Don Antonio Badillo Hernández nació en Maleza Alta, un barrio de Aguadilla. en dónde enseñó a leer a un gran número de vecinos. Murió en el 1889. Fué un hombre valiente, defensor de la libertad de cultos que se distinguió por sus hazañas cívicas y patrióticas y afrontó la intransigencia imperante del gobierno español a mediados del siglo 19.

Pero sobre todo Don Antonio se distinguió por su alma noble y su dedicación a realizar obras de caridad. Desde su juventud demostró un gran espíritu de servicio.

Fue un predicador de cultos de la década de 1860 y con la Biblia en la mano predicaba sus enseñanzas por todos los barrios de Aguadilla e Isabela. Se asegura que Don Antonio fue el primer puertorriqueño en poseer una Biblia y en propagar sus enseñanzas. Para realizar esta obra en aquella época se necesitaba valor debido a la política de tonos intransigentes que existía en el Papado de Roma y en el gobierno Constituído.

Fué perseguido por sus ideas liberales y su hogar fue rodeado por la gerdamería de la Guardía Civil montada. En esta ocación fue recluido en el sótano de su propia casa por un gerdamen con bayoneta calada mientras los guardias hacían una búsqueda en todos los rincones del hogar. Buscaban datos que lo incriminaran con correspondencia que recibía de otros patriotas afines a sus ideas liberales.

Después de ésta búsqueda. donde los guardias no encontraron la evidencia que buscaban, se dedicó Don Antonio esa misma noche a salvar a tres condenados al exilio en las Islas de Fernando Poo en Asia.. En la madrugada y usando dos caballos y caminando por quebradas y senderos intransitables,logró embarcar a los tres condenados por el Pozo de Jacinto de Isabela, hasta una embarcación clandestina que les esperaba.

Para aquella época se desarrolló una epidemia de viruela. Don Antonio con su familia se dedicó a servir de enfermero a los contagiados, muchos de los cuales alojaba en su hogar. Su dedicación al cuido de estos enfermos fue tal que Don Antonio y su hijo menor se contagiaron y murieron. Don Antonio había donado un cementerio dónde se enterraron muchas de las víctimas de la epidemia de viruela africana y le sirvió también a él como último sitio de descanso.

Honrando su memoria la escuela de nivel primario y secundario de la localidad llevan su nombre y el Presbiterio de Puerto Rico hace algunos años levantó un monumento en la Iglesia Presbiteriana de Montaña a la memoria del Primer evangélico puertorriqueño.

 

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