MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO

Texto Clave: Juan 1:12.

Objetivos para el maestro:

  1. Repasar los defectos de Juan, el discípulo, como aliento para quienes tienen esos mismos rasgos.
  2. Estudiar el énfasis que Juan le da al amor para que podamos comprender mejor el amor transformador de Dios.
  3. Estar seguros del amor de Dios.

Bosquejo de la lección:
I. Demandó una sorprendente obra de gracia transformar a Juan en el "apóstol del amor".

  1. Él y su hermano Santiago eran conocidos como "los hijos del trueno", porque eran combativos y egoístas (Mar. 10:35-37).
  2. Juan también era excluyente en su idea acerca de los seguidores de Cristo (Mar. 9:38, 39).
  3. Juan y Santiago querían castigar a quienes no recibían inmediatamente a Jesús (Luc. 9:51-55).
II. Juan es conocido por su énfasis en el amor.
  1. Estaba cerca de Jesús (Juan 21:20).
  2. Enseñó que amamos a Cristo porque él nos amó primero, y que podemos tener el privilegio de permanecer en él (1 Juan 4:19; 2:28).
  3. La vida, la muerte y la resurrección de Jesús son un regalo de Dios para nosotros (1 Juan 4:9, 10).
  4. El amor debería motivar nuestras relaciones con los demás (Juan 14:15; 1 Juan 4:11).
  5. El amor se manifiesta en acciones (1 Juan 4:18).

III. Los tres testigos que nos dan seguridad (1 Juan 5:6-12).

En el Cielo                         En la Tierra
A. El Padre                          El Agua
A. El Hijo                             La Sangre
B. El Espíritu Santo               El Espíritu 

Comentario:

    "La devoción abnegada y el amor confiado manifestados en la vida y el carácter de Juan, presentan lecciones de incalculable valor para la iglesia cristiana. Juan no poseía por naturaleza la belleza de carácter que reveló en su postrer experiencia. Tenía defectos graves" (HAp 430). Pero el amor de Jesús transformó sus tendencias egoístas en la belleza de la santidad. Para la época en que Juan escribió los distintos libros del Nuevo Testamento que llevan su nombre, era un anciano patriarca que había crecido a la semejanza de Jesús. Además tenía una profunda seguridad de que era hijo de Dios. En nuestra lección de esta semana estudiaremos cómo expresó él esta seguridad. Su testimonio es quizás el más conmovedor que podamos encontrar en el Nuevo Testamento.

I. Juan se concentró en el amor y la compasión.

    Cuando Juan escribió las palabras que encontramos en 1 Juan 4:7 al 12, expresó la gran motivación cristiana: porque Dios es amor, los que son nacidos de Dios se amarán mutuamente. Juan había aprendido a lo largo de los años que su carácter debía reflejar el carácter de Cristo. Y que al ceder su voluntad a la influencia del Espíritu Santo, era transformado por el amor de Dios. La transformación del carácter de Juan es un testimonio del poder del evangelio en la vida de las personas.

II. La seguridad que tenía Juan del amor de Dios.

    ¿Cuál es el secreto de tal transformación del carácter? ¿Cómo pueden nuestros caracteres ser transformados para gloria de Dios como lo fue el carácter de Juan? En su primera epístola, Juan nos da indicaciones muy claras en cuanto a este proceso. En primer lugar, es el amor de Dios que toca nuestras vidas: "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero" (4:19). "Si Dios no nos hubiese amado primero, no seríamos capaces de amar. Habríamos sido abandonados en el pecado y producido odio en lugar de amor. Juan nunca cesa de maravillarse ante la primacía del amor de su Padre celestial, y desea que sus lectores también se admiren de esa maravilla" (7 CBA 688).
    En segundo lugar, tal transformación de carácter es posible, de acuerdo con Juan, sólo si permanecemos en Cristo (2:6). Juan utiliza frecuentemente el verbo griego ménÇ, permanecer. Aparece 41 veces en el Evangelio de Juan y 26 veces en sus epístolas. Este verbo indica que la unión existente entre Dios y Cristo (Juan 14:10) es similar a la unión que debiera existir entre Cristo y el creyente (15:10). "El permanecer en Cristo" de Juan es el equivalente al "estar en Cristo" de Pablo. 

III. La mayor evidencia del amor divino.

    De acuerdo con Juan, la base de nuestra certeza es el amor de Dios para con nosotros según lo testifica el sacrificio de Jesús en la cruz (1 Juan 4:10). El apóstol es claro al decir que nada que hagamos puede motivar a Dios para que nos ame. Nosotros no amamos primero a Dios y luego recibimos salvación. No, Dios nos amó primero. Él es quien inició el plan de salvación. Nada de lo que nosotros hagamos puede motivarlo a amarnos, porque ya nos ama.
    Por amor a la humanidad pecaminosa, Dios envió a su Hijo para que muriera en lugar de nosostros. Este concepto de sacrificio expiatorio es muchas veces mal entendido. La palabra griega hilasmós ("propiciación) hace referencia a los antiguos sacrificios paganos ofrecidos para aplacar la ira de los dioses vengativos. Sin embargo, esta palabra tiene una connotación muy diferente en el cristianismo. Mientras que el paganismo enseña que los humanos necesitan aplacar con sacrificios a un dios que no ama y que está ofendido, el cristianismo enseña que es Dios mismo el que, por amor, provee un sacrificio expiatorio como medio de ejecutar su justo castigo contra el pecado. Este es un Dios que realmente ama a la humanidad con cada fibra de su ser.

IV. El testimonio divino de seguridad.

    Dada esta benevolente actitud de Dios y su determinación para hacer todo lo necesario para redimirnos, ¿cuál debería ser nuestra actitud hacia el juicio? Primera de Juan 4:17 y 18 responde que para los cristianos que han aceptado a Jesús como su Salvador, no hay temor de juicio ni de castigo. Es notable la confianza de Juan en el amor de Dios y en su provisión para nuestra salvación. "El motivo de confianza del creyente no estriba en sus obras imperfectas, sino en el carácter impecable y el sacrificio propiciatorio de Cristo, su Salvador" (7 CBA 687). Y nuestra respuesta de amor a Dios surge de lo que Dios ha hecho por nosotros.
    "El que tiene al Hijo, tiene la vida" (1 Juan 5:12). Al final de su vida, Juan pudo testificar que la palabra de Dios es fiel y verdadera. El que permanece en Cristo y continúa viviendo en él tiene vida eterna ahora. A pesar de nuestros defectos, Dios ha provisto todo lo necesario para nuestra salvación. Si aceptamos su salvación y permanecemos en Jesús, podemos estar seguros de nuestra salvación. Esta es la promesa de Dios.