MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO
Texto Clave: Romanos 8:1.
Objetivos para el maestro:
Bosquejo de la lección:
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Resumen: La cruz y el juicio de Dios están entrelazados y no pueden ser separados. A la luz de la cruz, aprendemos que el juicio de Dios realmente reconoce nuestra fe en el sacrificio de Cristo, y sostiene nuestra justificación y nos recompensa por creer en él. Si caminamos con él como lo hizo Enoc, no tendremos nada que temer del juicio. |
Comentario:
El versículo de memoria de esta semana afirma las buenas
noticias de que en Jesús no debemos tener miedo al juicio (Rom. 8:1). En griego,
la palabra condenación que utilizó Pablo se refiere al castigo o
condenación suministrado en un entorno de juicio. Pablo asegura aquí, a todos
los creyentes, que cuando confían en Jesús como su Salvador no existe tal
condenación en el juicio. Como aprendimos en la lección No. 5. el motivo o
tema "en Cristo" es una enseñanza importante en las cartas de Pablo.
Estar en Cristo implica una relación diaria y viviente con él. La fe salvadora
del creyente trae reconciliación, justificación y transformación mediante el
poder del Espíritu Santo.
I. Un juicio de acuerdo con las obras.
Pareciera existir una paradoja cuando leemos que mientras
la justificación es mediante la fe en Jesús (Rom. 3:22-24), se nos otorga
nuestra recompensa de acuerdo con nuestras obras (Mat. 16:27; 25:31-40; Rom.
2:6-8). Sin embargo, esta paradoja desaparece cuando nos damos cuenta de que el
propósito del juicio no es revelarle a Dios algo que estaba oculto de él. Dios
conoce todo. En lugar de esto, el juicio le permite a Dios revelarle al universo
la realidad de nuestra fe. De acuerdo con Efesios 2:8 al 10, esta realidad se
manifiesta mediante buenas obras.
Santiago escribió su epístola para enfatizar que la fe
genuina produce buenas obras, y que sin esa fe una persona no puede ser salvada
(2:14). Citando el ejemplo de Abraham, "Santiago no dice que las 'obras'
solas justificarán a un pecador. Está destacando que las obras de Abraham
demostraban la autenticidad de aquella fe que Dios había declarado como
correcta. Santiago, al igual que el apóstol Pablo (ver com. sobre Rom. 4:1-25;
Heb. 11:4-39), coloca a la fe en el corazón mismo de la justificación e
ilustra la vitalidad de esa fe citando las acciones dignas de los que fueron
justificados" (7 CBA 539)
La tendencia general de nuestra conducta personal revela la
sinceridad de nuestra fe en Jesús. "No ganamos la salvación por nuestra
obediencia; porque la salvación es el don gratuito de Dios, que se recibe por
la fe. Pero la obediencia es el fruto de la fe... He aquí la verdadera prueba.
Si moramos en Cristo, si el amor de Dios mora en nosotros, nuestros sentimientos,
nuestros pensamientos, nuestras acciones, tienen que estar en armonía con la
voluntad de Dios como se expresa en los preceptos de su santa ley" (CC
60, 61).
II. El juicio y la seguridad.
La norma para el juicio de Dios ha sido siempre la misma:
la ley de Dios (Rom. 2:6-13; Sant. 2:12). De hecho, Dios todavía requiere la
misma obediencia perfecta a su ley como lo requirió de Adán y Eva. Pero siendo
que la Biblia expresa que ninguno es justo (Rom. 3:23), ¿cómo puede cualquiera
de nosotros satisfacer este requerimiento? ¿Cómo puede alguno de nosotros
tener seguridad en el juicio? "No tenemos por nosotros mismos justicia con
qué cumplir lo que la ley de Dios demanda. Mas Cristo nos ha preparado una vía
de escape. Vivió sobre la tierra en medio de pruebas y tentaciones tales como
las que nosotros tenemos que arrostrar. Su vida fue sin pecado Murió por
nosotros y ahora ofrece quitarnos nuestros pecados y vestirnos de su justicia.
Si te entregas a él y lo aceptas como tu Salvador, por pecaminosa que haya sido
tu vida, serás contado entre los justos, por consideración a él. El carácter
de Cristo toma el lugar del tuyo, y eres aceptado por Dios como si no hubieras
pecado" (CC 62). Por lo tanto, nuestra justificación en Cristo es
nuestra seguridad de salvación en el juicio.
III. La seguridad y el juicio investigador.
Muchos han llegado a la conclusión de que el juicio
investigador previo al advenimiento desalienta a tener la seguridad de la
salvación antes de la segunda venida de Cristo. Pero una mirada más de cerca a
todas las enseñanzas de las Escrituras sobre el tema del juicio revela que la
seguridad puede ser una realidad en la vida del creyente arrepentido.
La profecía de Daniel 7 dirige nuestra atención al juicio
investigador. La visión del versículo 22 indica claramente que en el juicio
investigador Dios hace "justicia a los santos del Altísimo".
¿Cómo puede este juicio dar esperanza y seguridad a la vida
de los creyentes?
La seguridad de la salvación en el juicio investigador viene
por el conocimiento de que por medio de la fe en Jesús ahora podemos conocer
cuál será el veredicto del juicio cuando nuestro nombre sea presentado. Para
quienes están en Cristo, el veredicto es "Redimido".