Capítulo
XII:
LA CAMPAÑA DE ANDALUCÍA:
LAS PÉRDIDAS DE BUJALANCE Y MONTORO
Durante los meses de octubre,
noviembre, y parte de diciembre, el sector de Córdoba estuvo inactivo. El 1 de
noviembre de 1936 el teatro de operaciones del Ejército republicano del Sur de
España estaba dividido en los siguientes sectores: Badajoz, Córdoba, Granada y
Málaga.
El
sector de Córdoba estaba formado por la columna Hernández Saravia y tenía su
cuartel general en Montoro. Este sector estaba dividido a su vez en tres
subsectores: Pozoblanco, Villafranca y Bujalance con un total de 3.732 hombres
con 16 piezas de artillería ligera.[i]
En
estas fechas don Joaquín se encuentra al mando del subsector de Bujalance,
población donde se retiró tras la pérdida de Espejo. El ejército de esta época
estaba formado por columnas de milicianos mal armadas y organizadas. El Estado
Mayor central situado en Valencia, sólo se preocupaba del frente de Madrid - en
plena actividad en estas fechas - y dejaba abandonados los frentes de Andalucía
y Extremadura. Las reformas que los mandos profesionales estaban haciendo con el
Ejército republicano - lo que se podía llamar militarización de las milicias
- llegó muy tarde al Frente Sur: exactamente el 15 de diciembre de 1936, fecha
en la que se crea el Ejército del Sur. Se organizaba dicho Ejército sobre las
bases de los sectores de Málaga, Granada y Córdoba, incluyendo en este ultimo
a las fuerzas que operaban en Extremadura. Según Martínez Bande, esta era la
situación del Ejército del Sur en estas fechas:
Para el mando del Ejército del Sur, se
nombró con carácter provisional, al general Martínez Monje, que tenía como
jefe de EM al teniente coronel Pérez Gazzolo. El cuartel general fue fijado en
Jaén. Como jefe del sector de Córdoba continuaba el teniente coronel Hernández
Saravia, figurando como su jefe de Estado Mayor el teniente coronel Menéndez. Don
Joaquín, seguía al mando del subsector de Bujalance, donde seguía teniendo su
cuartel general. Las fuerzas destacadas
del sector de Córdoba eran varios batallones de milicias de Málaga, Ciudad
Real, Córdoba y Jaén, algunas compañías de marinería, unos 200 jinetes y
tres baterías: dentro de lo informe, se destacaban algunas pequeñas Columnas,
como la llamada Columna Vallejo; pero, en general, la moral de las milicias era
muy baja. Sin embargo, el enemigo principal, una vez iniciada la ofensiva, sería,
varias Brigadas, una de ellas Internacional, venidas precipitadamente desde
Albacete y el frente de Madrid.[ii]
Encontrándose
en estas condiciones el Ejército del Sur, Queipo de Llano comienza la gran
“Campaña de diciembre” también llamada “Campaña de la aceituna”, que
se inicia con la orden de operaciones del Ejército de Andalucía de fecha 13 de
diciembre, y que señalaba como misión la de ocupar Porcuna, Cañete de las
Torres y Bujalance en una primera fase de la operación general.[iii] Para ello se dispusieron
dos columnas, al mando de los tenientes coroneles Luis Redondo y Alfonso Gómez
Covián, con unos 2.000 hombres en total. La columna Redondo con todo el Requeté
de Andalucía (1.000 hombres), el 2º Batallón de Cádiz (Baturone), dos compañías
de Regulares de Larache, Policía Montada, tres Baterías, Zapadores y
servicios. Y la columna Gómez Cobián se componía del 1º Tabor de Regulares
de Melilla, 5º Batallón de Granada, dos Banderas de FE, cuatro Escuadrones
(Regulares, Córdoba y Jerez), tres Baterías, Zapadores y servicios. Entre las
dos columnas iban únicamente unos 70 vehículos, por lo que las fuerzas tenían
que moverse a pie, causante de la lentitud imprevista de la operación y de la pérdida
del factor sorpresa.[iv]
Las
fuerzas gubernamentales en la zona campiñesa no eran muy numerosas: el batallón
Villafranca, los regimientos “Garcés” y “Jaén”, la “Columna Andalucía
y Extremadura” (de la CNT-FAI de Castro del Río Bujalance) y otras fuerzas
regulares.[v]
El numero de fuerzas republicanas había disminuido bastante debido a las
necesidades en el frente de Talavera y en la defensa de Madrid.
Las dos columnas nacionalistas partirían de
Baena, siguiendo como ejes de marcha, las carreteras que llevan a Cañete y
Bujalance, y a Valenzuela y Porcuna, con lo que se iniciaría una gran bolsa,
cuyo fondo sería el foso del Guadalquivir, sobre el que se quería arrojar al
enemigo. Fuerzas del sector de Granada cooperarían, efectuando un
reconocimiento ofensivo sobre la carretera de Alcaudete, sin entablar combate a
fondo, al sólo objeto de distraer al enemigo y evitar un posible traslado de
fuerzas. Por ello, cumplida su misión, los efectivos - que serían escasos -
efectuarían el repliegue sobre Alcalá. El terreno a ocupar formaba un triángulo
entre los ríos Guadalquivir y Guadajoz y la zona al este de la carretera que
desde Villa del Río lleva a Baena por Lopera, Porcuna y Valenzuela.[vi]
El
día 14 por la tarde sale de Baena la columna Gómez Cobián en dirección a la
aldea de Albendín, encontrando voladas las alcantarillas de la carretera. Después
de un pequeño encuentro en las afueras de la aldea, en las primeras horas de la
mañana del día 15, se entra en Albendín que se encuentra desierto. En el
sector granadino queda dominado igualmente el pueblo de Castillo de Locuvin.[vii]
Mientras, al sur de Valenzuela los rebeldes se preocuparon de reparar el puente
sobre el río Guadajoz a fin de proseguir hacia Valenzuela. Los republicanos
fortificaron urgentemente las alturas que hay a cuatro kilómetros al sur de
Valenzuela. Allí se trabó un duro combate el día dieciocho.[viii]
Este pueblo es defendido tenazmente por la columna Vallejo, no siendo ocupado
hasta el día 19, después de llevar a cabo una amplia maniobra envolvente para
desbordar sus defensas, a cargo de la caballería franquista del comandante López
de Letona. Ante esta actitud y resistencia de los republicanos, Queipo de Llano
altera ligeramente la idea de maniobra reforzando la Columna Redondo con
efectivos de la de Gómez Cobián y posponiendo el avance de éste
sobre Porcuna.[ix]
El mismo día 19 la columna de Luis Redondo dio vista al pueblo de Cañete de
las Torres, que ocupó con la ayuda de los regulares de Gómez Cobián.[x]
El objetivo principal del siguiente día 20
es la toma de Bujalance, que previamente había sido duramente bombardeado desde
el día 14 de diciembre con un balance, sólo ese día, de 100 muertos y 200
edificios destruidos. No hubo defensa heroica en Bujalance. Las milicias de la
CNT-FAI huyeron en desbandada hacia Villa del Río y Montoro, al mismo tiempo
que el personal civil evacuado. En las últimas horas del día 20 la vanguardia
de la Columna Redondo entró en Bujalance “Santuario” histórico del
anarquismo.[xi]
Las tropas republicanas que habían luchado
hasta el momento, estaban a las órdenes de don Joaquín, cuyo cuartel general
se encontraba en Bujalance. Con la perdida de esta ultima población tuvo que
trasladarse a Montoro. La entrada de los rebeldes en el pueblo y “la forma de
ser” de Pérez Salas, lo relata en pocas palabras el jesuita Bernabé Copado,
natural de Villanueva de Córdoba y capellán de la Columna Redondo:
La impresión que recibimos al entrar en la
población no pudo ser más deprimente: las iglesias, quemadas unas y profanadas
otras; las casa asaltadas; las calles sucias; las contadas personas que
encontramos, presas del pánico por los sufrimientos de cinco meses y por los
horrores de las últimas horas; los efectos del bombardeo de nuestros aviones se
manifestaban trágicos en edificios enteros hundidos.
La casa donde se estableció la Comandancia
había servido de morada al tristemente célebre Pérez Salas, que respetó
todas las imágenes de santos y cuadros religiosos que contenía.[xii]
El comentario de Copado sobre don Joaquín,
muestra una faceta suya bastante conocida: el respeto que siempre guardó e hizo
guardar respecto de las imágenes objetos de culto y personal eclesiástico.
Desde luego, dentro de sus posibilidades. No en vano, a él se le debe en gran
parte, el que no fuese destruida la imagen de Jesús Nazareno de Pozoblanco.
También protegió y salvó la vida de personas de derechas de Bujalance, en su
corto mandato en esa población, otra de sus facetas también muy conocida. Lo
que no se entiende bien en Copado, es por que lo califica de
“tristemente célebre Pérez Salas”. Posiblemente, en sus ideas
“integristas”, como “capellán de requetés”, pensase que don Joaquín
debería de haber estado en el bando rebelde o tal vez, le echase en cara, la
heroica defensa que hizo de la comarca de los Pedroches, y, que él pudo
comprobar desde el bando nacionalista.
En
días sucesivos la Columna Redondo prosigue su avance. El 22 ocupa El Carpio,
Pedro Abad y Morente, en colaboración con otra pequeña Columna organizada rápidamente
en Córdoba al mando del comandante López Tienda, que gana Villafranca de Córdoba
el mismo día 22, marchando por las márgenes del Guadalquivir. La aviación
nacional sigue siendo dueña del aire, produciendo devastadores efectos en el
enemigo.[xiii]
La
continuación de la campaña la relata el jesuita B. Copado, siguiendo su obra
“Con la Columna Redondo”:
El día 24 comienza la parte dura de las
operaciones. Al amanecer, salimos de Bujalance. La Columna estaba dividida en
tres: una al mando de don Pedro Pérez de Guzmán, que había quedado en Pedro
Abad se encaminó desde allí, por la carretera general de Madrid a Montoro. El
batallón de Cádiz, mandado por el comandante Ortiz de Magariño, se internó
por la carretera que va desde Bujalance a Montoro. Y la tercera, al mando del
teniente coronel Redondo, con la caballería del comandante Erquícias, y los
escuadrones de Regulares mandados por el comandante Letona, nos marchamos a
Villa del Río... Entramos en Villa del Río a las 4 de la tarde, hambrientos y
destrozados.[xiv]
Ante
el rápido avance de los rebeldes todas las esperanzas se cifran en la llegada
próxima de Brigadas organizadas, ya que se ha comprobado que, pese a alguna
resistencia esporádica - como la citada en la defensa de Valenzuela -, las
milicias son incapaces de enfrentarse con una masa de maniobra pequeña, pero
instruida y decidida. Se espera así la venida, por lo menos, de la XIV Brigada
Internacional (desde Albacete, donde ha sido recientemente organizada) y de la
III Brigada Mixta, bien fogueada en el frente de Madrid.[xv]
Los
primeros en llegar, en ayuda de los republicanos fueron los componentes del 9º
batallón de la XIV Brigada Internacional, conocido también como Batallón Sans
Nom o de “las nueve naciones”,
y, que se encontraba al mando del búlgaro Stomatov. El 24 de diciembre entró
en combate con el consiguiente descalabro que terminó diezmando a todo el
batallón. Esta es la opinión de Andréu Castells, que perteneció y luchó en
las brigadas internacionales:
El día 14 de diciembre de 1936 los
nacionalistas rompieron el frente andaluz, en el sector comprendido entre
Alcolea y Alcalá la Real, con el objetivo inmediato de Andújar. El día 20 se
perdía Bujalance, continuando el repliegue hacia Montoro y Villa del Río. La
situación era grave. El mando local pidió ayuda y el 22 de diciembre se
reclamaron a la base de Albacete fuerzas para destinar a este frente.
El mismo día partió hacia Andalucía el
batallón Sans Nom, que aún no había completado el ciclo de su instrucción
militar. En la unidad eran muchos los voluntarios que no sabían lo que era una
guerra, que nunca habían disparado un fusil o un arma de fuego. Pero se trataba
de 700 hombres entusiastas que disponían de 36 ametralladoras lo que en
aquellas fechas era de una importancia suprema tanto moral como material. Lo que
pasó a la hora de la verdad, es que de estas ametralladoras solo cuatro
pudieron entrar en servicio, porque las otras estaban descompuestas por
sabotaje.
El Sans Nom desembarcó en la madrugada del
23 de diciembre en la estación de Andújar. En el E.M. del sector, al mando del
coronel Hernández Saravia, no existía ninguna carta geográfica de la región.
Solamente se pudo disponer de guías del país que conocían la situación del
adversario. El Sans Nom fue transferido al frente con orden de recuperar el
Monte Telegráfico, sobre Villa del Río.
El batallón en masa franqueó el
Guadalquivir, en Villa del Río, y se estableció en el vértice de la Nava, de
338 metros de altitud, ante la ciudad de Montoro. El contacto con las tropas
nacionalistas fue brutal. El mando del Sans Nom, que pensaba en un enemigo
lejano descubrió de súbito que lo tenía a la izquierda, casi a tocar.[xvi]
En
la opinión de B. Copado, el batallón internacional se metió él mismo en una
encerrona, de donde no podía salir, ya que ellos desconocían el que la columna
nacionalista se había dividido en tres, que marchaban por distintas carreteras:
Tomó la columna internacional la carretera por la que avanzaba el Batallón de
Cádiz, y se encontraron los desdichados el flanco derecho ocupado por las
fuerzas de Pérez de Guzmán, que se encaminaban a Montoro, y con el izquierdo
batido por el grueso de la columna Redondo.
El Batallón pidió refuerzos que le fueron
mandados, y la destrucción de la flamante Columna Internacional, que se
encaminaba a Bujalance, para levantar la moral en quiebra de las mesnadas de
Martínez Monje, fue definitiva.
Trescientos muertos quedaron en el campo. El
batallón que luchó con bravura sorprendente, tuvo que lamentar entre otras
bajas gloriosas, la muerte del Capitán Sr. Laulé y un teniente. El numero de
ametralladoras que llevaba la Columna Internacional, por confesión de los
prisioneros era crecidísimo.[xvii]
Siguiendo
el relato con la opinión de Andréu Castells, una vez que los internacionales
entran en combate con las tropas nacionalistas, formadas en su mayoría por los
requetés del coronel Redondo:
Se dio la orden a las ametralladoras de que
disparasen por encima de los voluntarios. La confusión fue terrible. El enemigo
respondió con fuego cruzado. Los guías desaparecieron. El P.C. del Batallón
quedó superado por el caos reinante a su alrededor y no pudo establecer
contacto con ninguna de sus compañías. Además los Fíat ametrallaron a las
fuerzas, y un movimiento muy amplio de la caballería enemiga amenazó de copo a
los internacionales. Llegó el anochecer. Era la Nochebuena. Una ocasión única
de recogimiento familiar y de paz. Pero entre los olivares y los bosques de
Montoro no cesaron de trepidar las armas. Empezó la trágica odisea de los
voluntarios, que se dispersaban, que no sabían hacia que lado dirigirse. Los
muertos quedaban abandonados. Los camilleros trasladaban los heridos de un lado
a otro, sin dar con un centro sanitario. Corrió la voz de que era necesario
concentrarse en Montoro, pero nadie sabía donde se encontraba esta localidad y,
además, esta ya se hallaba en manos de los nacionalistas. En plena noche los
internacionales llegaron a las márgenes del Guadalquivir, ancho y profundo a
causa de las recientes lluvias. Stomatov, con sus guardaespaldas, pasó el río
en una balsa de fortuna, que habían preparado los polacos, y abandonó a la
unidad. El pánico se apoderó de los interbrigadistas y muchos intentaron pasar
el río por las marismas; el cauce del Guadalquivir fue la sepultura de buena
parte de los voluntarios. La terrible odisea pudo durar cinco días, una semana.
Perdidos en un país desconocido, errabundeando por vaguadas escondidas,
rehuyendo los encuentros sospechosos, acorralados, nutriéndose de yerbas y
aceitunas olvidadas en la pasaba recolección, los internacionales del Sans Nom
fueron desapareciendo.[xviii]
El
desastre y la desorientación que sufrieron los interbrigadistas fueron enormes.
Muchos de ellos fueron hechos prisioneros en su desconcierto, y lo relatan en
curiosa anécdotas algunos escritores nacionalistas testigos de los hechos:
El cansancio, sin embargo, por grande que
sea, no quita el humor a estos requetés admirables, cuando se interpone la
causa de Cristo y el bien de España. A los primeros prisioneros internacionales
que llegaron al anochecer a Villa del Río, les quitaron los gorros y sus
trajes, que eran soberbios, y vestidos de rusos se fueron a pasear a la
carretera general, Pepe León, Vicente Romero, Rivera y otros.
Los desdichados internacionales, después de
la paliza se desorientaron, y desconocedores del terreno, cada uno tiró por un
lado, buscando salida. Llegaban hasta la carretera, y distinguían entre
sombras, trajes internacionales, y puños en alto, y vivas a Rusia. Respiraban
tranquilos, y en aquel momento, los puños de los requetés se abrían, y los
brazos se bajaban para atenazar a los desdichados.[xix]
Otros,
como se dijo anteriormente, intentaron llegar a Montoro, pero esta ciudad se
encontraba ya en poder de los nacionalistas, por lo que también fueron hechos
prisioneros. El periódico “La Unión” de Sevilla publicaba el 31-12-36 la
siguiente anécdota que muy posiblemente fuese real: Como
anécdota se cuenta que el comisario carlista Cano López, que acompañaba a
unos requetés en Montoro, se encontró en las calles con un grupo de soldados
extranjeros que les saludaban al grito de “camagadas” y alzando los puños.
Cano los increpó tildándolos de fascistas, y con esta añagaza, mientras ellos
se disculpaban consiguió detenerlos.[xx]
La
magnitud del desastre lo relata más ampliamente Andréu Castells, basándose en
datos aportados por los nacionalistas: Por
la noche del día 24 el CG nacionalista comunicó: “El número de muertos
abandonados por el enemigo pasa de 300, y el material recogido es numerosísimo.
La llegada de la noche ha impedido clasificarlo”. El día 26, el mismo
organismo publicó: “Se sigue la recogida de armamento y material en el campo
de las últimas operaciones. Igualmente se siguen cogiendo un crecido número de
borrachos, que, después de cometer numerosos desmanes, se habían quedado
profundamente dormidos en un cortijo”.
De los 700 hombres del Sans Nom sólo
llegaron a Andújar doscientos escasos. Pero allí no los esperaban con flores.
Se procedía a una encuesta sobre lo sucedido y el general Walter,
discretamente, hizo pasar la frontera a Stomatov.[xxi]
Mientras
sucedía el desastre del Sans Nom (9º batallón) de la XIV Brigada
Internacional, se combatía por la localidad de Montoro. La batalla por la
ocupación de Montoro fue poco compleja, si bien se prolongó durante todo el día
24. Los requetés del teniente coronel Redondo, además de otras fuerzas,
lograron entrar en el pueblo al anochecer, después de retirarse las Milicias de
la FAI-CNT y las de Jaén.[xxii]
Aquella
noche, sin embargo, convivieron en el pueblo nacionales e internacionales: estos
últimos eran dueños de la Estación de Ferrocarril, que abandonaron al ser de
día, y algunos estaban desorientados, metidos en las casas, y aun vagando por
las calles. El aspecto del pueblo era lamentable. Muchas familias habían
logrado quedarse en sus casas, contra la amenaza continua de los forajidos. Al día
siguiente se celebró la primera misa en el hospital, entre lagrimas de devoción
y gemidos de angustia. [xxiii]
Este es el relato de Copado, del primer día de los nacionales en Montoro. En el
lenguaje insultante “de la época”, sigue llamando “forajidos” a las
tropas leales o republicanas.
Se
conoce muy poco de la actuación de don Joaquín una vez que salió de Bujalance,
incluso desconocemos su participación en los distintos enfrentamientos. Se
desconoce también la población a donde trasladó su cuartel general -
posiblemente a Marmolejo o Torredonjimeno o cualquier otro pueblo -, así como
las tropas que mandaba. Sin embargo, si se sabe por testimonio de distintas
personas, que estuvo en Torredonjimeno donde dejó un grato recuerdo entre la
población civil, y entre otras cosas, amparando a personas de derechas,
desprotegidas y desvalidas.
[i] MARTINEZ BANDE J M. La
campaña de Andalucía. Pág. 121. Ed. San Martín.
[iv] MORENO GÓMEZ F. La Guerra
Civil en Córdoba. Pág. 495. Ed. Alpuerto, S.A.
[vi] MARTINEZ BANDE J.M. La
campaña de Andalucía. Pág. 124. Ed. San Martín.
[vii] IDEM. Pág. 125-126.
[viii] MORENO GÓMEZ F. La
Guerra Civil en Córdoba. Pág. 496. Ed. Alpuerto, S.A.
[ix] MARTINEZ BANDE J M. La
campaña de Andalucía. Pág. 126. Ed. San Martín.
[x] MORENO GÓMEZ F. La Guerra
Civil en Córdoba. Pág. 497. Ed. Alpuerto, S.A.
[xi] MORENO GÓMEZ F. La Guerra
Civil en Córdoba. Pág. 497. Ed. Alpuerto, S.A.
[xii] COPADO Bernabé. Con la
Columna Redondo. Pág. 177-178. Imp. de la Gavidia. 1937.
[xiii] MARTINEZ BANDE J.M. La
campaña de Andalucía. Pág. 127. Ed. San Martín.
[xiv] COPADO Bernabé. Con la
Columna Redondo. Pág. 182. Imp. de la Gavidia. 1937.
[xv] MARTINEZ BANDE J.M. La
campaña de Andalucía. Pág. 127. Ed. San Martín.
[xvi]
CASTELLS Andréu. Las brigadas internacionales de la guerra de España.
Pág. 128. Ed. Ariel,
S.A.
[xvii] COPADO Bernabé. Con la
Columna Redondo. Pág. 187. Imp. de la Gavidia. 1937.
[xviii] CASTELLS Andréu. Las
brigadas internacionales de la guerra de España. Pág.
129. Ed. Ariel, S.A.
[xix] COPADO Bernabé. Con la
Columna Redondo. Pág. 188. Imp. De la Gavidia. 1937.
[xx] REDONDO L. y ZABALA J. El
requeté (la tradición nunca muere). Pág.
438. Ed. AHL. Bar. 1937.
[xxi] CASTELLS Andréu. Las
brigadas internacionales de la guerra de España. Pág.
129. Ed. Ariel, S.A.
[xxii] MORENO GÓMEZ F. La
Guerra Civil en Córdoba. Pág. 505. Ed. Alpuerto, S.A.
[xxiii] COPADO Bernabé. Con la
Columna Redondo. Pág. 184. Imp. de la Gavidia. 1937.
La vida profesional de don Joaquín, se desarrolla en gran parte en
Valencia. Su trayectoria
Nacido en Sevilla en 1886, ingresó
en 1905 en la Academia de Artillería; al abandonarla en 1910 con el
n
las famosas Ordenanzas de Carlos III”.
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