Por Mariana Hernández Domingo 16 de febrero de 2003 ¿Por qué le gritaron durante seis horas ¡viejo canceroso! a Alberto Müller Rojas? ¿Por qué escogieron para ello el último día del año, cuando todo es más entrañable? ¿Por qué tocan cacerolas e insultan violentamente a un diputado, a su esposa encinta y a sus niños pequeños, durante horas? ¿De dónde surge esa ola explosiva de odio, inesperada en Venezuela? ¿Inesperada? Alguien en Venezolana de Televisión Giulio Santosuosso decía el otro día que en el chavismo hay rabia mientras en la oposición hay odio. ¡Odian tanto! Un odio nacido del pánico. Todo en Chávez y en su movimiento les infunde inseguridad. Porque todo cambió. Ya no tienen abiertos atajos hacia el poder. Por eso compran tan barato lo del castrocomunismo porque da forma a su terror difuso. Muchos son así, otros son simples y francos sinvergüenzas. Espero que los menos. Su odio infunde piedad. Sobre todo ese odio de la clase media en negativo. Dicen cómo los círculos del terror van a quitarles los Nintendos y me dan ternura. Están de biberón y canción de cuna. ¡Son tan tontos! Porque el terror va más allá de los Nintendos. Va a su esencia misma de personas. Su don de gentes, su condición humana. Por eso no ven futuro y hablan de irse del país, de morirse. Son unos menesterosos emocionales a quienes unos criminales no exagero explotan. Total, explotadores son. Esos criminosos se parecen en eso nada más en eso a Hassan II o a los de Pare de Sufrir, que explotan la miseria emocional de tanta gente. Su miedo da miedo, como dice Mercedes Chacín. Chávez les mete miedo con sus provocaciones puramente verbales y en su mayoría innecesarias, de puro hedonismo vengativo y Gustavo Cisneros les explota el pánico. Por eso los venezolanos hemos dejado de amarnos. ¿O será que no nos hemos amado nunca? Porque este odio no pudo haber nacido así de repente, de la nada. Algo había allí para que brotase con tanta fiereza. Como para agredir de esa manera a Müller Rojas, un anciano indefenso y enfermo de cáncer. Y que ni siquiera es chavista. Pero basta no estar enloquecido como ellos para que ya te llamen chavista y prepárate a morir bajo las ruedas de una Harley. No respetan hogares. Ni siquiera la casa hogar donde vive el padre Juan Vives Suriá con unas monjitas y unos ancianos. Allí van a tocarle cacerolas. ¿Los bolivarianos infligen esos desmanes a los opositores? ¿Van a sus casas de madrugada a cacerolearlos? Es que la cosa no es recíproca, por inaceptablemente agresivos que a veces sean los bolivarianos. No hay proporción. Si Chávez hablase como la Madre Teresa le estarían haciendo la misma campaña. Se la hicieron al bien hablado de Allende. Chávez lo que ha hecho es acelerar el resultado, porque igual hubieran hecho el trabajo. Busquemos en VTV el equivalente pendenciero de Orlando Urdaneta, Leopoldo Castillo, Marta Colomina, Mingo, Napoleón Bravo. Vamos. Es un reto. ¿Ernesto Villegas? ¿María Teresa Gutiérrez? ¿Jorge Arreaza? ¡Por favor! VTV no es ejemplo de buena televisión, pero al menos no es ejemplo de odio. Los conozco de cerca tan cerca como en mi familia: prepotentes y vacuos, furiosos y fatuos, envalentonados y cobardes, genocidas y estériles. Capaces de causar un holocausto con tal de preservar medio metro de su campo de golf. Su líder George W. Bush profiere sobre Irak los pretextos más inanes. Resumen: Tengo las armas y la ambición y punto. Sin matices. Nadie tiene derecho a atravesarse en sus designios. Lo matan y luego le niegan santa sepultura. Lo trituran física y ontológicamente. Como hicieron con Venezuela durante 40 años y como hicieron al paralizar la industria petrolera en una pataleta malcriada porque Chávez no les dio el caramelo que siempre tuvieron: el Estado. Y por el camino estuvieron a punto de llevarse por delante el país, Niño Dios incluido, al que cacerolearon la Noche Buena de Navidad en un servicio religioso en el canal de televisión del Estado. Para no hablar del daño internacional que causa la falta de petróleo. Si así son en oposición ¿como serán si llegan a mandar?
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