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El Periódico Extremadura, lunes 19 de agosto de 2002, pág. 5

EL ARTÍCULO DEL DÍA
JOSÉ ANTONIO GONZÁLEZ SALGADO

EL HABLA Y LA CONCIENCIA REGIONAL

¿Tiene el extremeño medio conciencia de hablar algo que no sea castellano? Quizá convendría programar una encuesta como a las que nos tiene acostumbrados el Centro de Investigaciones Sociólogicas (CIS) para responder objetivamente a la cuestión. Mientras eso ocurre (evidentemente nunca ocurrirá) no nos queda sino elucubrar, interpretar los datos de que dispongamos y adscribirnos a una de las dos únicas posturas que son posibles en este caso: sí posee esa conciencia o no la posee.

Creo que en la respuesta a esa pregunta está la clave de la polémica que se ha suscitado últimamente en torno a las hablas extremeñas: artículos en la sección de opinión de EL PERIODICO EXTREMADURA, réplicas y contrarréplicas, un dossier de varias páginas en este mismo diario, un debate televisivo en el programa Extremos del desaparecido Canal Sur Extremadura, páginas en Internet que reivindican el uso (y abuso diría yo) del castúo y, ahora, el anuncio del Primer Congreso sobre el Habla Extremeña organizado por el Ayuntamiento de Calzadilla.

Una cosa es innegable, independientemente de la postura que se adopte en relación con la extensión de lo que algunos llaman castúo: algo está ocurriendo en la conciencia regional.

Hace unos días mantuve interesantes conversaciones en Cáceres con Manuel Trinidad, autor de la página web que mejor da a conocer nuestra región en el mundo, Paseo virtual por Extremadura, y defensor de una postura que no comparto pero que sí entiendo con respecto a la variedad lingüística extremeña. No me convenció, aunque sus planteamientos son tan dignos de respeto como los de cualquier otro que opine lo contrario. Comparto con él, sin embargo, el fondo de sus argumentos: por encima de todo hay que defender Extremadura, lo nuestro, no con ánimo excluyente de lo que no sean nuestras raíces, sino como exaltación de un mundo maravilloso de costumbres ancestrales, de tradiciones arraigadas en el saber popular, de una tierra históricamente olvidada, maltratada y utilizada sin piedad por quienes se creían los amos por el hecho de poseer los latifundios.

El debate sobre la realidad lingüística extremeña, equivocado o no, está contribuyendo a descubrir aspectos de nuestra comunidad autónoma muy poco conocidos incluso dentro de Extremadura, cosa que hubiera sido impensable hace escasamente un par de décadas.

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