MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO
Texto Clave: Romanos 3:28.
Objetivos para el maestro:
Bosquejo de la lección:
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II. El mensaje de Pablo a los pecadores es que por la fe, la obediencia
perfecta de Jesús puede ser acreditada al registro del pecador (Rom.
3:22; Fil. 3:9).
III. La obra del Espíritu Santo.
Resumen: |
Comentario:
La lección de esta semana se ocupa de la certeza de la
salvación a través de los escritos del apóstol Pablo. La visión de Pablo con
respecto al plan de salvación le llegó mientras estudiaba lo que tenía a su
disposición de la Palabra de Dios. "La magnitud de la obra que le
aguardaba le indujo a estudiar mucho las Sagradas Escrituras, con el fin de
poder predicar el evangelio 'no en sabiduría de palabras, porque no sea hecha
vana la cruz de Cristo', 'mas con demostración del Espíritu y de poder', para
que la fe de todos los que lo oyeran 'no esté fundada en sabiduría de hombres,
mas en poder de Dios' (1 cor. 1:17; 2:4, 5)" (HAp 104).
I. Pablo y la justificación por la fe.
El concepto de justificación que usa Pablo surge del vocabulario de los tribunales de
justicia.
"En el Nuevo Testamento, la justificación es el acto declaratorio de Dios mediante el cual,
sobre la base de la suficiencia de la muerte expiatoria de Cristo, proclama que los creyentes han satisfecho todos los
requerimientos de la ley que les conciernen a ellos. La justificación es un acto forense que imputa la justicia de Cristo al
creyente".-Millard J. Erickson, Christian Theology [Teología
cristiana] (Grand Rapids: Baker Book House, 1983-1985), p. 956.
En Romanos 4:4 y 5, Pablo señala que Dios acredita la justicia de
Cristo a la cuenta del pecador arrepentido que confia en él. Esta es verdaderamente una obra de gracia de un Dios misericordioso y
benévolo. Nuestra propia justicia no nos puede comprar la salvación, porque en el mejor de los casos, nuestra justicia es como trapos
inmundos (Isa. 64:6). Para remplazar nuestras vestiduras inmundas, Dios nos da el manto de justicia de Cristo (61:10).
II. Justificados por la fe en Cristo.
¿Cuál es el papel de la fe en el proceso de la
justificación? Pablo creía que al saber que "el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros
también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie
será justificado" (Gál. 2:16).
Esta fe no es solamente una mera creencia en la bondad de Dios, sino confianza completa en
él. "No sólo implica confianza en las promesas de Dios, sino también una
completa entrega del corazón y de la vida a Aquel en quien el creyente ha aprendido a confiar" (6
CBA 509).
Pero ¿puede la fe ser considerada una obra de salvación?
¿No es nuestra fe la que nos salva? Realmente no. Nota que Pablo dice que somos salvos por gracia por medio de la fe (Efe. 2:8). Nada en la
salvación es obra humana. Es todo obra de Dios, para que nadie se jacte (v. 9). Aun la fe (o la confianza) que tenemos en Dios es generada por Dios mismo que nos atrae a
él (Juan 6:44, 65; 12:32).
Pero debemos tener fe para ser salvos (Juan 3:16). Debemos responder al ofrecimiento de
salvación que nos hace Dios. "La fe es la condición que Dios ha visto conveniente para prometer
perdón a los pecadores, no porque haya virtud alguna en la fe por la cual se merezca la
salvación, sino porque la fe puede aferrarse a los méritos de Cristo, el remedio
proporcionado para el pecado... Cuando el pecador cree que Cristo es su Salvador personal, entonces, de acuerdo con sus infalibles promesas, Dios le
perdona su pecado y lo justifica gratuitamente".--"Comentarios de
Elena G. de White" (6 CBA 1073).
III. El Espíritu y nuestra seguridad.
Una de las experiencias más hermosas que pueden vivir los
individuos es sentir que Dios es su Padre. Esta vivencia, nos dice la Biblia, es
el testimonio del Espíritu Santo que es dado a todo aquel que acepta a Jesús
como Salvador (Rom. 8:13-17).
¿Cómo llega uno a ser hijo de Dios? Juan 1:12 responde que
todos los que reciben a Jesús en sus vidas y creen en él son hijos de Dios.
Antes de la conversión, éramos hijos de ira (Efe. 2:3) y enemigos de Dios
(Rom. 5:10).
El concepto de adopción en la familia de Dios que presenta
Pablo también se conecta con nuestra justificación. En Romanos 8:14 al 17,
Pablo nos anima "a pensar en nuestro Padre celestial en la forma más
íntima posible, como un papito. Esto se contrasta con una relación de temor,
que existía comúnmente entre un esclavo y su amo. Dios no está simplemente
tolerándonos como un amo a sus esclavos. Dios desea una relación íntima con
nosotros. Y se ha ocupado él mismo de quitar todas las barreras posibles".--Charles
Stanley, Eternal Security: Can You Be Sure? [Seguridad eterna: ¿Puedes
estar seguro?] (Nashville: Thomas Nelson Publishers, 1990), p. 38.
Tal relación, como la testifica el Espíritu Santo en
nuestras vidas, anima a todos los cristianos a compartir con otros las buenas
noticias de la salvación.