Balanced Scorecard |
Introducción |
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Robert Kaplan es reconocido internacionalmente como una autoridad en
gestión de costos, en rendimiento management y en la integración de ambas para mejorar
el desempeño de la empresa. Trabaja como consultor en diseño de sistemas de gestión de
costos y desempeño para numerosas compañías de Norteamérica y Europa como KPMG,
PeopleSoft, Mobil, Chase Manhattan Bank, entre otras. |
Es
uno de los creadores del consagrado Activity Based Costing (ABC) y del Balanced Scorecard
(BS), herramienta estratégica para optimizar el desempeño de una empresa. Al respecto,
Kaplan explica: "El Balanced Scorecard y el Activity Based Costing son
complementarios: el BS revela dónde debemos competir, qué clientes debemos conquistar y
qué es preciso hacer para crear valor para los clientes. El ABC demuestra cómo estamos
ganando o perdiendo dinero con estos clientes". El campo de investigación, docencia
y consultoría de Kaplan se centra en el desarrollo de nuevos sistemas de evaluación de
costos y desempeño y, fundamentalmente, en el costeo por actividad y en el tablero de
control. Ofrece seminarios regularmente en toda América, Europa, Asia, e Israel.
Actualmente, Kaplan es miembro del cuerpo directivo del Israel Institute of Technology
así como del Balanced Scorecard Collaborative, junto con David Norton. Kaplan ha dedicado
gran parte de su carrera profesional a la docencia. En la actualidad, es profesor de
Desarrollo de Liderazgo en la Escuela de Negocios de Harvard. Se sumó al cuerpo docente
de esta escuela luego de desempeñarse como profesor durante más de 16 años en la
Escuela de Administración Industrial de la Universidad Carnegie-Mellon. Fue Decano de esa
institución desde 1977 hasta 1983. En 1988, recibió el premio de Profesor Destacado de
Contabilidad otorgado por la American Accounting Association, y en 1994 recibió de manos
del Chatered Institute of Management Accountants de Gran Bretaña, el Premio CIMA por sus
Destacadas Contribuciones a la Contabilidad. Es autor y coautor de varios libros y más de
100 artículos publicados en los principales diarios y revistas del mundo. Entre sus
libros más recientes se destacan The Balanced Scorecard: Translating Strategy into
Action, escrito junto con David Norton, y Cost and Effect: Using Integrated Cost Systems
to Drive Profitability and Performance, junto con Robin Cooper. Robert Kaplan se graduó y
obtuvo un master en Ingeniería Electrónica en el MIT, y un PhD. en Investigación de
Operaciones de la Universidad Cornell. En 1994, fue premiado con un doctorado de honor por
la Universidad de Stuttgart.
PUBLICACIONES
Advanced Management Accounting (con Anthony A. Atkinson). Prentice Hall, 1998. The Design
of Cost Management Systems: Text and Cases (con Robin Cooper). Prentice Hall, segunda
edición, 1998. Cost & Effect: Using Integrated Cost Systems to Drive Profitability
and Performance (con Robin Cooper). Harvard Business School Press, 1997. The Balanced
Scorecard: Translating Strategy into Action (con David P. Norton). Harvard Business School
Press, 1996. Measures for Manufacturing Excellence. Harvard Business School, 1990.
Accounting and Management; Field Study Perspectives (con William J. Bruns). Harvard
Business School Press, 1987.
Cómo
enfocar estratégicamente a la organización
Cuando
en 1994, la Mobil Oil Corporation introdujo el "balanced scorecard"
-"tablero de control o cuadro de mando integral"- abandonó el deprimente
último puesto en rentabilidad entre las empresas de su sector: en 1995 obtenía
beneficios que superaban en un 56 por ciento la media de la industria. Y se mantuvo en el
primer lugar durante años. ¿Por qué? El cuadro de mando integral la había ayudado a
orientarse estratégicamente hacia los resultados.
Sólo
el 5% de la fuerza laboral comprende la estrategia de su compañía.
Sólo
el 25% de los gerentes vinculan los incentivos a la estrategia.
El 60%
de las organizaciones no asocia el presupuesto a la estrategia.
El 85 %
de los equipos de gestión dedica menos de una hora por mes a discutir temas
estratégicos.
Las estadísticas demuestran que una buena estrategia no es suficiente: incluso la
estrategia mejor formulada fracasa si la organización no puede implementarla. Desde su
aparición, en 1992, como una herramienta para medir el desempeño de las empresas, el
"balanced scorecard" ha ofrecido un marco para analizar la estrategia utilizada,
más allá de los indicadores financieros, y crear valor desde cuatro perspectivas
diferentes:
La
financiera: la estrategia de crecimiento, rentabilidad y riesgo vista desde la perspectiva
del accionista.
La del
cliente: la estrategia para crear valor y diferenciación desde la perspectiva del
cliente.
La del
proceso interno: las prioridades estratégicas de los distintos procesos del negocio que
crean satisfacción para el cliente y los accionistas.
La del
aprendizaje y el crecimiento: las prioridades para crear un clima que soporte el cambio,
la innovación y el crecimiento organizacional.
El Balanced
Scorecard permitió a los ejecutivos evaluar cómo sus unidades de negocio creaban valor
para los clientes actuales y futuros, sin desviar el interés del desempeño financiero.
Trascendió su concepción original como "sistema de control de gestión" para
convertirse en un nuevo proceso de gestión estratégica.
Este sistema de gestión sirvió como mecanismo para movilizar y guiar el proceso de
cambio. Las empresas que lo implementaron exitosamente aprendieron a colocar la estrategia
en el centro de sus procesos de gestión. ¿Cómo? A partir de cinco principios básicos:
Principio
Nº 1: Traducir la estrategia en términos operativos
La estrategia no puede ejecutarse si no se puede comprender, y no se puede comprender si
no puede describirse. A partir de la pregunta ¿cuál es mi estrategia?, construya su mapa
estratégico, una estructura lógica y completa que la describa en detalle. El mapa
estratégico describe el proceso de transformar los activos intangibles en clientes y
resultados financieros tangibles. Es la piedra angular de un nuevo sistema de gestión
estratégica.
Principio Nº 2: Alinear la organización con la estrategia
La sinergia es fundamental en el diseño de las organizaciones, tradicionalmente
diseñadas en torno a funciones con un cuerpo de conocimiento, idioma y cultura propios. A
menudo, los "silos funcionales" se convierten en una barrera. Las organizaciones
enfocadas en la estrategia usan el "balanced scorecard" para romperla:
reemplazan las estructuras formales de información por los temas y prioridades
estratégicas.
Principio Nº 3: Convertir la estrategia en el trabajo diario de cada empleado
Las organizaciones enfocadas enfocadas en la estrategia exigen que todos los empleados la
comprendan, estén alineados con ella y puedan ejecutarla en su tarea diaria. En ese
sentido, el "balanced scorecard" se centra en la comunicación y la formación,
el desarrollo de objetivos personales y de equipo, y en sistemas de incentivos y
recompensas que relacionen el desempeño de la organización y el de los individuos.
Principio N° 4: Convertir la estrategia en un proceso continuo
Para manejar la estrategia, el "balanced scorecard" exitoso usa el "proceso
de circuito doble o doble bucle", que integra la gestión táctica (presupuestos
financieros y revisiones mensuales) y la gestión de estrategia en un proceso uniforme y
continuo. Vincula la estrategia con el presupuesto; cierra el circuito a través de
sistemas de feedback efectivos y reuniones de gestión; y, por último, prueba las
hipótesis estratégicas con la información obtenida del sistema de feedback, aprende de
los resultados y adapta la estrategia en consecuencia.
Principio Nº 5: Movilizar el cambio a través del liderazgo ejecutivo
La condición más importante para el éxito es la capacidad del equipo ejecutivo de
convertirse en dueño de la estrategia y participar activamente en ella. Si los que ocupan
los escalones más altos de la organización no son líderes enérgicos del proceso, no
habrá cambio, no se implementará la estrategia y se perderá la oportunidad de un
desempeño revolucionario.
En este "proyecto de cambio", el foco está en la movilización, en el impulso
para poner en marcha el proceso. Debe quedar claro que la organización necesita ese
cambio para que se "descongele". Una vez que la organización se moviliza, el
foco pasa a la gobernabilidad. Este proceso define, demuestra y refuerza el nuevo valor
cultural a la organización. Finalmente, con el paso del tiempo, surge el nuevo sistema de
gestión, un verdadero sistema de gestión estratégica.
El
caso Metro Bank
El
Metro Bank se enfrentaba a dos problemas:
Una
dependencia excesiva de un solo producto, los depósitos, y
Una
estructura de costos que hacía no rentable trabajar con el 80% de sus clientes.
Se embarcó
entonces en una estrategia a dos puntas para solucionarlos:
Crecimiento
de los ingresos: reducir la volatilidad de los beneficios, ampliando las fuentes de
ingresos con productos adicionales para los clientes existentes.
Productividad:
mejorar la eficiencia operativa pasando clientes no rentables a canales de distribución
más rentables (por ejemplo, la banca electrónica).
El Cuadro de
Mando Integral tradujo cada una de estas estrategias en objetivos e indicadores desde las
cuatro perspectivas. Se puso especial énfasis en la comprensión y descripción de las
relaciones de causa-efecto sobre las que se basaba la estrategia.
En el caso de la estrategia de crecimiento de los ingresos, los objetivos financieros
estaban claros: ampliar la combinación de ingresos. Identificaría en su base actual de
clientes a los candidatos a una gama más amplia de servicios y luego les vendería un
conjunto ampliado de productos y servicios.
Sin embargo,
cuando analizaron los objetivos de sus clientes, descubrieron que no consideraban al
banco, o a su banquero, como la fuente lógica de productos como planes de pensiones o
asesoría financiera. Para tener éxito debían cambiar esa percepción y pasar de
"procesadores de transacciones" a "asesores financieros".
El proceso de diseño del cuadro de mando se centró entonces en las actividades internas
que había que dominar para que la estrategia tuviera éxito. Se identificaron tres
procesos:
Comprender a
los clientes,
Desarrollar
nuevos productos y servicios, y
Vender en
forma "cruzada" múltiples productos y servicios.
Cada proceso
tendría que ser rediseñado. El proceso de venta, por ejemplo, históricamente dominado
por la publicidad institucional y una actitud reactiva del personal de las sucursales,
sólo asignaba 10% del tiempo de los vendedores a los clientes. El banco lanzó un
importante programa de reingeniería: el vendedor debía convertirse en asesor financiero.
Se incluyeron dos indicadores en el Cuadro de Mando Integral: el número de productos
vendidos a un hogar medía la eficacia de las ventas o ratio de venta cruzada y las horas
dedicadas a los clientes. Un enfoque de ventas basado en la relación no podía funcionar,
a menos que aumentara el tiempo con los clientes.
El componente de crecimiento y aprendizaje del cuadro de mando identificó la necesidad de
Un conjunto
más amplio de habilidades en los vendedores,
Un mejor
acceso a la información, y
La
realineación de los sistemas de incentivos para fomentar la nueva conducta.
La
disponibilidad de estas competencias estratégicas es un activo (cuando se dispone de
ellas) o un pasivo (cuando no se las tiene). El desarrollo de estos activos intelectuales
es clave para el éxito final de la estrategia de la unidad de negocio. El indicador más
eficaz que hemos encontrado para las competencias estratégicas, y que es engañoso en su
sencillez, se deriva de las respuestas a tres preguntas:
¿Cuáles son
las competencias necesarias?,
¿Qué es lo
que tenemos en la actualidad?,
¿Cuál es la
diferencia y qué importancia tiene?
Si no fuese por
la construcción del Cuadro de Mando Integral y los sistemas de pensamiento lógico que
promueve, no hubiera resultado sencillo apuntar a las debilidades del personal
estratégicamente y con el sentido de urgencia que las transformaciones de este tipo
exigen.
Una
entrevista a Robert Kaplan
¿Por
qué suele resultar tan difícil implementar estrategias bien formuladas?
Porque, con frecuencia, las estrategias cambian, pero no las herramientas para evaluarlas.
En una economía dominada por activos tangibles, las inversiones en inventario, en
propiedades, en instalaciones y en equipos se registran con claridad en los balances
comerciales. Pero en la economía actual, que ha convertido a los activos intangibles en
la fuente más importante de ventajas competitivas, se necesitan nuevas herramientas para
medirlos. No se puede implementar una estrategia basada en el conocimiento en
organizaciones diseñadas para competir en la era industrial. Las organizaciones necesitan
un nuevo tipo de sistema de gestión, especialmente diseñado para manejar la estrategia,
no la táctica.
¿Es
necesaria la estrategia antes de crear el Balanced Scorecard?
A las organizaciones que ya tienen una estrategia explícita, el "balanced
scorecard" puede ayudarlas a implementarla más rápida y eficazmente. Muchos
directores descubren al diseñarlo que esa estrategia tiene múltiples interpretaciones
entre los gerentes: no están de acuerdo sobre los clientes objetivo, las propuestas de
valor o la importancia de la innovación. El proceso de crear el "scorecard"
permite alcanzar el consenso sobre qué es la estrategia y cómo puede alcanzarse.
Por otro lado, aquellas organizaciones sin una estrategia explícita pueden utilizar el
proceso de crear el scorecard como mecanismo para desarrollarla.
¿Qué
es un mapa estratégico?
Desde que presentamos el "balance scorecard" en 1992, hemos trabajado con más
de doscientos equipos de ejecutivos en sus diseños de programas. Siempre comenzamos el
diseño preguntando, '¿Qué es la estrategia?'. Desde esta base de experiencia,
desarrollamos un marco general para describir e implementar la estrategia que creemos
puede resultar útil como marco. El "mapa estratégico" es la arquitectura
lógica de la estrategia que sirve de base para diseñar el "balanced
scorecard". Describe el proceso de transformar activos intangibles en clientes y
resultados financieros tangibles.
¿Cuál
es la relación del "balanced scorecard" con el costeo por actividades (ABC)?
El ABC identifica los motores de costo de una organización y las acciones que se pueden
tomar para reducir los costos y seguir brindando valor a los clientes. El BSC identifica
los motores de valor de la estrategia de una organización y un nuevo sistema de gestión
para alinear la organización con respecto a la estrategia.
Estas
"plantillas" genéricas parecen convertir al diseño de la estrategia en una
ciencia.
Formular una estrategia es un arte y siempre lo será. La descripción de la estrategia,
sin embargo, no debe ser un arte. Si podemos describir la estrategia en forma más
disciplinada, aumentamos la probabilidad de éxito en su implementación. Un
"balanced scorecard" que cuenta la historia de la estrategia es una base
confiable para diseñar el sistema de gestión de una organización enfocada en la
Estrategia.