Fiesta en la granja, rebelión en la escuela

Según el Real Decreto 1135/2002 de 31 de Octubre, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha incorporado la normativa europea referente a las condiciones de cría para el ganado porcino. Una de las disposiciones de la citada norma establece que el espacio del que debe disponer el cerdo en su cuadra no será inferior a un metro cuadrado, disponiendo además de un recinto común para poder estar con sus congéneres. A lo largo de mi vida he visto varias instalaciones porcinas, mi primo sin ir más lejos tiene una, y sé apreciar la mejora que supone esta norma para el animal.

Personalmente aplaudo la decisión del Ministerio porque sin duda alguna el cumplimiento de esta ley contribuirá al desarrollo evolutivo del simpático y sabroso animal. Y como la felicidad interior siempre se refleja en el aspecto exterior, no dudo que gracias a la preocupación ministerial la calidad del producto final, a saber, jamones, chorizos, morcillas y otras viandas, pasará los exámenes más exigentes. No hay que olvidar que el entorno físico es un elemento motivador.

Y llegados a este punto, no tengo más remedio que comparar la decisión del citado Ministerio con la postura adoptada por las autoridades educativas de nuestra Comunidad Foral en referencia al traslado del Colegio Público San Francisco al solar de Teresianas. Aquí, al contrario que en las instalaciones ganaderas, se opta por reducir el espacio a la mínima expresión. Pues sí, los niños y niñas del C.P. San Francisco, gracias a los gestores de turno, estudiarán en aulas pequeñas y carentes de luz natural, a las que accederán por estrechos pasillos. Contarán además con un comedor de dimensiones irrisorias incapaz de acoger al actual alumnado, con un gimnasio dotado de unas hermosas columnas centrales y un edificio de cinco plantas que les servirá para interiorizar perfectamente el concepto de número, a nada que se pongan a contar los peldaños de sus escaleras.

Así pues, pasamos de amplios y luminosos espacios a otros que, lejos de ser motivantes, suponen una pérdida cualitativa importante en el plano educativo. Instalaciones, además, que incumplen la normativa de seguridad, poniendo en peligro la vida de nuestros hijos e hijas en caso de producirse un incendio. No nos engañemos, la remodelación del antiguo colegio de Teresianas no partió de un estudio de las necesidades educativas del barrio, sino que vino dada por la necesidad de hacer un hueco para El Corte Inglés. Estamos hartos de ver cómo los intereses urbanísticos priman sobre los sociales, hartos de actuaciones intransigentes, hartos de que nos mientan y nos engañen.

Juan Mª Echarri, Diario de Noticias, 7 de noviembre de 2003

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