Llamados a responder al desafío de ser evangelizadores
en un mundo nuevo podemos llegar a ser lo que somos y llevar a teermino lo que
emprendemos con todos los que nos acompañan: nuestras familias, nuestros
amigos y bienhechores, nuestros asociados y colaboradores, aquellos a quienes
servimos, y que nos emplazan a ser servidores de todos. Ellos son parte de nosotros
mismos, como nosotros somos parte de la misión de la Iglesia.