Vivimos tiempos difíciles. En meses recientes hemos escuchado más
de una vez palabras y conceptos escalofriantes. En discurso pronunciado
ante los cadetes de West Point el primero de junio del 2002, el presidente
de Estados Unidos declaró: "Nuestra seguridad requerirá
que transformemos a la fuerza militar que ustedes dirigirán en una
fuerza militar que debe estar lista para atacar inmediatamente en cualquier
oscuro rincón del mundo.
Ese mismo día proclamó la doctrina de la guerra preventiva
y sorpresiva, algo que jamás hizo nadie en la historia política
del mundo. Meses después, al referirse a la innecesaria y casi segura
acción militar contra Iraq, afirmó: "...si nos obligan
a la guerra, vamos a luchar con el pleno poderío de nuestras fuerzas
armadas.
Quien esto declaraba no era el gobierno de un pequeño y débil
Estado; era el jefe de la potencia militar más rica y poderosa que
jamás existió, poseedora de miles de armas nucleares suficientes
para liquidar varias veces la población mundial, y de otros temibles
sistemas militares convencionales o de destrucción masiva.
Eso somos: "Oscuros rincones del planeta." Así ven
algunos a los países del Tercer Mundo. Nunca nadie nos definió
mejor, ni lo hizo con más desprecio.
Las antiguas colonias de potencias que se repartieron y saquearon el
mundo durante siglos, hoy constituimos el conjunto de países subdesarrollados.
Para ninguno existe independencia plena, trato justo e igualitario, ni
seguridad nacional alguna; ninguno es miembro permanente del Consejo de
Seguridad, ninguno tiene derecho a veto, ni decide algo en los organismos
financieros internacionales; ni retiene sus mejores talentos, ni puede
protegerse de la fuga de sus capitales, de la destrucción de la
naturaleza y el medio ambiente, ocasionada por el consumismo despilfarrador,
egoísta e insaciable de los países de economía desarrollada.
Después de la última matanza mundial en la década
del 40, se nos prometió un mundo de paz, reducir la distancia entre
ricos y pobres y que los más desarrollados ayudarían a los
menos desarrollados. Todo resultó una enorme falsedad. Nos impusieron
un orden mundial que no se puede sostener ni se puede soportar. El mundo
es conducido hacia un callejón sin salida. En solo 150 años
se habrán agotado el gas y el petróleo que el planeta tardó
300 millones de años en acumular.
La humanidad en solo 100 años creció de aproximadamente
1500 millones a más de 6000 millones de habitantes. Tendrá
que depender por entero de fuentes de energía que aún están
por investigar y desarrollar. La pobreza crece; viejas y nuevas enfermedades
amenazan con aniquilar naciones enteras; la tierra se erosiona y pierde
fertilidad; el clima cambia, el aire, el agua potable y los mares están
cada vez más contaminados.
Se le arrebata autoridad, se obstruye y destruye la Organización
de Naciones Unidas; se disminuye la ayuda al desarrollo; se exige al Tercer
Mundo el pago de una deuda de 2,5 millones de millones de dólares
que es absolutamente impagable en las condiciones actuales; se gastan en
cambio un millón de millones de dólares anualmente en armas
cada vez más sofisticadas y letales. ¿Por qué y para
qué?
Una cifra similar se emplea en publicidad comercial, sembrando ansias
consumistas, imposibles de satisfacer, en miles de millones de personas.
¿Por qué y para qué?
Nuestra especie por primera vez corre real peligro de extinguirse por
las locuras de los propios seres humanos, víctimas de semejante
civilización. Nadie, sin embargo, luchará por
nosotros, que constituimos la inmensa mayoría. Solo nosotros mismos,
con el apoyo de millones de trabajadores manuales e intelectuales de los
propios países desarrollados que ven caer también sobre sus
pueblos la catástrofe, sembrando ideas, creando conciencia, movilizando
a la opinión pública del mundo y del propio pueblo norteamericano,
podremos ser capaces de salvarla.
Nadie necesita que alguien se lo diga. Ustedes lo saben de sobra. ¡Nuestro
más sagrado deber es luchar y lucharemos!
Muchas gracias
*Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Comité
Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado
y de Ministros, en la XIII Conferencia de Jefes de Estado o Gobierno del
Movimiento de Países No Alineados, Kuala Lumpur, Malasia, 25 de
febrero de 2003, Año de gloriosos aniversarios de Martí y del Moncada.