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Como manda la tradición, una formación militar montada, con soldados de artillería
vestidos de negro y amarillo, disparó 101 cañonazos en las ciudades de
La Haya y Den Helder para dar la bienvenida a la nueva miembro de la familia
real, mientras en todo el país repicaban las campanas y la gente salía
a las calles como si Holanda hubiera ganado el mundial de fútbol. También
hubo 17 minutos de ruido de cañones en las Antillas Holandesas.
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