MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO
Texto Clave: Hechos 1:8.
Objetivos para el maestro:
Bosquejo de la lección:
II. La nación de Israel debía testificar a todas las naciones.
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Resumen: Nuestro ejemplo testifica de la intervención de Dios en la historia y en nuestra vida personal. Testificar es declarar los hechos de Dios en la historia de la salvación, particularmente en la vida y muerte de su Hijo, Cristo Jesús, como se registra en la Biblia. ¿Cómo puedes seguir el ejemplo de Cristo? ¿Qué es lo que él ha hecho por ti que puedes compartir con otros? |
Comentario:
El llamado de Jesús a ser testigos hasta lo último de la
Tierra (Hech. 1:8) se hace a cada cristiano, hombre y mujer, joven y anciano. Es
nuestro privilegio compartir con el mundo el amor de Dios y la salvación que
nos ha concedido. Nuestra seguridad de salvación nos motiva a compartir con
otros las bendiciones que hemos recibido de Dios.
A medida que respondieron al llamado de Dios, los discípulos
debían salir y ser sus testigos. Su misión era la de compartir con el mundo lo
que habían visto y oído mientras estaban en la presencia de Jesús. Esta es la
obra más importante que los seres humanos han sido llamados a hacer.
I. Repasemos los actos salvadores de Dios - Alabadlo.
Alabar a Dios es un deber cristiano tanto como lo es la
oración. "Hemos de mostrar al mundo y a los seres celestiales que
apreciamos el maravilloso amor de Dios hacia la humanidad caída, y que
esperamos bendiciones cada vez mayores de su infinita plenitud... Después de un
derramamiento especial del Espíritu Santo, aumentaría grandemente nuestro gozo
en el Señor y nuestra eficiencia en su servicio, al repasar sus bondades y sus
maravillosas obras en favor de sus hijos. Estas prácticas rechazan el poder de
Satanás. Excluyen el espíritu de murmuración y queja, y el tentador pierde
terreno. Fomentan aquellos atributos del carácter que habilitarán a los
habitantes de la tierra para las mansiones celestiales. Un testimonio tal
tendrá influencia sobre otros. No se puede emplear un medio más eficaz para
ganar almas para Cristo" (SC 263, 264).
II. La misión de Israel a los gentiles.
El deseo de Dios era el de dar a todas las naciones el
conocimiento salvador de su gracia. Por intermedio de Abraham y sus
descendientes, todas las naciones de la tierra debían recibir este conocimiento.
Aunque el pueblo de Israel fue irregular en su fidelidad a Dios, encontramos en
el Antiguo Testamento muchos ejemplos positivos de testificación. Pide a los
alumnos de tu clase que hagan una lista de otros ejemplos bíblicos que no se
mencionan en la lección, y dialoguen sobre esto. Algunos de estos ejemplos
pueden incluir a José (Gén. 39:21-23; 41:8-32), Rahab (Jos. 2:8-13), el rey
Nabucodonosor (Dan. 4) y la reina de Sabá (1 Rey. 10:1-13).
III. El llamado a la testificación cristiana.
Precisamente antes de ascender al cielo, Jesús les dio a sus discípulos la gran comisión: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mat. 28:18-20). Pide a los miembros de tu clase que compartan lo que crean que abarca este llamado, y cómo están cumpliendo personalmente esta comisión en sus vidas. Debido a que los discípulos de Jesús habían sido testigos de su vida, muerte y resurrección, Jesús les confió la responsabilidad de compartir lo que les había dado. Jesús también prometió mandar su Espíritu Santo con el fin de darles poder para testificar a todas las naciones (Juan 16:5-15; Hech. 1:8). Lee más acerca de las promesas de Dios, con relación a la capacidad del Espíritu Santo para ayudar a su pueblo mientras testifica por él, en Servicio cristiano pp. 310 a 317.
IV. Cada verdadero cristiano, un misionero.
Comentando acerca del testimonio de la mujer que se
encontró con Jesús junto al pozo de Jacob, Elena de White escribió: "Cada
verdadero discípulo nace en el reino de Dios como misionero. El que bebe del
agua viva, llega a ser una fuente de vida. El que recibe llega a ser un dador.
La gracia de Cristo en el alma es como un manantial en el desierto, cuyas aguas
surgen para refrescar a todos, y da a quienes están por perecer la avidez de
beber el agua de la vida" (DTG 166).
"Dios espera un servicio personal de todo aquel a quien
él le ha confiado conocimiento de la verdad para sus días. No todos pueden ir
como misioneros a tierras lejanas, pero todos pueden ser misioneros en sus
hogares, en sus familias y en su vecindario" (9 T 30).