67/2002

 

Finalmente, el procedimiento por guiones de  futurición propone una serie de narraciones    ( guiones ) de hechos, a partir de un antecedente, para arribar a un “futurible”, construcción de un futuro verosímil apoyado en conjeturas.

 

Dentro de esta concepción lineal y unidireccional de los fenómenos políticos, económicos y sociales, se ubican los trabajos de BERTRAND de JOUVENEL, especialmente su obra “L’art de le conjecture”, quien buscaba analizar el pasado para descubrir las tendencias dominantes y detectar la “futurización” de un fenómeno dado.

 

Un método semejante es utilizado por HERMAN KAHN – fundador y director del  Hudson Institute – quien  se  adentra  en  el  estudio  histórico  para determinar la “tendencia múltiple de base”.    Como podemos observar  en  la  figura  4 – 3 , este autor estimaba en 1976, fecha en que editó su libro “Los próximos doscientos años”, una tendencia ascendente del producto mundial por habitante hasta el año 2176, basándose en las curvas ascendentes en las diferentes categorías en que agrupó a los  países    por  ejemplo,  “capaces” y “no capaces”- con información que se remonta a 1776, aunque para algunas categorías parta de datos posteriores.  Esquemáticamente, el método se muestra simplificado en la figura 4 -4.

 

 

 

 

La proferencia o prognosis privilegia la causalidad lineal, supone una concepción determinista y una actitud resignada frente al futuro, donde no caben nuestras influencias. El contexto poseería una configuración propia, que nos sería ajena. Se  analizan hipotéticos cuadros de situación futura, donde se estima lo que podría suceder si los dirigentes políticos no hacen nada para modificarlo. Según la clasificación propuesta por MENA, a la que nos referimos anteriormente, se trataría de futuros potenciales o futuros plausibles.

 

 

b. Prospectiva.

 

El método inductivo conocido como prospectiva pretende venir desde el “futuro hasta el presente”. El término fue acuñado por GASTON BERGERE – lo usó en su obra “Phenomenológie du tems et prospective”- quien se propuso crearla como una disciplina científica cuyo propósito es descubrir los problemas sociales futuros. La prospectiva pone o imagina un futuro deseable, “futurable”, y pone el énfasis en las decisiones que deberían tomarse para modificar acontecimiento y contexto.

 

Más allá de las complicaciones semánticas – que parecieron atraer a los primeros investigadores sobre estos temas – en tanto que la proferencia o prognósis, apelando preferentemente a la técnica de extrapolación de tendencias, solo procura avizorar un mundo posible, la prospectiva pretende claramente la construcción de un futuro deseable o conveniente, en función de los valores presentes. Consecuentemente, revela una actitud activa, constructiva y combativa, opuesta a la postura pasiva de la otra escuela.

 

La lógica subyacente de la prospectiva es retroductiva, porque los analistas comienzan por un estado conjeturado de situación futura – por ejemplo, un futuro normativo, de acuerdo a la clasificación de MENA – a partir de la cual especulan hacia atrás, hacia los datos y supuestos que pudieran servirles para apoyar la conjetura.

 

Este proceso de razonamiento no es lineal: es la lógica que aplican los investigadores policiales, los médicos forenses, los fiscales y los jueces. La diferencia radical está en que todos ellos trabajan con un hecho o suceso concretado en la “flecha del tiempo”, sobre el cual construyen sus hipótesis, mientras que los analistas de futuro diseñan una hipótesis sobre hechos o acontecimientos contingentes.

 

En el caso de la prospectiva, por tratarse de un cuadro de situación deseable desde la perspectiva del presente, se debe enfrentar otro tipo de dificultades:

 

 

-            la estimación de un futuro X como deseable puede contener errores de apreciación, pues constituye un juicio de valor;

-            cuando la estimación compromete a diversos sectores – político, económico y sociales – puede resultar sumamente difícil obtener consenso sobre  lo que se considera un futuro deseable; y

-            la estimación de las variables del presente que se señalan como gravitantes para la obtención de un futuro deseable, su selección, así como la búsqueda de las “latencias del pasado”, pueden ser forzadas por la imagen utópica construída, arrastrando grandes errores de apreciación.

 

La actitud prospectiva, en niveles inferiores de conducción y hasta los niveles de la estrategia general y de la política nacional, es sin lugar a dudas inseparable de la orientación de cualquier planeamiento con proyección de futuro. La nueva terminología adoptada por el Banco Mundial ha reemplazado los criterios de clasificación generalizado, usando en lugar del término plan de mediano plazo, la denominación plan de aplicación, referido a un “futuro previsible”, y en lugar de plan de largo plazo, usa la expresión plan de evolución, relacionándolo con un “futuro predecible”, tal como lo señaláramos en nuestro trabajo anterior. (5) Como bien recomienda el gato de Cheshire a Alicia en el “País de las maravillas”, el camino a elegir depende del sitio adonde se quiere llegar.

 

Sin embargo, cuando superamos los niveles de decisión del Estado – Nación tradicional, en niveles de políticas y estrategias que intentan comprometer con el alcance del U – topos ya no un país – donde puede suponerse alcanzar un acuerdo – sino a una región o, más ambiciosamente, a toda la humanidad, comienzan a encenderse las luces de alarma. Es que subyace el temor de su eventual empleo como una metodología de manipulación, con todos los significados políticos que esta afirmación pueda tener, a partir de razonables dudas sobre si el futuro deseable que se ofrece, realmente es conveniente para nosotros.

 

Existen algunos valores absolutos, quizás unos pocos, indiscutidos y aceptados por nuestra cultura occidental. Pero cuando la concepción de un “futuro deseable” los excede, puede no ser satisfactoria según los individuos, los grupos intermedios, las naciones y las diversas culturas. Los problemas surgirían cuando valores sectoriales, de hecho no absolutos, o peor aún, cuando los gustos o preferencias de determinados grupos de poder, se intentaran consagrar como valores colectivos indiscutibles, cuando con el propósito de construir un “mundo perfecto” según el criterio de una nación o de una cultura, se tratara de justificar el empleo de cualquier tipo de medios para conseguirlo. (6)

EL politólogo JORGE CASTRO – antes de asumir la recientemente creada Secretaria de Planeamiento Estratégico – se refería a la globalización económica, señalando que detrás de ese fenómeno” hay 40.000 empresas transnacionales, con 270.000 asociadas, afiliadas o aliadas”. Según los datos que maneja, ellas: ”Producen más que la suma de las importaciones mundiales. Son responsables de un tercio  del producto bruto industrial  mundial. El intercambio que mantienen entre sí [ y dentro de estas constelaciones ] es responsable de dos tercios del comercio internacional. Y en este sistema integrado transnacional de producción, es donde surge y se desarrolla el 87 % de las patentes que tienen significado inmediatamente económico de las innovaciones tecnológicas de contenido científico en la década del 90...[ y ] utilizan el 3 % de la mano de obra industrial del mundo”. (7)

 

La visión de que un grupo determinado de interés pueda llegar a poner al servicio de una propia y particular concepción utópica del mundo, el conjunto creciente de recursos que hoy provee la tecnología – en especial los sistemas de comunicaciones ya efectivamente globalizados, a través de los cuales se van modelando las preferencias, los deseos, los modos de vida y la imagen virtual de ese futuro que se desea imponer – escapando a cualquier tipo de control estatal o social, no resulta demasiado alentadora. Usando el lenguaje creado por TOFFLER, en esta nueva “economía simbólica”, impulsada por los “países rápidos”, ¿cual será el futuro de los “países lentos”?. En primer término la siguiente pregunta es: ¿ querrán sumarse al mundo rápido?. Y si la respuesta fuera hipotéticamente afirmativa, la segunda pregunta surge de inmediato:  ¿podrán conseguirlo?. (8)

 

La descripción de la metodología prospectiva, en sus orígenes, trasunta reminiscencias de una suerte de “ingeniería social”, todavía acreditada entonces. Sobre las modalidades actuales que pudiera adquirir algún proyecto con intenciones semejantes, creemos que está abierto el debate. Algunas conjeturas han quedado delineadas y algunos hechos están en pleno desarrollo.

 

Como podemos ver en la figura 4 – 5 , conjuntamente con la visión de los U – topos y el “salto cuántico”, también se utilizan datos extrapolados de la historia, donde se buscan las “latencias del pasado” más destacadas.

 

(Figura 4 - 5 en la página siguiente)

 

En la práctica, los razonamientos retroductivos de esta etapa se complementan, casi siempre, con estimaciones de tendencias.

 

“El futuro ya no está dado. Como escribiera el poeta PAUL VALERY, se convierte en una construcción”. (9) Queda claro en el título de un libro de BEAUFRE – “Construir el porvenir” – que se pone en evidencia algo esencial a esta metodología: la intencionalidad.

 

La actitud investigadora frente al porvenir es una posición preceptiva y la prospectiva, una metodología que propone una praxiología, pues más allá de avizorar los futuros posibles o plausibles – como la proferencia o prognósis – busca construir un futuro normativo, tratando de descubrir los fenómenos esenciales que resulten funcionales para configurar una situación conveniente.

os problemas de planeamiento estratégico, a partir de esta concepción, comenzarán a visualizarse a la luz de los fines propuestos, dentro del planteo weberiano, estricto y tranquilizadoramente racional por una parte, positivista e instrumental por otra. La teoría de la acción racional es puesta al servicio de la creatividad, la imaginación y el libre albedrío humano.

 

Es deseable que los dirigentes sean capaces y conscientes para imaginar y crear U – topos racionales y razonables, dispuestos a ejercer el poder para construirlos. La razonabilidad es una condición imprescindible, pero la racionalidad no sólo no es suficiente por sí sola, sino que puede conducirnos a utopías indeseables, como aquella de “Un mundo feliz” de ALDOUS HUXLEY. “El dinero – dice resignadamente PAUL KENNEDY – es la cosa más racional que existe, [ aún cuando ] ello no implica que sea inmune a la inestabilidad, los pánicos y la huida financiera”. Y al referirse a la revolución de las finanzas,...”la economía mundial está volviéndose mucho más integrada y más rica en conjunto, si bien la creación y el disfrute de esta riqueza es muy desigual... Lejos de dar una solución a la diferencia entre los [ países ] ricos y los pobres del mundo, las cambiantes estructuras de los negocios y las inversiones internacionales corren riesgo de exacerbarla”. (10)

 

c. Comentario sobre las proto-metodologías de futuro.

 

El análisis crítico de las primeras investigaciones de futuro revela cierta carencia de bases teóricas para abordar su problemática, dando la impresión que la presión de la realidad hubiera sorprendido a los analistas, todavía faltos de herramientas conceptuales apropiadas. Tal vez, esa podría ser una de las principales razones por las cuales algunos futurólogos tardaron en abandonar principios deterministas, remanentes de una visión mecanicista del universo que la ciencia comenzaba a superar.

Estos ensayos iniciales – plasmados a través de las denominadas proto – metodologías – llevaron, algunos, el sello del determinismo; otros, los menos, el estigma de Prometeo. Mucho se ha avanzado desde entonces. Y pese a las limitaciones que hemos ido señalando, en función de un escepticismo que juzgamos saludable en toda investigación con pretensiones científicas, algunos instituciones y varios especialistas han realizado y realizan excelentes trabajos en la materia. Antes de efectuar un breve repaso historiográfico de estas actividades, creemos importante retener que las dos grandes corrientes actuales de investigación de futuro tienen como fundamento subyacente de las metodologías que proponen, algunas de las técnicas empleadas tanto por la proferencia o prognosis, como por la prospectiva.

 

Durante la década del 60, surgen en Europa – particularmente en Francia – y en Estados Unidos dos escuelas paralelas de pensamiento de anticipación. La corriente europea – que prefiere referirse a la prospectiva en su abundante bibliografía – se caracteriza por tener un mayor rigor teórico, pero se pierde a menudo en estériles elucubraciones y se desgasta en la discusión sobre el metalenguaje adecuado para la disciplina. La corriente estadounidense, en cambio, adopta criterios más pragmáticos, prefirió la denominación “investigaciones de futuro” para sus estudios y – poniendo al servicio de este propósito mayores recursos humanos y financieros – comenzó a producir un gran número de trabajos concretos, de muy disímil calidad en cuanto a los resultados, pero que sirven como antecedentes a lo largo del proceso de investigación, a través del clásico método científico del ensayo y error, terminarán produciendo mejores frutos. (11)

 

Ambas corrientes de pensamiento irán introduciendo, adaptando y combinando distintas técnicas usadas por las proto – metodologías. En el caso estadounidense, los métodos analíticos y numéricos fueron los preferidos inicialmente, si bien pronto se enriqueció el instrumental conceptual con una variedad de técnicas con raíces prospectivas y mayor influencia del método inductivo – subjetivo, entre ellas los procedimientos del “brainstorming” ( tormenta de ideas ) y “mind – mapping” ( mapa mental ), las técnicas Delphi  y el diseño de escenarios múltiples, entre otras.

 

El segundo aspecto que creemos importante retener es que los criterios subyacentes en la construcción del futuro, condicionan la concepción estratégica.

 

Los estados sociales futuros potenciales y plausibles implican la puesta en práctica de estrategias meramente defensivas. La construcción de un estado social normativo, en cambio, supone la ejecución de acciones estratégicas activas de anticipación. 

 

“Las leyes no gobiernan el mundo, pero este tampoco se rige por el azar. Las leyes físicas corresponden a una nueva forma de inteligibilidad y, ya sea en el nivel microscóspico o en el macroscópico, describen los acontecimientos en cuanto posibles, sin reducirlos a consecuencias deducibles y previsibles de leyes deterministas”. (12) Todavía no se han estimado en su verdadera dimensión las puertas que se han abierto para el pensamiento científico, a partir de esta concepción probabilística del universo. La actitud y la aptitud del sujeto pensante para captar, explorar y manipular hechos concretos y factores contingentes establece, sin dudas, él más alto grado de autonomía para el actor estratégico. Puede ser evaluado como un desarrollo emancipador para la libertad de un ser humano respecto de los condicionamientos de otros hombres y de su entorno, de un nación en relación con otros países.

 

Es una actitud inventiva en acción, que no se conforma con adaptarse a las circunstancias, sino que piensa, prevé y opera para transformarla: comporta la diseminación, a nivel cognitivo, y la utilización, en el ámbito estratégico, de lo nuevo.

 

El azar continuará estando presente, pero seguirá siendo ciego y nada puede inventar por sí solo; la finalidad es inmanente, y no trascendente, al ser; ella también es incapaz de crear por sí misma. Menos aún, el programa o el planeamiento de ejecución inmediata, porque son elementos que se predeterminan. “La noción de estrategia se opone a la de programa. Un programa es una secuencia de acciones predeterminadas  que permiten el logro de los objetivos. Si las circunstancias exteriores no son favorables, el programa se detiene o falla... la estrategia... desde el comienzo se prepara, si sucede algo nuevo o inesperado, a integrarlo para modificar o enriquecer su acción.” (13) Es la aptitud estratégica de un ser viviente auto-organizado y contínuamente computante, la que concibe la invención y avanza, considerando y reconsiderando de manera constante la vigencia de la finalidad y la influencia del azar. Y es una aptitud que se despierta por el desafío de la adversidad, el estímulo de las situaciones aleatorias, la pasión de lo desconocido o el temor a la destrucción y a la muerte.

 

“Vivimos un momento privilegiado de la historia de la ciencia”, afirma PRIGOGINE. (14) Todo parece indicar que los hombres se han liberado del destino. Efectivamente, al desarrollar condiciones de elección, posibilidades de invención y de plantear diversas alternativas o escenarios de acción, los individuos adquieren la capacidad de utilizar y no de sufrir los condicionamientos exógenos o los sucesos aleatorios. A partir de la concepción de la acción estratégica, el ser humano adquiere libertad, pues puede autodeterminarse, diseñar la situación de juego, imaginar alternativas, elegir y decidir, ejecutar acciones capaces de transformar – por medio de sucesivas elecciones y decisiones- su mundo circundante.

 

Pero la libertad estratégica también tiene sus servidumbres. Su propia naturaleza está limitada por sus condiciones emergentes: depende de los procesos genéticos, fenomenológicos, organizacionales y, aún, ecológicos. Una falla genética, una percepción equivocada de los fenómenos reales, de sus oportunidades o sus amenazas, una organización enferma, una emergencia del entorno pueden abortar su ímpetu creador; su poder para modificar y controlar puede convertirla en energía destructora.

 

Es así que, lo que parece surgir como una fuerza capaz de decidir y retroactuar sobre sus propias condiciones de emergencia, abre también una gama de posibilidades preocupantes. Por ejemplo, la perspectiva que grupos de elite, asistidos por una batería extraordinaria de recursos financieros y tecnológicos, incluyendo el dominio de los sistemas de comunicaciones, puedan ejercer el control masivo sobre una “muchedumbre silenciosa”, con escasa o nula capacidad para influir sobre los acontecimientos presentes y futuros. Desde cierta óptica, los estudios de anticipación pierden su asepsia científica y despiertan sospechas sobre su verdadera intencionalidad: la manipulación política del futuro.

 

Las reacciones opuestas a un futuro único, determinado e inevitable propuesto por el mundo desarrollado han comenzado a hacerse escuchar. HUNTINGTON opina que... “los esfuerzos de Occidente para promover sus valores de democracia y liberalismo como valores universales, para mantener su predominio militar y para desarrollar sus intereses económicos, engendrarán respuestas contrarias en otras civilizaciones”. Occidente no ha tenido éxito y no es inevitable que lo tendrá en el futuro. El choque de las civilizaciones – sostiene – es una limitación a cualquier proyecto de alcance mundial con vistas al Siglo XXI. ( 15 )