BOLETIN Nº 13

MUSICOTERAPIA

Desde hace mucho tiempo se sabe que existe una relación entre música y salud. En las civilizaciones de la antigüedad, la música y la medicina estaban estrechamente ligadas entre si (Apolo era el dios de los dos ) y en los ritos de curación de los pueblos llamados " primitivos ", la música y la danza desempeñan invariablemente un papel importante. Esta conexión se refleja también en la ambigüedad del termino inglés "SOUND" - sonido y sano - que en muchas lenguas remite no sólo a los fenómenos acústicos, sino al concepto de integridad o al estado de bienestar general.

Aunque esa conexión ha existido siempre hasta la Segunda Guerra Mundial, no se empezó a investigar la música como herramienta terapéutica desde un punto de vista clínico y científico por los psiquiatras americanos que participaban en programas de rehabilitación para el personal militar que había sufrido traumas. En Gran Bretaña, el primer curso de formación en musicoterapia fue organizado al final del decenio de 1960 en la Escuela de Música de Guildhall por Juliette Alvin (pionera en la materia, junto con Paul Nordoff y Clive Robbins). Desde entonces se han creado dos nuevos cursos que han permitido formar a unos 30 posgraduados al año. Se ha organizado un colegio profesional

( La asociación de Musicoterapeutas Profesionales ) y existe un registro de aproximadamente 150 terapeutas en ejercicio en Gran Bretaña.

A pesar del reducido número de profesionales, la profesión ha seguido ampliádose de forma sostenida desde su fundación y ha sido reconocida por la DHSS en 1982 como entidad independiente en el seno del Servicio de Salud ( junto con la Terapia Artística ). En la actualidad, los musicoterapeutas trabajan en una amplia variedad de sectores, incluídos hospitales, escuelas especiales y entornos comunitarios, junto con otras disciplinas de tradición más arraigadas. Se ha acumulado también un acervo creciente de investigaciones que apoyan los hallazgos empíricos de los terapeutas profesionales y se ha creado una Beca de Investigación en la Universidad de la Ciudad de Londres. Se mantienen contactos con colegas de otros países y se celebran periódicamente conferencias internacionales en todo el mundo.

Uno de los principios fundamentales en que se basa la musicoterapia es que la capacidad de percibir, responder, y crear música constituye un rasgo característico de todos los seres humanos (independientemente de que nos consideremos "musicales" o no). Se ha observado y reconocido que esta musicalidad puede permanecer relativamente indemne incluso en personas que han padecido o padecen un déficit o enfermedad y que puede representar un medio a través del cual la persona tal vez esté en condiciones de lograr un cambio y una evolución individual, con la ayuda de un terapeuta. Puede ser un vehículo de comunicación y/o expresión que, por su propia naturaleza, englobe a la persona, tanto a nivel intelectual como físico y emocional. La mayoría de los terapeutas de Gran Bretaña trabajan con un método de improvisación creativa, en que ambas partes (terapeuta y cliente ) improvisan música juntos, utilizando a menudo instrumentos simples como los de percusión afinada; esto garantiza que no exista una barrera "técnica " y que el cliente pueda crear música de forma inmediata sin necesidad de aprender primero el instrumento. Así, la música puede convertirse en un " lenguaje " compartido de sonidos, tonos, ritmos, duraciones, etc., a través del cual el cliente y el terapeuta pueden comunicar entre sí y empezar a construir una relación. Y a través de esta interacción musical compartida, el proceso terapéutico puede empezar a configurarse, siendo el conocimiento y la comprensión de la patología del cliente y sus necesidades personales lo que dicten las metas u objetivos de la terapia. Evidentemente, la modalidad de terapia diferirá mucho en función de los tipos de problemas presentados por el cliente, pero un par de ejemplos de mi propia obra reciente con dos niñas, afectas ambas de E.T., puede ilustrar la forma en que los principios expuestos anteriormente, podrían funcionar en la práctica. Las dos niñas asisten dos veces por semana a sesiones individuales de musicoterapia, acompañadas por sus madres, que observan las clases a través de un espejo ( las niñas no las ven ). Aunque de personalidad muy diferente, presentan una serie de problemas similares, incluida una variedad de comportamientos de tipo " autista " como : - resistencia a cualquier clase de actividad compartida. - evitación de la comunicación en general ( ninguna de ellas posee lenguaje alguno ). - renuncia a participar en ningún juego prolongado o intencionado. - sensación de estar " presas " en su propio mundo privado. - tendencia a usar los objetos compulsivamente en vez de constructiva o creativamente. - pocos signos de juego imaginativo. - tendencia a actuar de forma " ritualizada ", realizando actos repetitivos sin significado aparente. En el trabajo, tanto con S como con G, pronto percibí que ninguna de ellas estaba preparada para usar los instrumentos o iniciar ningún tipo de actividad musical. Era necesario, por tanto, hallar alguna manera de abrir alguna fórmula de interacción entre nosotros en que pudieran tomar parte y que no considerasen amenazadora o generadora de ansiedad. Con las dos, el contacto inicial se produjo a través de la vocalización. Aunque carentes de lenguaje, las dos podían vocalizar en toda una gama de sonidos. A veces, este sistema parecía expresar su estado emocional; otras, parecía tener un origen fundamentalmente musical ( es decir, que disfrutaban emitiendo sonidos por el mero hecho de hacerlo ).

Al utilizar esos sonidos - imitándolos y desarrollándolos tanto vocal como instrumentalmente - cada una de ellas, a su manera, comenzó a darse cuenta de que podían comunicarse conmigo y empezaron a hacerlo gra dualmente de forma deliberada; y lo que se inició como una costumbre puramente autoestimulante, se convirtió en un " lenguaje " musical compartido que nos permitía establecer contacto.

Aunque el trabajo vocal ha sido el eje principal de las sesiones, las dos niñas han empezado también a explorar las posibilidades de los instrumentos que hay repartidos por la habitación. Es muy curioso que las dos mostraran una resistencia activa a tocarlos por sí mismas ( G por ejemplo, surcaba la habitación de una esquina a otra, sorteando cuidadosamente cualquier cosa que pudiera producir un sonido ) Aunque es sólo una hipótesis, mi propia interpretación de este hecho es que, para ambas, el acto de tocar implica estar dispuestas a asumir un papel activo en nuestras relaciones, lo que supone a su vez, aceptar la idea de que han venido aquí para comunicarse conmigo; esa perspectiva parece más aterradora para ellas que utilizar su voz, ya que entraña el uso de objetos que son exteriores a ellas y que me permiten responder en especie a sus actos de tocar. Parece ser una forma extrema de estar a la defensiva contra cualquier influencia externa que pueda inmiscuirse en el mundo tan rígidamente definido de lo que consideran aceptable y tolerable.

Con las dos, los progresos son lentos y a saltos. Una sesión especialmente lograda suele ir seguida de otra que constituye un fracaso espectacular, pero se está produciendo un proceso de desarrollo y de transformación lentamente, mediante el cual cada una de ellas va acumulando una gama de experiencias musicales que les han resultado " seguras ", aceptables y, a veces, divertidas.

Es de esperar que el proceso no se detenga y que las dos niñas vayan aprendiendo a base de equivocarse y corregir hasta que sepan cómo empezar a tocar ( y también a jugar ) sin temor alguno.


Stephen G. Dunachie ARCM LGSM ( MT ), Lea Castle Hospital, Wolverley, Mr. Kidderminster. Para nuevas consultas sobre Musicoterapia, dirigirse a APMT, con la siguiente dirección: Diana Asbridge, AMPT Administrator, The Meadow, 68 Pierce Lane, Fulbourn, Cambridge CB 1 5 DL.

 

 

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