http://www3.ndu.edu/chds/redes2002/Documents/Papers/Track%205.%20Strategic%20Studies/26A/MachadoFP.doc | ||||||||
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No hay un solo futuro, sino varios. Quizás ésta sea la afirmación fundamental de la prospectiva. Comprender su significado y alcance es clave para aproximarse al corazón conceptual de una disciplina que construye visiones para planear el futuro de largo plazo de la sociedad, las regiones y las organizaciones. La prospectiva no ofrece, ni lo pretende, una ontología del tiempo futuro. No le interesa precisar qué es el futuro ni mucho menos el tiempo. Sin embargo, para fines metodológicos sí suscribe que el futuro está esencialmente abierto e indeterminado; en otras palabras, que es en realidad una pluralidad de futuros. |
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http://www.cge.udg.mx/revistaudg/rug26/art1dossier26.html | ||||||||
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La prospectiva tiene como objetivo reducir el nivel de incertidumbre que afecta toda decisión de medio y largo plazo, la cual proviene de factores tales como la acelerada evolución de las tecnologías, las cuantiosas inversiones necesarias para llevarlas a cabo, el acortamiento de los ciclos de vida de las mismas, la globalización de las actividades, la contaminación ambiental, el incremento de las desigualdades, etc. "...no pretende predecir el futuro, sino crear una visión consensuada del medio y largo plazo, para identificar las líneas de que deben seguirse si se quiere estar mejor preparado para afrontar los acontecimientos que se produzcan". |
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http://www.hipatia.info/docs/prospe/ | ||||||||
La Prospectiva no es una utopía, por lo menos no conduce a “visiones utópicas”,
porque ella se basa en “lo que es”, en lo inédito posible sustentado en los hechos
histórico-sociales y en el carácter dinámico de la sociedad, es decir, ella es
esencialmente interesada por la evolución, el cambio y la dinámica de los sistemas
sociales, por eso no es unidireccional en el tiempo. |
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http://www.iaeal.usb.ve/90/90-3.pdf |