GRAN LOGIA UNIDA DE COLOMBIA
UN PROYECTO EN PELIGRO DE EXTINCIÓN

En una agradable reunión, en casa de mi Ven.•. Maest.•., el mes pasado tuve la oportunidad de escuchar la sustentación del proyecto que impulsaría el Ven.•. H.•. F.G.L en el supuesto caso de que una mayoría de los miembros de la Gran Logia aceptaran su nombre para ocupar el cargo de Muy Resp.•. Gran Maestro durante el próximo período. La propuesta es buena, hay que aceptarlo, pero adolece de una deficiencia imperdonable: Se olvida de lo que ya expresó el Pueblo Masónico por intermediación de sus delegados en una Asamblea de Gran Logia llevada a cabo en Pereira hace un año.

Cuando ingresé a la Masonería lo hice pensando en el espíritu de pioneros que ha caracterizado a los miembros de la Orden en todo el mundo y en todas sus épocas. Hoy, siete años después de mi ingreso y después de haber podido observar el funcionamiento de los asuntos administrativos de la Gran Logia, debo decir que esa tradición se refiere a otras épocas y a otras latitudes. Durante estos siete años, las acciones en la Gran Logia Occidental de Colombia se han limitado a proponer nombres y a nombrar comisiones que se ocupen de aspectos que desde el punto de vista masónico pueden considerarse triviales. Duele ver el abandono del espíritu de pioneros que debería adornar nuestras ejecutorias.

Hace aproximadamente un año, en Asamblea celebrada en la ciudad de Pereira, Por mayoría aplastante (si no por unanimidad), los asistentes dieron luz verde para que el Muy Respetable Gran Maestro adelantara conversaciones con el Gran Maestro de la Gran Logia de Colombia (con Sede en Bogotá) en lo referente al proyecto conocido con el nombre de “Gran Logia Unida de Colombia” (por fin, ¡parecía que en nuestra jurisdicción se empezaba a hacer verdadera masonería! por fin, ¡parecía que íbamos a ser los pioneros de un proyecto puramente masónico!). Y las conversaciones han tenido lugar hasta el punto de que ya existe un borrador de estatutos que regularía los asuntos de las dos Grandes Logias (que pasarían a ser Grandes Logias Provinciales).

Ese proyecto, aplaudido por los que asistimos a Pereira en esa ocasión, es verdadera masonería en el sentido de que busca unir con lazos más fuertes a los Hermanos de la mitad sur del territorio nacional (por lo menos es más verdadera que la masonería que hacemos en nuestra región, consistente en levantar columnas con el objeto de tener cierto número de votos en las decisiones de las Grandes Asambleas). Siempre he visto en el proyecto de la Gran Logia Unida de Colombia un espíritu de fraternidad que nos liberaría de las querellas que hemos presenciado en los momentos más álgidos de elección de Grandes Dignidades y Oficialías; la unión de las dos Grandes Logias disminuiría a menos de la mitad las probabilidades de que un Hermano llegue a ocupar por vanidad cargos en la Gran Logia, y tal disminución nos obligaría a dedicarnos a construir lo que preconiza la Orden: Libertad, Igualdad y Fraternidad.

En la reunión mencionada el Ven.•. H.•. F.G.L. expresó su interés en dirigir los destinos del la Gran Logia Occidental de Colombia durante el próximo período, y presentó una propuesta a cinco años de lo que debería ser nuestro rumbo. En su propuesta, que consta de cinco puntos básicos, no aparece el proyecto, ya en curso, de la Gran Logia Unida de Colombia. Cuando se le preguntó por éste, el Ven.•. H.•. G. dijo que ese proyecto estaba inmaduro, que no formaba parte de su propuesta y que si algún Hermano estaba interesado en impulsarlo estaba en la libertad de hacer la suya; y sustentó su posición en la opinión de unos treinta hermanos (todos de Cali, según dijo él mismo) que ya se habían reunido a hablar del tema. Está claro que el Ven.•. H.•. tiene todo el derecho, así como lo tenemos todos, a hacer una propuesta; estoy seguro de la buena voluntad y el espíritu de servicio que lo impulsan. Pero echarle tierra al sentir de los asistentes a la Gran Asamblea de Pereira teniendo en cuenta solamente la opinión de unos hermanos de Cali es un error que no perdonará la historia.

No se puede aceptar la conclusión de inmadurez del proyecto sin el debido argumento. En primer lugar, debemos tener en cuenta que lo que se busca con el proyecto citado no se aleja del ideal tradicional de reunir en una misma institución a todos los hombres libres y de buenas costumbres del Orbe; y si este es el fin, la Unión de dos organismos masónicos no necesita mayor argumento porque lo que se obtiene con dicha unión es la materialización de la fraternidad, otro nombre para referirse al mismo ideal. Lo que sí necesita un argumento que lo justifique, dado el fin mencionado, es el hecho de que existan en Colombia (y en Brasil y en USA) varias Grandes Logias; a mi modo de ver, esa situación sí va en dirección opuesta de lo que se nos enseña en nuestros templos.

Segundo, debemos saber en qué consiste la inmadurez de un proyecto que ya cobró legitimidad (en Pereira) y que cuenta con un borrador de estatutos de lo que sería la nueva institución. Sabido esto es necesario, en tercer lugar, tener en cuenta que el juicio de valor que lo califica de inmaduro parte de un grupo de treinta hermanos de un solo Valle (precisamente el Valle en el que habitan los más opcionados al cargo de Gran Maestro de nuestra organización actual) y que eso equivale a una mera opinión del diez por ciento de la población masónica de nuestro territorio.

Resuelto todo lo anterior, y después de la debida exposición de motivos en el seno de una Gran Asamblea, estaré dispuesto a aceptar que el proyecto de la Gran Logia Unida de Colombia repose durante cinco años en el anaquel de la Gran Maestría esperando que lo rescate algún pionero convencido de la necesidad de hacer que nuestras palabras sean coherentes con nuestros actos.



Luis Alfonso Mejía Echeverri
M.•. M.•.
Resp.•. Log.•. Nieves del Ruiz Nº 14
Vall.•. de Manizales
Mayo, 2006

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