MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO

Texto Clave: Hechos 1:8.

Objetivos para el maestro:

  1. Animar a los alumnos a estar conectados de tal manera con Cristo que sean impulsados a compartir con otros la seguridad de la salvación.
  2. Invitar a los alumnos a buscar instrucciones sobre cómo dar estudios bíblicos.

Bosquejo de la lección:
I. Los actos salvadores de Dios merecen contarse a otros.

  1. Como lo hizo Josué (Jos. 24:1-15).
  2. Como lo hizo David (Sal. 103:1-8.
  3. Como lo hicieron Débora (Jue. 5:10, 11), Samuel (1 Sam. 12:7) y Miqueas (Miq. 6:5).

II. La nación de Israel debía testificar a todas las naciones.

  1. Esta función fue establecida ya en el llamado a Abraham (Gén. 12:2).
  2. Esta misión se cumplió en la vida de la criada israelita (2 Rey. 5:2-4), de Daniel y sus tres amigos (Dan. 3) y de Jonás (Jon. 3:5-9).
  1. Aun cuando Israel dejó de cumplir plenamente con esta misión, Cristo nació de la nación hebrea (Isa. 9:6, 7; 11:1-9; 53:10; Mat. 1:21-23).
III. Jesús estableció la iglesia para que fuera testigo.
  1. Su propio ejemplo es claro (Juan 8:12; 4:34).
  2. Sus discípulos y los apóstoles siguieron su ejemplo (Hech. 2 y 13).
  3. Su iglesia hoy debe continuar su obra de testificación, incluso hasta la muerte (Apoc. 3:14; 12:11).

Resumen:

Nuestro ejemplo testifica de la intervención de Dios en la historia y en nuestra vida personal. Testificar es declarar los hechos de Dios en la historia de la salvación, particularmente en la vida y muerte de su Hijo, Cristo Jesús, como se registra en la Biblia. ¿Cómo puedes seguir el ejemplo de Cristo? ¿Qué es lo que él ha hecho por ti que puedes compartir con otros?

Comentario:

    El llamado de Jesús a ser testigos hasta lo último de la Tierra (Hech. 1:8) se hace a cada cristiano, hombre y mujer, joven y anciano. Es nuestro privilegio compartir con el mundo el amor de Dios y la salvación que nos ha concedido. Nuestra seguridad de salvación nos motiva a compartir con otros las bendiciones que hemos recibido de Dios.
    A medida que respondieron al llamado de Dios, los discípulos debían salir y ser sus testigos. Su misión era la de compartir con el mundo lo que habían visto y oído mientras estaban en la presencia de Jesús. Esta es la obra más importante que los seres humanos han sido llamados a hacer.

I. Repasemos los actos salvadores de Dios - Alabadlo.

    Alabar a Dios es un deber cristiano tanto como lo es la oración. "Hemos de mostrar al mundo y a los seres celestiales que apreciamos el maravilloso amor de Dios hacia la humanidad caída, y que esperamos bendiciones cada vez mayores de su infinita plenitud... Después de un derramamiento especial del Espíritu Santo, aumentaría grandemente nuestro gozo en el Señor y nuestra eficiencia en su servicio, al repasar sus bondades y sus maravillosas obras en favor de sus hijos. Estas prácticas rechazan el poder de Satanás. Excluyen el espíritu de murmuración y queja, y el tentador pierde terreno. Fomentan aquellos atributos del carácter que habilitarán a los habitantes de la tierra para las mansiones celestiales. Un testimonio tal tendrá influencia sobre otros. No se puede emplear un medio más eficaz para ganar almas para Cristo" (SC 263, 264).

II. La misión de Israel a los gentiles.

    El deseo de Dios era el de dar a todas las naciones el conocimiento salvador de su gracia. Por intermedio de Abraham y sus descendientes, todas las naciones de la tierra debían recibir este conocimiento. Aunque el pueblo de Israel fue irregular en su fidelidad a Dios, encontramos en el Antiguo Testamento muchos ejemplos positivos de testificación. Pide a los alumnos de tu clase que hagan una lista de otros ejemplos bíblicos que no se mencionan en la lección, y dialoguen sobre esto. Algunos de estos ejemplos pueden incluir a José (Gén. 39:21-23; 41:8-32), Rahab (Jos. 2:8-13), el rey Nabucodonosor (Dan. 4) y la reina de Sabá (1 Rey. 10:1-13). 

III. El llamado a la testificación cristiana.

    Precisamente antes de ascender al cielo, Jesús les dio a sus discípulos la gran comisión: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mat. 28:18-20). Pide a los miembros de tu clase que compartan lo que crean que abarca este llamado, y cómo están cumpliendo personalmente esta comisión en sus vidas. Debido a que los discípulos de Jesús habían sido testigos de su vida, muerte y resurrección, Jesús les confió la responsabilidad de compartir lo que les había dado. Jesús también prometió mandar su Espíritu Santo con el fin de darles poder para testificar a todas las naciones (Juan 16:5-15; Hech. 1:8). Lee más acerca de las promesas de Dios, con relación a la capacidad del Espíritu Santo para ayudar a su pueblo mientras testifica por él, en Servicio cristiano pp. 310 a 317.

IV. Cada verdadero cristiano, un misionero.

    Comentando acerca del testimonio de la mujer que se encontró con Jesús junto al pozo de Jacob, Elena de White escribió: "Cada verdadero discípulo nace en el reino de Dios como misionero. El que bebe del agua viva, llega a ser una fuente de vida. El que recibe llega a ser un dador. La gracia de Cristo en el alma es como un manantial en el desierto, cuyas aguas surgen para refrescar a todos, y da a quienes están por perecer la avidez de beber el agua de la vida" (DTG 166).
    "Dios espera un servicio personal de todo aquel a quien él le ha confiado conocimiento de la verdad para sus días. No todos pueden ir como misioneros a tierras lejanas, pero todos pueden ser misioneros en sus hogares, en sus familias y en su vecindario" (9 T 30).