¡Eso sí era democracia!

Por Mariana Hernández
mariannehz@hotmail.com

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Domingo 31 de marzo de 2002
Recomiendo a los lectores regresar de tanto en tanto a este texto, pues está siendo renovado a medida que se van produciendo nuevos datos y nuevos razonamientos.

Necesitamos que regresen los demócratas al control del Estado venezolano. Ya basta de la saña opresora y sedienta de sangre del sátrapa de Miraflores, cuyos crímenes, asesinatos, torturas, exilios y prisiones han superado con creces a dictadores como Papa Doc, a Stroessner, a Trujillo y a Pinochet juntos, como lo sugiere el equilibrado editorial “Callejón sin salida”, de El Nacional del 20 de marzo pasado:

    “Las actuaciones de este Gobierno nos colocan en un primitivismo ya ajeno a la región. Hemos retornado a los tiempos de Anastasio Somoza, de Papa Doc, de Trujillo y Pérez Jiménez, de Stroessner, y del Perú de Fujimori–Montesinos”.

Casi nada, pues. El Nacional es el mejor desmentido de lo que dice, porque si de verdad hubiéramos retornado a esos tiempos no podría circular. ¿Cómo se llamará esa contradictio en lógica? Nada menos que Papa Doc, etc... O sea, que, un poquito más y El Nacional es capaz de afirmar que esos dictadores eran muchachos buenos al lado de este genocida que padecemos hoy. Quien dice una mentira puede decir otra y todas. ¿Cuántos días faltan para que diga que Chávez es peor que Papa Doc? No sé qué va a pasar con El Nacional cuando luego de tanta pataleta el chusma ese no se les caiga. Será divertido (espero) ver las contorsiones que hará.

Por eso necesitamos demócratas intachables como Rómulo Betancourt, quien dijo aquello tan poético de “disparen primero y averigüen después”. O como su ministro del interior, Carlos Andrés Pérez, quien supervisaba personalmente las torturas en la Digepol en el Edificio “Las Brisas” de Los Chaguaramos. Esa misma Digepol a la que años después Caldera cambió el nombre por Disip, para disfrazarla y hacerla impronunciable en español.

Se requieren demócratas irreprochables como Raúl Leoni y Gonzalo Barrios, creadores para el Continente de la figura del desaparecido, consagrada por Hollywood, en la película Missing, cuando bajo su amable gobierno secuestraron, torturaron, asesinaron y luego intentaron desaparecer el cadáver de Alberto Lovera, a poco devuelto por el mar al escándalo y una vergüenza nacional que todavía dura. Gonzalo fue también poeta, sobre todo cuando dijo aquello tan lírico de que la gente roba porque no encuentra razones para no robar.

El país exige el retorno del piadoso cristiano Rafael Caldera, que asesinó a 40 estudiantes bajo su cortés primer gobierno. No hizo las cien mil casitas por año que prometió en 1967, pero sí cerró la Universidad Central de Venezuela durante casi dos años. En eso emuló a otro gran demócrata como Juan Vicente Gómez, que la cerró por diez años. Y al demócrata Marcos Pérez Jiménez, que la cerró también por dos años. Oh, eso sí era democracia, no este gobierno, que figúrense que no ha cerrado ni un Kinder, sino que más bien crea escuelas y encima da comida a los niños pobres. Es repugnante, verdaderamente.

¡Ah malhaya el primer gobierno de CAP! Aquello sí fue un dechado de honestidad, en donde Marianela Salazar nos dio lecciones magistrales de ética durante su íntima amistad con CAP. Oh, la honesta Cecilia Matos, tan amiga de CAP también, cuando decidía con tanta sabiduría los ascensos militares y muchas cosas más. Qué bonito era todo, realmente. No hablaré de las virtudes de ese primer gobierno de CAP porque me ocuparía todo el artículo, pero le aseguro al lector que ese gobierno dio ejemplos de democracia no digamos a América, sino al mundo, como cuando sus esbirros asesinaron a Jorge Rodríguez.

¡Qué buen gobierno el de Luis Herrera Campíns! Tan bueno fue que a él debemos momentos estelares de la humanidad como el Viernes Negro y funcionarios de honestidad cabal como Rodolfo José Cárdenas y Vinicio Carrera. Esos son los que necesitamos ahora y no estos zambos detestables. Aquellos al menos eran blancos.

¿Qué decir del gobierno idílico de Jaime Lusinchi, que hizo reinar, como dijo Zapata, el amor en Miraflores con Blanca Ibáñez y Jaime, esos dos tortolitos? Con razón Zapata se enterneció con un amor tan dulce y lírico. También ayudó en esa opinión el hecho de que le encargaran ilustrar una edición fastuosa de Las lanzas coloradas. Uno comprende. Y que Simón Alberto Consalvi lo puso a exhibir sus cuadros en el exterior. Esas cosas allanan amistades y simpatías. Lo que explica que el gobierno de la Ibáñez fuese respaldado por Zapata, figúrense ustedes si sería bueno (me refiero al gobierno de Lusinchi; no a Zapata). Para él, se entiende. Zapata pagó bien los favores recibidos entonces: no sólo acabó con la corrosiva Cátedra del Humor “Aquiles Nazoa” en la Universidad Central de Venezuela, sino que salía en una cuña cada diez minutos predicando las bondades de ese gobierno. Lo hacía por el Canal 8, cuando Marta Colomina, su directora entonces, ese prototipo de ética, perseguía funcionarios carlosandresistas en la emisora, por cuenta de Blanca Ibáñez. Ah, Blanca Ibáñez, ¡quién la tuviera de nuevo en Miraflores!, con todos sus gastos “cubridos”, como ella decía, tan cuchi. Por cierto que fue una gran defensora de la libertad de expresión cuando regateaba los dólares de Recadi a los periódicos que no se le plegaban y mantuvo un régimen de terror que impedía que siquiera se la mencionara en los medios que ahora son tan valientes con Chávez. Aún recordamos cómo RCTV destituyó a Rosana Ordóñez porque la mencionó como Primera Dama, por presión de Miraflores. El mismo día, algo así como una hora después. Aún recordamos también los tiernos palos que le mandó a dar al columnista Alfredo Tarre Murzi, alias Sanín, sólo superados por los no menos tiernos palos que el demócrata Caldera dio al periodista y humorista Leo, por allá por los años 40; pero, claro, Zapata supera a Leo, pues ahora apoya a todos estos demócratas que vengo diciendo, luego de que tanto los criticó. Pero la gente se compone. No como Leo, quien mantuvo pertinazmente sus ideales hasta el día de su muerte. Zapata es más flexible.

Oh, el segundo gobierno de CAP con su 27 de Febrero tan bonito, con sólo 300 muerticos ahí y no los miles que la malsana oposición de entonces pretendió. Y la entrega tan bonita que hicieron del oro del Banco Central. Ah, y el inicio del neoliberalismo en forma en Venezuela.

¿Y el segundo gobierno de Caldera? ¡Cosa más bella, madre! Así sería de bueno ese gobierno que puso al genio de las finanzas que llaman Teodoro Petkoff para que dejara el PIB en menos 9% (o sea, –9%) y los precios del petróleo entre 7 y 8 dólares, ¡qué maravilla de gestión! ¡Eso se llama trabajar por el país, patrióticamente, sin entreguismos a las grandes potencias! El gobierno del déspota de Miraflores y sobre todo Giordani debieran recibir lecciones de Teodoro, ese preclaro prohombre, a quien postulo desde ya para Premio Nobel de Economía 2002. Se aceptan firmas de apoyo para su postulación inmediata ante la Academia Sueca. En cambio este autócrata de hoy, el tirano de la irritante verruga, tiene el PIB creciendo al 3,5% y el petróleo a $ 22 el barril a pesar de la recesión mundial y del 11 de Septiembre. Qué horror. Así no se puede. ¡Y dígame usted que la venta de automóviles creció en más de un 53% el año pasado! Sólo ha traído miseria.

Por eso hago un llamado a mis compatriotas venezolanos a reponer en el poder a hombres como Carlos Ortega, que pertenece al partido Acción Democrática, que vendió las prestaciones de los trabajadores. Llamo a todos a restituir allí a Pastor Heydra y a Marianela Salazar a mandar del modo tan ético en que ellos mandan. Y a los dueños de medios, tan demócratas que apenas un periodista se les sale de la línea editorial lo despiden. Para no hablar del régimen de terror que imponen en sus diarios. Y ahora están apoyados por el uruguayo Arbilla, el de la SIP, que cerraba medios y perseguía periodistas durante el gobierno tan bonito ese de los militares en el Uruguay.

Eso sí será un gobierno ideal, en donde reinará la felicidad idílica y bucólica en que vivíamos hasta 1998 cuando accedió al poder este zambo repulsivo.