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ACERCAMIENTO A LAS TRADICIONES POPULARES EXTREMEÑAS

(Cartografía lingüística de Extremadura. Origen y distribución del léxico extremeño, vol. I, págs. 83-103)

Introducción

Música popular

Traje regional

Juegos infantiles

Supersticiones y creencias: medicina popular

Hábitos alimenticios

Ciclo festivo

Religiosidad popular

Ciclo vital

Notas

Bibliografía

Tinaja de Torremocha. Foto de González Salgado

 

La investigación geográfico-lingüística, desde la implantación del método Wörter und Sachen, no ha permanecido ajena a la importancia de las tradiciones. En los atlas incluso han tenido cabida ciertas manifestaciones relacionadas con referentes concretos que son interrogados (canciones, sentencias, refranes, etc.). Si la geografía lingüística se define como el estudio cartográfico de las hablas populares, es lógico que se atienda también a la recogida del acervo cultural tradicional, no sólo en lo que se refiere a la cultura tradicional material (instrumentos agrícolas, procedimientos de siembra, formas de elaborar el vino o el aceite, etc.), sino también a la cultura tradicional espiritual (cancionero musical, gastronomía, supersticiones, ritos populares, etc.) (1).

Una caracterización completa de las tradiciones populares extremeñas debería contener, a nuestro juicio, los siguientes apartados:

1. Desarrollo del ciclo vital.

a) Nacimiento, bautizo, infancia.

b) Ritos de paso: los quintos.

c) Noviazgo y matrimonio.

d) Muerte. Costumbres funerarias.

2. Desarrollo del ciclo festivo.

a) Navidad y año nuevo.

b) Carnaval.

c) Cuaresma y Semana Santa.

d) Ciclo primaveral.

e) San Juan.

f) Fiestas locales de verano y otoño.

3. Religiosidad popular: Hermandades y Cofradías. Culto a la Virgen y a los Santos. Ritos paralitúrgicos.

4. Música popular.

5. Gastronomía.

6. Vestimenta tradicional.

7. Juegos populares.

8. Supersticiones y creencias.

Los estudios del folclore extremeño se dividen claramente en dos tipos: los que tratan de forma específica alguna de las manifestaciones anteriores y los que optan por una visión general, reduciendo la geografía. De los primeros trataremos más extensamente en las páginas que siguen. Entre los segundos destaca el excepcional trabajo de Fernando Flores del Manzano, en el que se analiza la vida tradicional en el Valle del Jerte (2). Este estudio es prueba fehaciente de cómo la investigación folclórica proporciona abundantes materiales lingüísticos (en especial lexicográficos), o mejor aun, cómo la investigación folclórica es, a la vez, investigación lingüística.

La música popular es uno de los campos más desarrollados del folclore extremeño. Los cancioneros recopilados contienen gran cantidad de composiciones, unas típicamente extremeñas (de carácter regional o local), otras compartidas con regiones cercanas (3). La tradición más antigua de los cantos extremeños posee las principales características de la tendencia meridional: «carácter indolente, tristón, melismas (adornos melódicos), desinencias cadenciales que van al primer grado de la escala andaluza (...), armónico unas veces, melódico otras» (4). Pero este esquema raramente aparece en estado puro, sino que se combina con la escala menor europea. Por ello las melodías del folclore musical extremeño pueden ser definidas como «módulos andaluces con ingerencias (sic) modales europeas» (5).

Los cancioneros más representativos de nuestra región son los de Bonifacio Gil -primer gran estudioso de la música popular extremeña-, Emilio González Barroso y Francisco García Muñoz (6). Otros investigadores se han centrado en la selección y estudio de composiciones recogidas en la provincia de Cáceres o en alguno de sus municipios. Tanto Manuel García Matos como Ángela Capdevielle basan sus cancioneros en composiciones altoextremeñas (7); Francisco García Redondo recoge el cancionero de Arroyo de la Luz (8), y Pedro Majada Neila se centra en el de la Garganta (Cáceres) (9). En este sentido conviene advertir que el estudio del folclore extremeño —no sólo en lo que afecta a lo musical— se encuentra más desarrollado en Cáceres que en Badajoz.

Extremadura también posee su propio traje regional. Éste responde a las características generales del traje de Montehermoso (Cáceres), a pesar de que «es de diferente tipo que los restantes de la provincia. La gorra, la escravina y lo corto y abultado de sus sayas le ofrecen una particular silueta. Tiene una indudable semejanza con el de los pueblos del oeste de la provincia de Toledo, y concretamente con el de Lagartera, aldea que también nos brinda un traje particular» (10).

Badajoz, según la opinión de Nieves de Hoyos Sancho, no es una provincia rica en trajes regionales (se atiende más a la necesidad que al arte). Pero, aun así, se pueden distinguir cuatro tipos: el de la zona que linda con Andalucía (marcado por la influencia del traje andaluz), el de la Siberia (en el que se conservan detalles impuestos por la necesidad, como el zurrón del pastor), el del Noroeste (que se acerca al modelo cacereño) y el de la comarca de la Serena (el más completo e interesante de todos, distinguiéndose trajes de labrador y de pastor, de diario y de fiesta -entre los hombres- y trajes con sayas variadas —entre las mujeres—) (11).

En Cáceres la existencia de traje regional está más extendida que en Badajoz, aunque, «en realidad, el traje cacereño no tiene más que tres tipos, y es curioso que dos de ellos se den al norte del partido judicial de Plasencia, a muy poca distancia, en Montehermoso y Cabezabellosa. El tercer tipo es el del resto de la provincia, incluida la capital: pues, aunque existen diferencias dignas de tenerse en cuenta, no son sino variedades comarcales dentro del mismo tipo de indumentaria» (12).

El campo tradicional más amenazado —en muchas ocasiones incluso extinguido— es el que hace referencia a los juegos infantiles. El juguete fabricado ha sustituido a la imaginación y a la inventiva popular. Ahora ya resulta cuando menos extraño encontrar en las plazas y en las calles de nuestros pueblos —incluso en los más aislados y pequeños— grupos de muchachos practicando alguno de esos juegos. Pero con la pérdida de estas prácticas lúdicas no sólo se está perdiendo el juego en sí, sino que también —y lo que es más importante— se están llevando al olvido multitud de composiciones que pertenecen al cancionero popular y gran cantidad de expresiones únicamente pronunciadas en el marco del juego infantil (13). Hoy, hasta los nombres de estos juegos, en la mayoría de los casos, no nos dicen nada, son totalmente desconocidos y carecen, por tanto, de un referente real. En Peñalsordo (Badajoz), por ejemplo, «había juegos que eran comunes a muchachos y muchachas (...) tales como el ‘cábiro’, la ‘bucha ca puro’, el ‘jilo negro’, las ‘escondichas’, el ‘pitín miné’, el ‘cucharón’, el ‘piso’,... Otros eran plenamente femeninos; así las ‘casitas’, el ‘ratón que te pilla el gato’, la ‘comba’,... Y por último, los del mundo masculino propiamente(...). Entre estos últimos señalamos el ‘jincote’, el ‘marro’, la ‘reja’, el ‘tango’, el ‘envido’, el ‘abejorro’, las ‘espadas’, los ‘pelotazos’ o ‘pelota al boche’,... y la variedad de las llamadas ‘burras’» (14).

Otro tema folclórico amenazado de extinción a causa de la creciente industrialización y el consiguiente abandono de la tradición oral —fundamental vehículo de transmisión de estos saberes— es el que afecta a las supersticiones y creencias, en especial a la rica parcela de la medicina popular. Los remedios naturales, herederos de tradiciones centenarias, van siendo poco a poco abandonados en el entorno rural como consecuencia de la adopción de remedios científicos procedentes de la veterinaria y la medicina moderna. A esto hay que unir el hecho de que las generaciones jóvenes ya no se sienten atraídas por este mundo de la magia y la superstición. Según Fernando Flores, «la evolución del mundo contemporáneo, la acción escolar, y la función niveladora de los medios de comunicación han producido una profunda ruptura generacional, de tal suerte que en los jóvenes, enfrentados a una realidad tan dispar a la que experimentaron sus progenitores, apenas tienen cabida las supersticiones tradicionales» (15). Lo mismo cabría decir de otros muchos campos etnolingüísticos, pero este es otro asunto del que trataremos más adelante.

El estudio de las creencias populares arranca, a principios del siglo XX, con la obra de Publio Hurtado (16), con intención más recreativa que de rigor científico. A partir de entonces, por la curiosidad despertada en algunos aficionados y el interés de los investigadores, el campo de las supersticiones (recogida de amuletos), las creencias plasmadas en dichos y expresiones populares (refranes y sentencias), y la curación mediante procedimientos naturales, ha sido vertido en estudios de distinta índole. Entre ellos destaca el trabajo de Pilar Montero Curiel, primera investigadora que ha abordado seriamente el tema en una localidad concreta (17).

Los hábitos alimenticios del pueblo extremeño se han caracterizado históricamente por su austeridad y naturalidad. Los productos de la huerta y los proporcionados por los animales domésticos y de explotación ganadera, unido a la variedad en la repostería, han sido la base de la alimentación durante siglos. El típico cocido, las migas o las sopas de cachuela, los productos de la matanza, los quesos de elaboración artesanal y los dulces (‘perrunillas’, ‘roscas de muégado’, ‘bollos de Pascua’...) forman, entre otros muchos, la cultura culinaria de nuestra región. En este sentido hay que reconocer el papel desempeñado por las sociedades gastronómicas y las asociaciones folclóricas en la recuperación y difusión de los recetarios tradicionales, haciendo que la cocina extremeña esté tan considerada como la de otras regiones españolas.

El ciclo festivo extremeño es el apartado folclórico más conocido de todos. La variedad de tradiciones populares, perpetuadas en las fiestas de nuestra región, ofrece al erudito un campo de interés excepcional, tanto por su originalidad como por la posibilidad de ponerlas en relación con las de otras regiones. Extremadura está salpicada de festividades tradicionales, desde el comienzo del año, hasta el último día del mes de diciembre. Esquemáticamente señalamos a continuación las más interesantes (18):

1. LA NAVIDAD:

a) Las Rajas, la Misa de la Gallina y el Auto Sacramental (Galisteo).

b) El Tuero (Aldea del Cano).

c) La Borrasca de Navidad (Ceclavín).

d) Hogueras de Nochebuena (Azuaga).

e) La Adoración de los Pastores (Casar de Palomero).

f) Las Jornadas (Torrejoncillo).

2. EL CARNAVAL:

a) Los Corros (Arroyo de la Luz).

b) Los Bujacos (Casar de Cáceres).

c) Fiesta de las Comadres (Escurial).

d) El Peropalo (Villanueva de la Vera).

e) La Muerte del Carnaval (Olivenza).

3. LA CUARESMA Y SEMANA SANTA:

a) Los "empalaos" (Valverde de la Vera).

b) Los flagelantes (Ahigal).

c) Escenificación de la Buena Mujer (Barcarrota, Acehuchal).

d) El Judas (Cabezuela, Torremenga, Cabeza la Vaca).

e) La "Enramá" (Orellana la Vieja).

f) La "Alborá" (Casar de Palomero).

4. FIESTAS DE MAYO:

a) Los Mayos (Campanario).

b) La "Enramá" (Garbayuela, Pinofranqueado).

c) Los Ramos (Navaconcejo, Casas del Castañar).

d) Las Cruces y la Entrega (Acehuchal).

e) La Cruz de Mayo (Tornavacas, Ceclavín).

f) Fiesta de la Santa Cruz (Feria).

g) El Ramo del Cristo del Amparo (Jerte).

5. FIESTA DE SAN JUAN:

a) Las hogueras de San Juan (Orellana la Vieja).

b) Los niños alunados (Navas del Madroño).

c) Las brujas (Tornavacas, Trujillo).

d) Los convertidos en flores (Fregenal de la Sierra).

Aunque, evidentemente, la mayoría de estas fiestas tienen un marcado carácter religioso, conviene abrir un nuevo bloque dedicado a cuestiones exclusivas de religiosidad popular. A las hermandades y cofradías que participan en las procesiones de Semana Santa y que veneran una imagen distinta hay que unir las festividades del santoral, observadas con respeto y conmemoración por los pueblos. Entre éstas destacamos, por su singularidad, las siguientes:

1. TRADICIONES DE ÁNIMAS:

a) El ramo de ánimas (Casar de Cáceres).

b) El toque de ánimas (Tornavacas).

c) El Carnaval de ánimas (Villar del Pedroso).

2. FESTIVIDADES MARIANAS Y DE ALGUNOS SANTOS:

a) La "encamisá" de la Inmaculada Concepción (Torrejoncillo).

b) La "encamisá" de San Antón (Navalvillar de Pela).

c) Fiesta de los escobazos en vísperas de la Inmaculada (Jarandilla).

d) Fiesta de San Blas (Pasarón de la Vera, Aldeacentenera, Nuñomoral).

e) Vaca romera de San Blas (Garrovillas).

f) Celebración de San Sebastián:

- El taraballo (Navaconcejo).

- El jarramplás (Piornal).

- Las Carantoñas (Acehuche).

- Los corros de San Sebastián (Capilla y Peñalsordo).

g) San Mateo: la danza de los tableros (Torre de Santa María).

h) El cordón de San Antón (Brozas).

i) Los auroros de Nuestra Señora del Rosario (Zarza-Capilla).

Los acontecimientos que se suceden a lo largo del ciclo vital también son objeto de un tratamiento peculiar (tradicional) por parte de los extremeños. Desde el comienzo de la vida, con el nacimiento y el bautizo, las costumbres hacen acto de presencia y acompañan al pueblo hasta el momento de la muerte. En todas estas manifestaciones hay que tener muy en cuenta el aspecto supersticioso, motor que pone en funcionamiento el desarrollo de muchas costumbres.

Durante los bautizos, tras el sorteo de los quintos, en las bodas y los entierros, se dan cita distintas tradiciones inmemoriales, mantenidas con celo por el pueblo, en las que se conjugan todo tipo de manifestaciones de carácter tradicional (canciones, creencias, costumbres culinarias, actividades lúdicas...) que ponen de relieve lo insuficiente de una visión atomizada de las tradiciones populares.

 

NOTAS

(1) Para una visión más amplia de estos asuntos remitimos a la bibliografía —más selectiva que completa— que ofrecemos al final del apartado.

(2) F. Flores del Manzano, La vida tradicional en el Valle del Jerte, Mérida, Asamblea de Extremadura, 1992.

(3) Según Bonifacio Gil, Extremadura es la región de España que más ha influido en el ambiente folclórico de Hispanoamérica: «En los cancioneros de Puerto Rico y Méjico vemos -en muchos de sus ejemplos- que existen giros, y hasta frases enteras, que coinciden en un todo con las tonadas extremeñas, incluyendo el texto poético» (B. Gil, El canto de relación en el folklore infantil de Extremadura, Badajoz, Centro de Estudios Extremeños, 1943, p. 5).

(4) B. Gil, Folklore extremeño, Badajoz, Diputación Provincial, 1938, p. 8.

(5) Ídem.

(6) B. Gil, Cancionero popular de Extremadura. Contribución al folklore musical de la región, 2 vols., Badajoz, Diputación Provincial, 1956-1965. E. González Barroso, Cancionero popular extremeño, Badajoz, Universitas Editorial, 1985. F. García Muñoz, Canciones populares de Extremadura para coro mixto, Mérida, Editora Regional, 1991.

(7) M. García Matos, Lírica popular de la Alta Extremadura, Madrid, Unión musical española, [1944]. A. Capdevielle, Cancionero de Cáceres y su provincia, Cáceres, Diputación Provincial, 1969.

(8) F. García Redondo, Cancionero arroyano, Cáceres, Institución Cultural 'El Brocense', 1985.

(9) P. Majada Neila, Cancionero de la Garganta (Cáceres), Cáceres, 1984.

(10) N. de Hoyos Sancho, «El traje regional de Extremadura», RDTP, XI, 1955, p. 368.

(11) Ídem.

(12) Ídem, p. 353.

(13) Un buen repertorio de estas composiciones cancioneriles —recopiladas en Madroñera y Trujillo (Cáceres)— se puede consultar en el trabajo de M. Curiel Merchán, «Juegos infantiles de Extremadura», RDTP, I, 1944-45, pp. 162-187.

(14) A. García Galán, «Juegos en Extremadura: la 'Calva' en Peñalsordo», REE, XXXVII, 1981, pp. 486-487.

(15) F. Flores del Manzano, op. cit., p. 303.

(16) P. Hurtado, Supersticiones extremeñas. Anotaciones psico-fisiológicas, Cáceres, Jiménez, 1902.

(17) P. Montero Curiel, Medicina popular extremeña (encuestas en Madroñera), Cáceres, Real Academia de Extremadura, 1992.

(18) Seguimos el estudio de J. Sendín Blázquez, Tradiciones extremeñas, León, Everest, 1992.

 

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