Un hijo es más verdad
(Artículo de José A. Iturri en Diario de Noticias, 17 de octubre de 2003)
Cuando las obstinaciones son tan perfectas y tan diametralmente opuestas como las que se enfrentan en tomo a la idoneidad del edificio de Teresianas para albergar las aulas del actual colegio de San Francisco, necesariamente deben estar sustentadas en una recia y concluyente arquitectura argumental. Sin embargo, tantos años sin dar un paso atrás, traen también el convencimiento de que en alguna de las caras de este litigio flaquea la razón y predomina el sofisma y que nos encontramos ante un asunto excepcional para el juego de los malabarismos argumentales, un asunto magnifico para los saltimbanquis del raciocinio, capaces de defender la lógica aplastante de una postura y, a renglón seguido, defender con el mismo denuedo todo lo contrario.
Algo chirría cuando el blanco y el negro, después de tantos años chocando, no han logrado alumbrar algún tenue gris intermedio, algún color ambiguo que venga a demostrar que la verdad tiene fronteras delicuescentes y tiende a huir de lo absoluto. ¿Cómo es posible que las cintas métricas que manejan los padres de los alumnos no den el espacio suficiente que marca la ley para los colegios públicos en Teresianas y, en cambio, las que utiliza el Gobierno de Navarra sí? ¿Cómo es posible que las medidas de seguridad estén fuera de la ley para los padres y no para el Gobierno? Parece evidente que para romper esa dicotomía tan fieramente instalada, para descifrar tan arduo misterio, habrá que preguntarse, como se hace en las novelas policíacas, a quién beneficia más la muerte de alguien, en este caso, la muerte de las escuelas de San Francisco.
Y aquí, amigos, las sospechas caen en cascada sobre el departamento de Educación y Cultura. Si desaparecen las escuelas de San Francisco, se abre una autopista para la construcción de la nueva Biblioteca General de Navarra, se le da sentido a un concurso de proyectos ya premiado y se cierran las expectativas urbanísticas que se apoyaban en tres ejes: El Corte Inglés en Intendencia, la Biblioteca en San Francisco y las escuelas en Teresianas. Y si tenemos en cuenta los muchos millones que lleva invertidos el Gobierno de Navarra en ese planeamiento urbanístico, lo habremos dicho todo. Los padres que se oponen a Teresianas no defienden nada, salvo la seguridad de sus hijos y el hecho, cada vez más evidente, de que en esos espacios remodelados, no caben todos los alumnos del Casco Viejo. Y mal que les pese a algunos, un hijo siempre es más verdad que un planteamiento urbanístico.