MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO
Texto Clave: 1 Timoteo 1:15.
Objetivos para el maestro:
Bosquejo de la lección:
II. Jesús fue el Mesías siervo sufriente. |
III. Jesús será nuestro Juez.
Resumen: |
Comentario:
La lección de la semana pasada enfatizaba la relación que existe entre nuestra seguridad de salvación y la divinidad de Cristo. Esta semana comentaremos
cómo nos está salvando Jesús. Los teólogos han descrito esta enseñanza de la Escritura como la obra de Cristo, queriendo decir que Jesús lleva a cabo funciones específicas, o cargos, en el plan de salvación. Históricamente, estas funciones de la obra de Cristo han sido categorizadas como profeta, sacerdote, y rey. Nuestra lección trata también con la actuación de Cristo como Cordero de Dios y Juez.
I. Cristo, el Rey victorioso.
El resultado de las tentaciones del desierto tuvieron un significado cósmico. Si Jesús hubiera cedido de alguna manera, la gran controversia entre Cristo y Satanás hubiera significado derrota para Dios. Observa que los tres Evangelios sitúan la victoria de Jesús sobre el diablo como el primer gran logro de su ministerio (ver Mat. 4:1-11; Mar. 1:12; Luc. 4:1-13). ¿Qué importancia ves en
esto?
Después de la caída, Satanás declaró que él era el gobernante legítimo de nuestro mundo. Pero Jesús no aceptó esa pretensión. Allí en el desierto, rechazó las afirmaciones de Satanás y declaró que él es por derecho el Rey de nuestro mundo. Había venido a redimir a los suyos del
usurpador.
"Nunca podrá comprenderse el costo de nuestra redención hasta que los redimidos estén con el Redentor delante del trono de Dios. Entonces, al percibir de repente nuestros sentidos arrobados las glorias de la patria eterna, recordaremos que Jesús dejó todo esto por nosotros, que no sólo se desterró de las cortes celestiales, sino que por nosotros corrió el riesgo de fracasar y de perderse eternamente" (DTG 105).
II. Cristo, el Siervo sufriente.
Una vez que los discípulos habían afirmado la divinidad de Cristo, el Evangelio de Marcos nos dice que él comenzó a revelarles que debía sufrir y morir. Jesús menciona el tema tres veces (Mar. 8:31; 9:31; 10:33). ¿Por qué
debía morir Jesús? Su muerte tenía un propósito. Ese propósito es nuestra redención.
Isaías 53 predijo que el Mesías sería un siervo sufriente que tomaría sobre sí mismo el pecado y la culpa de la humanidad y moriría en su lugar. El estudio de la lección del viernes cita un pasaje de
El Deseado de todas las gentes, en el cual Elena de White presenta la función sustitutiva de la muerte de Cristo. Comenta este pasaje con tu clase, y pregúntales qué significa personalmente para ellos esta sustitución.
III. "Venid a mi..."
Los beneficios de la muerte de Cristo están disponibles para todo aquel que crea en él (Juan 3:16). "Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que
reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia" (Rom. 5:17; se ha agregado la
cursiva).
Cuando aceptamos la invitación de Cristo, él mora en nosotros por medio del poder del Espíritu Santo (Gál. 2:20). Puede ser que no sea algo claramente visible, puesto que ocurre en nuestro interior (Luc. 17:21), pero Cristo viene a nuestras vidas con poder y efectúa una transformación (2 Cor. 3:18).
IV. Cristo, nuestro único Mediador.
La Biblia nos dice que Cristo intercede por nosostros en el cielo (Rom. 8:34; Heb. 7:25; 9:24). ¿En qué se centra esa intercesión? "En este versículo Pablo ha añadido una razón tras otra para demostrar que nada puede separar al cristiano del amor de Cristo. No dependemos de un Cristo muerto, sino de un Cristo vivo; y no sólo es un Cristo vivo sino un Cristo entronizado con supremo poder. No sólo es un Cristo que tiene poder, sino un Cristo que salva con amor, que vive siempre para interceder por su pueblo que lucha contra el mal" (6 CBA 574).
V. Cristo, el Juez del mundo.
Primera de Juan 4:16 al 18 nos dice que el amor de Dios en nuestros corazones echa fuera el temor al castigo en el día del juicio. Pero, ¿no deberían temer los cristianos el juicio? En absoluto. Como hemos visto hasta ahora en esta lección, Jesús no sólo es nuestro Rey, Sacrificio y Mediador, sino que también es nuestro Juez. Imagina esto: La Biblia nos dice que Jesús es al mismo tiempo nuestro Abogado defensor (1 Juan 2:1) y el Juez que preside (Juan 5:22, 27). Saber que Jesús es tanto nuestro Defensor como nuestro Juez es la mayor seguridad de salvación que el cristiano puede poseer. En el tribunal se encuentra el mejor amigo del pecador arrepentido.