MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO
Texto Clave: Marcos 16:16.
Objetivos para el maestro:
Bosquejo de la lección:
II. La sagrada ordenanza del lavamiento de los pies.
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Resumen: Cristo nos dio las sagradas ordenanzas mediante su ejemplo y su autoridad. Las ordenanzas nos ayudan a tener la seguridad de la vida eterna. Ellas sirven como un medio de gracia por el cual Dios muestra su fidelidad al nuevo pacto. |
Comentario:
El propósito de nuestra lección de esta semana es el de
presentar de qué manera las tres ordenanzas del Señor constituyen actos de
adoración que caracterizan nuestra relación con Dios. Recuerda a los miembros
de tu clase que estas ordenanzas conmemoran eventos especiales en la vida de
Cristo, y que por nuestra participación en ellas mostramos que deseamos estar
en una íntima relación con él. Las ordenanzas del bautismo, del lavamiento de
los pies y de la Cena del Señor son actos simbólicos que nos dan la seguridad
del amor de Dios y de su ayuda permanente.
Como muchos otros cristianos, los adventistas del séptimo
día utilizan el término "ordenanza" para referirse a estas
ceremonias, en lugar del término "sacramento". Mientras que una
ordenanza es una ceremonia establecida por una orden directa de Jesús, y
expresa en un acto simbólico nuestra relación con él, un sacramento es
definido como un ritual que imparte gracia salvadora al participante, otorgando,
por lo tanto, salvación inmediata. A pesar de que algunas veces autores
adventistas del séptimo día usan la palabra "sacramento" para
referirse a estas ceremonias (ver por ejemplo, DTG 611, 612), no los
consideramos como sacramentos.
I. La seguridad divina en el bautismo.
La forma en que Pablo entendía el bautismo, según
Romanos 6:3 al 6, destaca el profundo significado espiritual de este rito. Él
describe el bautismo como el ser bautizados en Cristo (6:3). El bautismo no
efectúa una unión instantánea con él. Más bien, es una proclamación
pública de que el creyente ha entrado en una relación salvadora con Cristo. El
bautismo representa un pacto espiritual entre el creyente y Cristo.
En el bautismo, el creyente participa simbólicamente en la
muerte de Cristo, su sepultura y su resurrección (6:3-6). Cuando el creyente es
sumergido bajo el agua, él o ella "muere" con Cristo, y es "sepultado"
con él. Salir del agua simboliza "levantarse" con Cristo en su
resurrección. Por lo tanto, cuando aceptamos por fe a Cristo como nuestro
Salvador, nos unimos con él, y su vida llega a ser nuestra vida (Gál. 2:20).
Entonces, nuestro bautismo viene a ser un símbolo de nuestra salvación y
otorga seguridad y paz al cristiano.
II. La seguridad en el lavamiento de los pies.
"El rito del lavamiento de los pies es un rito de
servicio. Esta es la lección que el Señor quiere que todos aprendan y
practiquen. cuando este rito se celebra debidamente, los hijos de Dios
participan de una santa relación mutua que es ayuda y bendición para ellos...
"Esta ceremonia significa mucho para nosotros. Dios
quiere que entendamos toda la escena, y no sólo el acto aislado de la limpieza
externa. Esta lección no se refiere únicamente a un acto. Debe revelar la gran
verdad de que Cristo es un ejemplo de lo que, por su gracia, debemos ser en
nuestra relación mutua. Muestra que la vida entera debiera ser un ministerio
humilde y fiel... El rito del lavamiento de los pies ilustra hasta el máximo la
necesidad de la verdadera humildad".--"Comentarios de Elena G. de
White" (5 CBA 1112, 1113).
III. La seguridad en la Cena del Señor.
Como en el bautismo, la Cena del Señor es una ordenanza
que nos recuerda nuestra relación de pacto con Jesús. Como en la celebración
de la Pascua, nuestra participación en la Cena conmemora nuestra liberación
del pecado. La Cena del Señor nos recuerda que, a través de su muerte, Jesús
ha provisto de todo lo que es necesario para nuestra salvación, nuestro perdón
y nuestra vida eterna. Comer del pan y beber del fruto de la vid simboliza
nuestra aceptación de la vida y la muerte de Jesús como nuestra garantía de
vida eterna.
La Cena también destaca nuestra comunión corporativa con
Cristo. Ningún cristiano es una isla, y esta ordenanza nos recuerda que todos
somos parte del cuerpo de Cristo. La Cena celebra la unidad en la iglesia y en
Cristo, y en nuestra mutua interdependencia.
Cuando celebramos la Cena del Señor, mostramos nuestra
expectativa de la segunda venida de Cristo. Pablo nos recuerda que cada vez que
participamos de los emblemas, anunciamos su muerte hasta que él venga (1 Cor.
11:26). Haciendo esto, la Cena señala la expectativa máxima de la vida
cristiana.