MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO
Texto Clave: Juan 1:12.
Objetivos para el maestro:
Bosquejo de la lección:
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II. Juan es conocido por su énfasis en el amor.
III. Los tres testigos que nos dan seguridad (1 Juan 5:6-12). En el Cielo
En la Tierra |
Comentario:
"La devoción abnegada y el amor confiado
manifestados en la vida y el carácter de Juan, presentan lecciones de
incalculable valor para la iglesia cristiana. Juan no poseía por naturaleza la
belleza de carácter que reveló en su postrer experiencia. Tenía defectos
graves" (HAp 430). Pero el amor de Jesús transformó sus tendencias
egoístas en la belleza de la santidad. Para la época en que Juan escribió los
distintos libros del Nuevo Testamento que llevan su nombre, era un anciano
patriarca que había crecido a la semejanza de Jesús. Además tenía una
profunda seguridad de que era hijo de Dios. En nuestra lección de esta semana
estudiaremos cómo expresó él esta seguridad. Su testimonio es quizás el más
conmovedor que podamos encontrar en el Nuevo Testamento.
I. Juan se concentró en el amor y la compasión.
Cuando Juan escribió las palabras que encontramos en 1
Juan 4:7 al 12, expresó la gran motivación cristiana: porque Dios es amor, los
que son nacidos de Dios se amarán mutuamente. Juan había aprendido a lo largo
de los años que su carácter debía reflejar el carácter de Cristo. Y que al
ceder su voluntad a la influencia del Espíritu Santo, era transformado por el
amor de Dios. La transformación del carácter de Juan es un testimonio del
poder del evangelio en la vida de las personas.
II. La seguridad que tenía Juan del amor de Dios.
¿Cuál es el secreto de tal transformación del carácter?
¿Cómo pueden nuestros caracteres ser transformados para gloria de Dios como lo
fue el carácter de Juan? En su primera epístola, Juan nos da indicaciones muy
claras en cuanto a este proceso. En primer lugar, es el amor de Dios que toca
nuestras vidas: "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero"
(4:19). "Si Dios no nos hubiese amado primero, no seríamos capaces de amar.
Habríamos sido abandonados en el pecado y producido odio en lugar de amor. Juan
nunca cesa de maravillarse ante la primacía del amor de su Padre celestial, y
desea que sus lectores también se admiren de esa maravilla" (7 CBA
688).
En segundo lugar, tal transformación de carácter es posible,
de acuerdo con Juan, sólo si permanecemos en Cristo (2:6). Juan utiliza
frecuentemente el verbo griego ménÇ,
permanecer. Aparece 41 veces en el Evangelio de Juan y 26 veces en sus
epístolas. Este verbo indica que la unión existente entre Dios y Cristo (Juan
14:10) es similar a la unión que debiera existir entre Cristo y el creyente
(15:10). "El permanecer en Cristo" de Juan es el equivalente al "estar
en Cristo" de Pablo.
III. La mayor evidencia del amor divino.
De acuerdo con Juan, la base de nuestra certeza es el amor
de Dios para con nosotros según lo testifica el sacrificio de Jesús en la cruz
(1 Juan 4:10). El apóstol es claro al decir que nada que hagamos puede motivar
a Dios para que nos ame. Nosotros no amamos primero a Dios y luego recibimos
salvación. No, Dios nos amó primero. Él es quien inició el plan de
salvación. Nada de lo que nosotros hagamos puede motivarlo a amarnos, porque ya
nos ama.
Por amor a la humanidad pecaminosa, Dios envió a su Hijo
para que muriera en lugar de nosostros. Este concepto de sacrificio expiatorio
es muchas veces mal entendido. La palabra griega hilasmós ("propiciación)
hace referencia a los antiguos sacrificios paganos ofrecidos para aplacar la ira
de los dioses vengativos. Sin embargo, esta palabra tiene una connotación muy
diferente en el cristianismo. Mientras que el paganismo enseña que los humanos
necesitan aplacar con sacrificios a un dios que no ama y que está ofendido, el
cristianismo enseña que es Dios mismo el que, por amor, provee un sacrificio
expiatorio como medio de ejecutar su justo castigo contra el pecado. Este es un
Dios que realmente ama a la humanidad con cada fibra de su ser.
IV. El testimonio divino de seguridad.
Dada esta benevolente actitud de Dios y su determinación
para hacer todo lo necesario para redimirnos, ¿cuál debería ser nuestra
actitud hacia el juicio? Primera de Juan 4:17 y 18 responde que para los
cristianos que han aceptado a Jesús como su Salvador, no hay temor de juicio ni
de castigo. Es notable la confianza de Juan en el amor de Dios y en su
provisión para nuestra salvación. "El motivo de confianza del creyente no
estriba en sus obras imperfectas, sino en el carácter impecable y el sacrificio
propiciatorio de Cristo, su Salvador" (7 CBA 687). Y nuestra
respuesta de amor a Dios surge de lo que Dios ha hecho por nosotros.
"El que tiene al Hijo, tiene la vida" (1 Juan
5:12). Al final de su vida, Juan pudo testificar que la palabra de Dios es fiel
y verdadera. El que permanece en Cristo y continúa viviendo en él tiene vida
eterna ahora. A pesar de nuestros defectos, Dios ha provisto todo lo necesario
para nuestra salvación. Si aceptamos su salvación y permanecemos en Jesús,
podemos estar seguros de nuestra salvación. Esta es la promesa de Dios.